Rumbo Inversor
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Las dos fases del viaje del inversor
Si algo tienen en común Inditex, Amazon, Google o Tesla es que el mejor momento para invertir en ellas no es cuando llevan décadas de dividendos crecientes, sino todo lo contrario
Recientemente un inversor me explicaba cómo había ido evolucionando su forma de pensar sobre las inversiones en los últimos diez años. Ese viaje lo ha hecho leyendo, aprendiendo de sus decisiones de inversión en acciones, bonos y fondos y, sobre todo, por su experiencia profesional: hace diez años era trabajador por cuenta ajena y ahora dirige su empresa. En este tiempo ha pasado de la fase 1 a la fase 2. Veamos cuáles son las diferencias:
Fase 1: El valor está en la empresa
Los inversores de esta fase piensan que el valor ya está en las compañías y que lo difícil es identificarlo. Centran el análisis en la cuenta de resultados y en la evolución de estos durante muchos años. Eligen invertir en empresas que cumplan determinados ratios financieros, que hayan tenido dividendos crecientes y, en general, toman decisiones por los buenos resultados que obtuvieron en el pasado.
Estos inversores piensan que, aunque el beneficio no está todavía en las empresas porque lo tienen que generar en años venideros, lo que sí está totalmente definido, comprobado y en marcha es la “maquinaria” que genera los beneficios al vender productos y servicios a sus clientes. A menudo, extrapolando esos beneficios y crecimientos, calculan un “valor intrínseco” para cada compañía y toman sus decisiones de inversión en función de la cotización respecto al valor que ellos estiman.
Fase 2: El valor se construye, hoy sólo están los cimientos
Sin renunciar a las herramientas de análisis de la fase anterior, los inversores en esta fase dan mucha más importancia a lo que la empresa será en el futuro.
Este tipo de inversores saben que los entornos competitivos evolucionan. Por otro lado, aceptan mejor invertir en empresas que hasta el momento de la inversión hayan tenido bajos ingresos, estén en pérdidas o tengan un elevado endeudamiento por un motivo justificado.
Por supuesto, prefieren invertir en compañías en las que el punto de partida sea elevados beneficios y grandes flujos de caja, pero son conscientes de que normalmente las mejores oportunidades de inversión las ofrecen las empresas con otro perfil financiero. El alto crecimiento normalmente requiere de enormes necesidades de financiación y el desarrollo de ventajas competitivas sostenibles suele llevar aparejadas inversiones que durante varios años generan pérdidas contables.
Vistas las diferencias, podemos entender por qué en la fase 1 suelen estar la mayoría de los ahorradores o inversores particulares. También se sitúan en esta fase muchos analistas e inversores profesionales, sobre todo al inicio de su carrera profesional.
En la fase 2 están los emprendedores que crean sus propios negocios, grandes empresarios, máximos dirigentes de las empresas y los inversores que mejor comprenden lo que es realmente una empresa.
El paso de la fase 1 a la 2 es habitual en muchísimos inversores a medida que aumenta su experiencia y crecen profesionalmente. Por el contrario, no conozco a nadie que haya vuelto de la fase 2 a la fase 1.
Si algo tienen en común Inditex, Amazon, Google, Tesla es que el mejor momento para invertir en ellas no es cuando llevan décadas de dividendos crecientes
Espero que estas líneas sirvan al lector para reflexionar y que sea capaz de poner al menos en duda todas esas estrategias de inversión dirigidas a captar inversores en la fase 1 y que tanto éxito comercial tienen.
Una de ellas es la de los «dividend kings» o «dividend aristocrats», que consiste en invertir en empresas con dividendos crecientes durante décadas. Además, argumentan que esta estrategia ha ido mejor que el S&P 500. Si hicieran los cálculos en cualquier momento, pero desde que se identifican esos valores hacia adelante, no hacia atrás, se darían cuenta que en el largo plazo esa premisa no es cierta.
Si algo tienen en común Inditex, Amazon, Google, Tesla y la mayoría de cotizadas es que el mejor momento para invertir en ellas no es cuando llevan décadas de dividendos crecientes, sino todo lo contrario, cuando crecen mucho y todavía no reparten dividendo.
Eso sí, los argumentos dirigidos a inversores en la fase 1 son más intuitivos y por tanto más fáciles de explicar y de entender.
Mi consejo para pasar a la fase 2 es ponerse en la piel del máximo dirigente de las empresas y ver el negocio con sus ojos. Seguro que te importa mucho más cómo llegar a potenciales clientes, su proceso de compra, tu posición competitiva, la gestión de tus recursos humanos, financieros y la dirección operativa de la compañía que los resultados del año pasado, de este año o del que viene. En mi opinión, es desde ese punto de vista desde el que hay que analizar las inversiones.
Recientemente un inversor me explicaba cómo había ido evolucionando su forma de pensar sobre las inversiones en los últimos diez años. Ese viaje lo ha hecho leyendo, aprendiendo de sus decisiones de inversión en acciones, bonos y fondos y, sobre todo, por su experiencia profesional: hace diez años era trabajador por cuenta ajena y ahora dirige su empresa. En este tiempo ha pasado de la fase 1 a la fase 2. Veamos cuáles son las diferencias: