Rumbo Inversor
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¿Está tu cartera preparada para la guerra?
Los negocios mejor preparados son aquellos que tienen ventajas competitivas sostenibles en el tiempo, aquellos con más capacidad de adaptarse a las necesidades de sus clientes
Hay una guerra que lleva librándose desde hace mucho tiempo y que es muy diferente a la iniciada por Rusia en Ucrania: la guerra de las empresas por los clientes.
Es una guerra en la que se compite por hacer algo bueno para un tercero: consiste en ingeniárselas para ofrecer los mejores bienes y servicios a los clientes, y cobrar por ello. Es una guerra a muerte: la empresa que no consigue atraer clientes se ve abocada a la quiebra. Los ganadores, los accionistas y directivos de las empresas que tienen éxito, obtienen atractivas recompensas.
En este escenario bélico, los inversores debemos analizar qué empresas son las que están mejor preparadas para conseguir clientes. Debemos ser conscientes de que existe este enfrentamiento y debemos entender el sentido de las estrategias, las tácticas, la diferencia de fuerzas y la diversidad en las propuestas de valor; si no, estaremos perdidos.
Los negocios mejor preparados son aquellos que tienen ventajas competitivas sostenibles en el tiempo, aquellos que tienen más capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes de sus clientes.
La adaptación al cambio es la característica fundamental para sobrevivir y obtener buenos resultados.
La razón principal por la que las empresas se adaptan rápidamente a los cambios es que los directivos tengan alineados los intereses con los accionistas, es decir, que sientan la empresa como propia. Si es así, estarán siempre pensando en satisfacer las necesidades (actuales y futuras) de sus clientes y desarrollarán las nuevas líneas de negocio dentro de la empresa, generando valor para el accionista.
En el momento que los directivos dejan de pensar así y se preocupan más por su propio beneficio, las empresas frenan su capacidad de adaptación.
En la segunda guerra mundial Renault fabricó tanques. Se adaptó a la demanda de vehículos que había entonces y permitió a la empresa no solo sobrevivir, sino posicionarse para convertirse en un jugador fundamental del sector automovilístico las siguientes décadas. Hoy, no ocurre lo mismo: la capacidad de adaptación de la misma compañía es mucho menor que la de otros competidores.
Como explicaba, los inversores debemos conocer esta guerra y, debemos estar preparados para todo tipo de entorno de mercados. Debemos tener el estómago preparado para aguantar fuertes caídas en la valoración del patrimonio y vivir con minusvalías latentes durante años, o utilizar coberturas que mitiguen esos riesgos.
Como expliqué en este artículo, las coberturas de índices y las de tipos de interés son muy útiles; no solamente aportan valor en determinados momentos como el actual, sino también a largo plazo.
Es analizando las empresas con este enfoque, y protegiendo la cartera ante caídas de mercado, como se invierte mi patrimonio y el de los coinversores de Avantage Fund desde hace 8 años.
Hay una guerra que lleva librándose desde hace mucho tiempo y que es muy diferente a la iniciada por Rusia en Ucrania: la guerra de las empresas por los clientes.