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Cuando la demanda cambia, hay que invertir
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Cuando la demanda cambia, hay que invertir

Muchas empresas han quebrado o quebrarán en los próximos meses, pero hay otras que nacen o que crecerán debido a las oportunidades

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2020 ha sido, sin duda, el peor año de las últimas décadas para la hostelería. El cierre temporal de sus establecimientos y la reducción del aforo permitido han supuesto una merma en los ingresos que ni el empresario más pesimista podría vaticinar hace doce meses.

A pesar de ello, muchos de esos establecimientos han invertido más que otros años en su futuro. Han acondicionado sus terrazas y han mejorado sus procesos para aumentar su capacidad de servir a domicilio. Es decir, han realizado o están realizando desembolsos extraordinarios justo cuando menos se lo pueden permitir sus cuentas de resultados, porque tienen que adaptarse a las necesidades de sus clientes.

El esfuerzo de este sector es solamente un ejemplo de algo que se repite en la mayoría (textil, hoteleras, banca, supermercados, etc). A pesar de las pérdidas que muchas empresas tendrán este año, deben acometer inversiones para no quedarse fuera de juego en un mundo cada vez más digitalizado. No pueden esperar a que mejoren sus ingresos para invertir porque corren un elevado riesgo de que sus clientes acaben en su competencia.

Muchas empresas han quebrado o quebrarán en los próximos meses, pero hay otras que nacen o que crecerán debido a las oportunidades

Esta situación, que supone un auténtico quebradero de cabeza para la mayoría de los empresarios, es muy positiva a nivel macroeconómico. Lejos de dejar la economía en un largo estancamiento como el generado durante la crisis de crédito, el esfuerzo empresarial supondrá un revulsivo para la contratación y la actividad económica. En la situación actual, nadie puede quedarse parado esperando tiempos mejores.

Es cierto que muchas empresas han quebrado o quebrarán en los próximos meses, pero también hay muchas otras que nacen o que crecerán debido a las oportunidades que generan los cambios de hábito de sus potenciales clientes.

Foto: Una mujer pasa ante una tienda en rebajas. (EFE)

Como inversores debemos incorporar esta realidad en nuestro análisis. A nivel macroeconómico, asistiremos a una recuperación rápida, cuando lo permita una pandemia que todavía no podemos dar por vencida. A nivel empresas, veremos cambios muy significativos en las cuotas de mercado en la mayoría de los sectores. Colapsarán algunas empresas que han sido líderes durante décadas y serán sustituidas por otras que hasta hoy han jugado un papel mucho más modesto o son desconocidas por el gran público.

En este entorno, la posición competitiva de las empresas, el talento de las personas que dirigen los negocios y la capacidad de adaptación de las organizaciones, son los activos más valiosos que tienen las compañías. Ninguno de los tres está reflejado en el balance.

2020 ha sido, sin duda, el peor año de las últimas décadas para la hostelería. El cierre temporal de sus establecimientos y la reducción del aforo permitido han supuesto una merma en los ingresos que ni el empresario más pesimista podría vaticinar hace doce meses.

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