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Libertad para elegir plan de pensiones
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Juan Gómez Bada

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Libertad para elegir plan de pensiones

La reforma de los planes de pensiones está en marcha y sus cambios tendrán dos graves consecuencias que la mayoría de los ciudadanos todavía no ve

Foto: Manifestación en defensa de las pensiones (EFE)
Manifestación en defensa de las pensiones (EFE)

La reforma de los planes de pensiones está en la cocina. Según han anunciado, las ventajas fiscales se centrarán en los planes de empleo y los planes individuales perderán su atractivo. Estos cambios persiguen dar poder a la negociación colectiva y reducir costes de gestión. Sin embargo, tienen dos graves consecuencias que la mayoría de los ciudadanos todavía no ve:

Primero, se elimina la libertad para elegir dónde invertir el ahorro que destinas a tu pensión. Actualmente, en un plan individual eliges tú entre una gama relativamente amplia de productos y entidades, en uno de empleo elige tu empresa y/o los sindicatos. Esto ha provocado que las empresas deban tomar una decisión que ni les va ni les viene y que los agentes sociales hayan encontrado vías para obtener ingresos adicionales participando en los negocios a los que se contrata la gestión de los planes de pensiones. La nueva reforma prevé la creación de un macrofondo, café para todos, que incluya también a los empleados de las pymes y autónomos.

Foto: El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. (EFE)

Con el argumento de que negociando colectivamente será más barato, quieren restringir la libertad individual. Si el Estado nos obligara a comprar coches de un determinado fabricante, el precio seguro que sería más barato y al principio podríamos quedar contentos. Con el tiempo iríamos a otros países con mayor oferta a comprar coches de mucha mejor calidad e incluso a menores precios.

Segundo, aumenta el control político de los instrumentos que canalizan el ahorro hacia la inversión. Los políticos podrán decidir de manera indirecta en qué invierten los planes de pensiones, a qué empresarios financian, y a cuáles no, con el dinero de todos. Pueden sacar una ley para que se indexen al Ibex, a otro índice, para que inviertan en empresas con determinadas características o, incluso, si la deuda pública aprieta, podrían integrar los planes de pensiones privados en la Seguridad Social quedándose con el dinero privado con el pretexto de reducir deuda.

Esto lo hizo nuestro vecino Portugal en 2011 con los planes de pensiones de 40.000 empleados del sector bancario. Sí, esto sigue ocurriendo dentro de la UE, dentro de la Eurozona y en el siglo XXI. Si el dinero hubiera estado en planes individuales habría sido mucho más complicado quedarse con él. Realmente era un dinero cautivo que pasó a tener otro grado de cautiverio diferente.

El retorno de las inversiones en plazos largos es tan importante o más que el dinero que se ahorre

Si restringir la libertad de elección no es un escándalo es porque la mayoría de los ciudadanos percibe sus ahorros para las pensiones como una hucha; les da igual lo que se haga con el dinero siempre que siga ahí para cuando lo necesite. Sin embargo, la realidad no es así.

El dinero, para que no pierda valor, se invierte en bonos, acciones, inmuebles o donde se considere. Por ello, el retorno de las inversiones en plazos largos es tan importante o más que el dinero que se ahorre. Por estos motivos, lo sensato es no querer que cualquiera gestione nuestro dinero, aunque sea «gratis». Es preferible pagar más comisiones por la gestión de las personas en las que más confiemos o gestionarlo uno mismo, como en los planes 401(k) norteamericanos.

Una cosa es el esquema laboral, jurídico y fiscal con el que los ciudadanos ahorran para su jubilación y otra bien diferente es el derecho a decidir cómo invertir esos recursos. No debemos dejar que los políticos y sus amigos nos quiten la libertad para elegir cómo invertir el ahorro, no debemos permitir que se apropien de nuestras pensiones.

La reforma de los planes de pensiones está en la cocina. Según han anunciado, las ventajas fiscales se centrarán en los planes de empleo y los planes individuales perderán su atractivo. Estos cambios persiguen dar poder a la negociación colectiva y reducir costes de gestión. Sin embargo, tienen dos graves consecuencias que la mayoría de los ciudadanos todavía no ve:

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