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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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¿Dónde debería estar la atención de los inversores?

Tras un año de guerra comercial, Brexit, bancos centrales y coronavirus, llegan las cuentas anuales de las empresas que cotizan en bolsa y van a pasar desapercibidas

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“En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro”. Esta famosa cita de Manuel Azaña también se aplica al mundo de las inversiones.

Tras un año de guerra comercial, Brexit, bancos centrales y coronavirus, llegan las cuentas anuales de las empresas que cotizan en bolsa. Son esos documentos extensos (normalmente más de 400 páginas) en los que las empresas dan información detallada de cómo están evolucionando sus negocios. Se están publicando ahora y con el miedo al miedo que está generando el coronavirus creo que van a pasar todavía más desapercibidas que otros años.

Las compañías que cierran su ejercicio el 31 de diciembre han tenido que presentar sus resultados antes del 28 de febrero, por lo que los medios ya han avanzado los titulares que han querido destacar las cotizadas. Ahora queda remangarse para continuar con el análisis.

Habitualmente, los datos que las empresas no quieren anunciar a bombo y platillo, pero sobre los que están obligadas a informar, son los más relevantes para comprobar si la historia bonita que nos venden es cierta o no.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (Reuters)

En líneas generales toda la información que aparece es interesante, no hay nada inútil. No obstante, si tengo que destacar solo una parte de las cuentas anuales, elijo el epígrafe de operaciones vinculadas. Este apartado sirve para hacerse una idea de hasta qué punto se están enriqueciendo los directivos a costa de los accionistas. Ahí se explica lo que jamás te cuentan directamente. Esta información se complementa con lo detallado en el informe de gobierno corporativo y el informe de remuneraciones de los consejeros. Dos documentos anuales que también se están publicando estos días y a los que la mayoría de inversores no presta atención.

Termino destacando que en las cuentas anuales no está todo. No te explican cómo gestionan el negocio, ni cuáles son realmente sus ventajas competitivas, pero sí son una herramienta indispensable para verificar qué reflejo tiene en los resultados lo que la compañía dice que hace. Este ejercicio de transparencia, que bien podría ser mayor, es fundamental para poder confiar o no en lo que nos cuenta la dirección de la compañía.

“En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro”. Esta famosa cita de Manuel Azaña también se aplica al mundo de las inversiones.

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