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Proliferan los 'parkings' de dinero estructurados
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Proliferan los 'parkings' de dinero estructurados

Los bancos no quieren que sus clientes dejen su capital en la cuenta corriente porque les cuesta dinero y se han lanzado a ofrecer productos a largo plazo con garantía de capital

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En un entorno de tipos negativos, los inversores más conservadores se conforman con no perder dinero en términos nominales, aunque asuman que la inflación se comerá parte del poder adquisitivo de su patrimonio.

Por otro lado, los bancos no quieren que sus clientes dejen su capital en la cuenta corriente porque les cuesta dinero. Por ello, se han lanzado a ofrecer productos a largo plazo con garantía de capital. Me refiero a depósitos estructurados garantizados, a los fondos de inversión garantizados y a los fondos de pensiones garantizados.

Esta solución de “aparcar el dinero sin riesgo de pérdida nominal” 'a priori' parece buena para ambas partes. Los bancos ganan dinero y los clientes a vencimiento no pierden y, si suena la flauta, ganan algo.

Foto: Calabazas iluminadas. (EFE)

El problema es que la parte contratante con más conocimientos financieros (banco) no muestra a su cliente con claridad los problemas de esos productos. El primero es que si decide sacar el dinero en las ventanas de liquidez que el banco le ofrece, no tiene el capital garantizado.

Hasta ahora, las ventanas de liquidez han funcionado bien para los clientes, porque los tipos de interés bajaban, los bonos incluidos en las estructuras se revalorizaban y esto les permitía sacar el dinero con algo de plusvalía. Muy probablemente, a futuro ocurrirá todo lo contrario, y los inversores asumirán pérdidas significativas o quedarán atrapados hasta vencimiento.

El segundo riesgo es el coste de oportunidad. Los mercados cambian más rápido de lo que parece y el no tener el dinero disponible impide a los clientes aprovechar las oportunidades de inversión que se les puedan presentar.

Los mercados cambian más rápido de lo que parece y el no tener el dinero disponible impide a los clientes aprovechar las oportunidades de inversión

Para percibir mejor los riesgos, veamos cómo estructuran los bancos estos productos: pongamos que el vencimiento es a ocho años. Con la inmensa mayoría del capital, se suele comprar un bono al plazo de vencimiento. Pongamos que se compra un bono italiano, que tiene una rentabilidad actualmente a ese plazo del 0,8%. Siempre que Italia no quiebre, se pueden calcular 'a priori' las ganancias que se obtendrían. A grandes números, serían 0,8% por ocho años, es decir, un 6,4%.

Pongamos que las comisiones del producto son un 0,5% anual. El banco ganaría 0,5% por ocho, es decir, un 4%. Por lo tanto, queda disponible cerca de un 2,4% (6,4% menos 4%). Con ese dinero, se compra una opción que funcione como un billete de lotería. Es decir, algo que si se cumple, toca un premio. Se suele utilizar algo que suene bien pero que represente muy probablemente poco dinero. El banco sabe mucho mejor que el cliente las posibilidades reales de ganar dinero con las opciones.

Veamos qué ocurre si el inversor quiere salir dentro de un año y la rentabilidad de los bonos italianos vuelve a los niveles de hace 12 meses. En ese momento, los bonos italianos a siete años (habrá pasado ya un año) tenían una rentabilidad del 3%. En esa tesitura, asumiendo que la opción ni se aprecia ni se deprecia, el inversor podrá rescatar su inversión perdiendo cerca de un 15,4% —(3%-0,8%) x 7— o esperar a vencimiento.

En conclusión, el inversor de estos productos asume el riesgo de pérdida en caso de querer salir antes de vencimiento y un elevado coste de oportunidad en una inversión a largo plazo, a cambio de un producto que lo más probable es que no ofrezca ninguna rentabilidad. En mi opinión, para este tipo de inversores muy conservadores, tiene más sentido mantener la liquidez en cuenta corriente y tener la opción de poder aprovechar una mejor oportunidad de inversión futura.

En un entorno de tipos negativos, los inversores más conservadores se conforman con no perder dinero en términos nominales, aunque asuman que la inflación se comerá parte del poder adquisitivo de su patrimonio.

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