Rumbo Inversor
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Charlie Munger: «En cien años el valor del dinero se irá a cero»
Con una inflación del 2%, se perdería el 86% del poder adquisitivo en cien años. Si los precios aumentan un 3%, la capacidad de compra se reduce en un 95%
Charlie Munger, el conocido socio de Warren Buffet, sostiene que el valor de las monedas será casi nulo dentro de cien años. Esa es la hipótesis con la que trabaja. Al escucharlo, me sorprendí tanto por su perspectiva poco convencional como por mi coincidencia con esta afirmación simple, pero contundente.
Haciendo números, la afirmación de Munger es indiscutible incluso cuando consideramos la «estabilidad de precios». Por ejemplo, con una inflación del 2%, se perdería el 86% del poder adquisitivo en cien años. Si los precios aumentan un 3%, la capacidad de compra se reduce en un 95% en ese mismo período. Con una inflación del 5%, el valor del dinero se reduce a menos del 1%.
Además, si observamos la historia, nos daremos cuenta de que existen momentos a lo largo de un siglo en los que el dinero pierde su valor rápidamente y de manera abrupta, sin recuperarlo posteriormente. Este fenómeno suele suceder después de períodos de creación monetaria sostenida.
Aun así, el aspecto que me resulta más fascinante es la reflexión filosófica que implica. Debemos comprender que el valor de los billetes que hoy manejamos y con los que adquirimos diversos bienes y servicios, se reducirá a casi nada. Aunque nos sea difícil aceptarlo, es una realidad que debemos asimilar.
Entender que lo que hoy tiene valor mañana puede no tenerlo, no es algo intuitivo. Contradice nuestra manera habitual de medir las ganancias de los activos a corto y medio plazo, donde usamos la moneda como unidad de medida. Parece que nuestra unidad de cuenta mantiene un valor estable, pero no es así. Además, para complicarlo, esta moneda se deprecia con el tiempo a un ritmo que no es constante.
¿Qué podemos hacer para tener una medida más estable del valor de un activo? Hacia atrás podemos actualizar los importes según la inflación y, mucho más relevante, hacia adelante debemos pensar siempre en términos reales. Al analizar cualquier negocio, no podemos considerar constantes ni los precios de venta de los bienes o servicios ni los costes de los suministros o salarios. Debemos estimar su evolución futura en términos relativos. Unos factores frente a otros independientemente de la divisa que haya en el futuro y el valor que ésta tenga.
Un aspecto crucial cuando consideramos períodos de más de 10 años son los impuestos. Si la moneda se deprecia significativamente y vendemos activos, pagamos altas ganancias de capital, aunque el poder adquisitivo de nuestra riqueza disminuya.
Por lo tanto, es vital, más de lo que la mayoría intuye, que invirtamos en activos en los que podamos diferir al máximo el pago de impuestos por plusvalías. Se pagan muchos más impuestos si se afloran plusvalías cada año que si se mantienen latentes los beneficios durante lustros o décadas. En plazos largos casi todo el valor de los activos suele ser plusvalía nominal aunque no haya aumentado el valor real. Y si podemos dejar en herencia los activos sin aflorar ganancias, mucho mejor para nuestros herederos. En caso de herencia, no se aplica la ganancia de capital del difunto y el heredero paga la misma cantidad de impuestos, independientemente de si el activo fue recién comprado o adquirido hace décadas a una fracción de su precio actual.
En conclusión: al invertir a largo plazo es fundamental tener en cuenta que el dinero se deprecia mucho más rápido de lo que parece. Entender que el dinero no tendrá valor en cien años es algo similar a la famosa frase «pienso, luego existo» de Descartes: es un punto de partida prudente y sensato desde el cual los inversores debemos construir e identificar qué tiene valor para nosotros y qué no.
Charlie Munger, el conocido socio de Warren Buffet, sostiene que el valor de las monedas será casi nulo dentro de cien años. Esa es la hipótesis con la que trabaja. Al escucharlo, me sorprendí tanto por su perspectiva poco convencional como por mi coincidencia con esta afirmación simple, pero contundente.
Haciendo números, la afirmación de Munger es indiscutible incluso cuando consideramos la «estabilidad de precios». Por ejemplo, con una inflación del 2%, se perdería el 86% del poder adquisitivo en cien años. Si los precios aumentan un 3%, la capacidad de compra se reduce en un 95% en ese mismo período. Con una inflación del 5%, el valor del dinero se reduce a menos del 1%.