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Nos merecemos una regulación bancaria mejor
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Nos merecemos una regulación bancaria mejor

El principal motivo que ha llevado a Silicon Valley Bank (SVB) a la quiebra es sufrir fuertes pérdidas en lo que regulatoriamente se consideran «activos sin riesgo».

Foto: Foto: iStock.
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El principal motivo que ha llevado a Silicon Valley Bank (SVB) a la quiebra es sufrir fuertes pérdidas en lo que regulatoriamente se consideran «activos sin riesgo». Se trata de bonos —deuda pública— a los que se les asigna riesgo 0% en el cálculo del ratio de capital. A pesar de que en realidad tienen un riesgo significativo y bien conocido por los reguladores, estos prefieren mirar para otro lado.

Si SVB hubiera invertido en bonos a tres meses en lugar de en bonos a largo plazo, no habría quebrado. De eso también son conscientes los reguladores, pero en lugar de asignar un riesgo a los activos (sean públicos o privados) creciente en función del plazo, utilizan una tabla rasa por categoría y también miran a otro lado.
La consecuencia de estas decisiones es trágica: el principal indicador de solvencia de las entidades financieras es inútil. Un banco puede tener uno de los ratios de capital más elevados y a la vez estar en quiebra técnica por la depreciación de los bonos en cartera.

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Por otro lado, la venta de Credit Suisse a UBS se ha saltado la supuesta prelación de pagos establecida tras la crisis financiera de 2008, imponiendo pérdidas a algunos bonos «Aditional Tier 1» antes que a los accionistas.

¿Quién ha hecho mal? El regulador suizo no. Ha hecho exactamente lo que le permiten las condiciones de los bonos emitidos por Credit Suisse. A pesar de ello, los inversores se han llevado las manos a la cabeza y otros reguladores se han apresurado a anunciar que, en caso de intervención, ellos harán perder el capital primero a los accionistas.

La responsabilidad es de quien redactó las condiciones de los AT1 y de los inversores que las aceptaron. Si se hubiera querido que los bonistas sufran pérdidas antes que los accionistas, debería haberse especificado en la emisión como una condición necesaria para que incurran los bonos en pérdidas. Es más, en la mayoría de AT1, no en los emitidos por Credit Suisse, se establecieron cláusulas de conversión en acciones con un precio mínimo («floor price») que en condiciones de bancos en problemas suele ser muy superior al precio de mercado. Es decir, los folletos de emisión explican con pelos y señales el método por el cual generan pérdidas a los poseedores de AT1 y, mediante el cual, los accionistas ganan relativamente en un ventajoso canje de conversión.

Foto: El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. (Mariscal/EFE)

Por otro lado, en los pagos ocurre lo mismo. Si se hubiera querido evitar que los bancos paguen dividendos, pero no paguen intereses a los AT1, habrían puesto la famosa cláusula «dividend stopper» que tenían las emisiones Tier 1 previas a 2008.

¿Por qué deliberadamente se omitieron estas cláusulas de protección a los poseedores de AT1 frente a los accionistas y se incluyeron esos precios mínimos en las conversiones? La respuesta es evidente: para utilizarse en contra de los acreedores y a favor de los accionistas, como ha hecho el regulador suizo.

Proteger a los inversores de AT1 frente a los accionistas habría sido muy lógico, muy sencillo y más claro para todas las partes. Además, habría reducido el coste de las emisiones para los bancos. No obstante, se eligió otro camino.

Proteger a los inversores de AT1 frente a los accionistas habría sido muy lógico, muy sencillo y más claro para todas las partes

Esta situación también era conocida. Sin embargo, en este caso los reguladores no miraron para otro lado. Aquí los reguladores se esforzaron mucho para conseguir un tipo de emisión en el que puedan asumir pérdidas los bonistas AT1 sin que los accionistas las asumieran primero. Era algo imposible de conseguir, pero consiguieron cuadrar el círculo. El método fue vender un círculo, pero dar a entender que es un cuadrado.

Lo mismo ocurrió con los bonos senior no preferentes: los bancos emiten un bono subordinado que puede absorber pérdidas y te cuentan que es un bono senior (por definición, no subordinado) para que puedan invertir en él fondos de inversión que por folleto tienen prohibido invertir en deuda subordinada.

Creo que ha llegado el momento de que seamos justos con nosotros mismos. No vamos a ningún lado sacando riesgos enormes del ratio de capital ni siendo engañosos con las emisiones de deuda. Resolver estos problemas es muy sencillo.

Foto: Edificio de JPMorgan Chase en Nueva York. (EFE/Justin Lane)

Lo más grave de la situación actual es que la opinión pública todavía no se ha dado cuenta de que tras la quiebra de SVB el crédito bancario a la economía se ha cerrado. No hace falta esperar a tener estadísticas para ser conscientes de ello.

En la situación actual, en la que casi cualquier banco puede caer si a sus clientes o al mercado le entra el pánico ¿qué harías tú si fueses el CEO de un banco?, ¿ser agresivo o defensivo?, ¿darías crédito o guardarías liquidez por si acaso?

El principal motivo que ha llevado a Silicon Valley Bank (SVB) a la quiebra es sufrir fuertes pérdidas en lo que regulatoriamente se consideran «activos sin riesgo». Se trata de bonos —deuda pública— a los que se les asigna riesgo 0% en el cálculo del ratio de capital. A pesar de que en realidad tienen un riesgo significativo y bien conocido por los reguladores, estos prefieren mirar para otro lado.

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