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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Cuando solo tienes un remedio para todos los males

Pase lo que pase, los bancos centrales pueden inyectar liquidez y arreglarlo todo, todo y todo. Como tenemos esta solución, los gobiernos no tienen que hacer nada más

Foto: Euro (iStock)
Euro (iStock)

Es la medicina con la que hacemos frente a burbujas tecnológicas, a crisis financieras, guerras comerciales, Brexit, tensiones geopolíticas, tsunamis, huracanes, epidemias, etcétera. Pase lo que pase, los bancos centrales pueden inyectar liquidez y arreglarlo todo, todo y todo.

Como tenemos esta solución, los gobiernos no tienen que hacer nada más. La medicina es estupenda y tiene una gran ventaja: no escasea. Siempre se puede imprimir más dinero.

Una vez más, tras el brote de coronavirus, las miradas de la mayoría se vuelven hacia los bancos centrales para preguntarles: ¿Qué vais a hacer esta vez? Es muy probable, que ante la presión de los medios, de los políticos y de los mercados las autoridades monetarias abran todavía más el grifo que inunda de liquidez la economía. Sin embargo, muchos pensamos que no sería lo correcto.

Vamos a centrarnos en el caso actual del coronavirus para analizar cuál sería el efecto en la economía y en las empresas. Una bajada adicional de los tipos de interés oficiales o un incremento del programa de compra de bonos (bajan los tipos de los bonos a largo plazo) disminuiría todavía más el coste de financiación de los agentes económicos endeudados. Esto impulsaría el crecimiento del PIB y la valoración de muchas grandes compañías en bolsa. No obstante, los datos agregados no muestran la toda la realidad.

Por sectores, beneficiaría otra vez a las compañías muy endeudadas, como las eléctricas y otras utilities. Sin embargo, el efecto apenas llegaría a aquellas otras que más padecen las consecuencias del coronavirus, como las cadenas hoteleras. Todos sabemos que la situación en China (primer país emisor de turistas a nivel global) y en el resto de los países afectados va a hacer caer drásticamente la ocupación de los hoteles. Los ciudadanos se quedan en casa, como les han pedido las autoridades.

Una caída de la demanda del 10% no hace caer el 10% los ingresos, sino muchísimo más. Hay que tener en cuenta la fuerte bajada que sufrirán los precios de las habitaciones. Es un sector que se queda con gran sobrecapacidad y en el que la inmensa mayoría de los costes son fijos. Un shock de demanda como este lo mete en pérdidas muy rápidamente.

En resumen, inyectar todavía más liquidez no es conveniente ni para las empresas más endeudadas ni para quienes más sufren el brote de coronavirus. A las primeras, que no tienen problemas, las hace todavía más dependientes de su endeudamiento y a las segundas, que son las que sufren, no les ayuda. A esto le debemos sumar todos los daños colaterales que ya están generando los tipos cero o negativos.

Esperemos que el BCE siga con su revisión estratégica y no dé un nuevo bandazo por el coronavirus. Si seguimos usado la misma medicina para todo, acabaremos perdiendo la confianza en el euro.

Es la medicina con la que hacemos frente a burbujas tecnológicas, a crisis financieras, guerras comerciales, Brexit, tensiones geopolíticas, tsunamis, huracanes, epidemias, etcétera. Pase lo que pase, los bancos centrales pueden inyectar liquidez y arreglarlo todo, todo y todo.

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