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¿Atraer o expulsar la inversión? La larga sombra del Ibex
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Juan Gómez Bada

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¿Atraer o expulsar la inversión? La larga sombra del Ibex

Esa punta visible del iceberg, debería ser lo más grande y representativa posible. Si pudiera tener espacio para 100 o 200 compañías, daría mejor información que si solo incluye 35

Foto: Una pantalla en el Palacio de la Bolsa de Madrid. (EP/Eduardo Parra)
Una pantalla en el Palacio de la Bolsa de Madrid. (EP/Eduardo Parra)

Los flujos de inversión son uno de los factores más relevantes para el crecimiento de un país. El espectacular desarrollo económico que ha tenido China en las últimas cuatro décadas se debe, en gran parte, al enorme flujo de dinero de todo el mundo que se ha canalizado para generar riqueza en ese país. Ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza y le han convertido en la segunda economía a nivel global (primera por poder de compra). Esos mismos flujos de inversión muestran también el final de la época dorada de China. En 2023 han continuado descendiendo y en el tercer trimestre del año se han vuelto negativos porque se va más dinero del que entra.

Estados Unidos sigue siendo el destino principal de la inversión extranjera, medida en dólares. Su atractivo se ha fortalecido recientemente, en parte debido al crecimiento de la gestión pasiva. Los inversores buscan indexarse a índices como el S&P 500 o el MSCI World (donde las compañías estadounidenses representan el 70% del índice).

Por otro lado, incluso en España son relativamente pocos los inversores que quieren ligar el futuro de su patrimonio al Euro Stoxx 50 o al Ibex 35.

Los índices bursátiles son mucho más de lo que aparentan. Son la punta del iceberg de la realidad empresarial de un país. Representan muy poco porcentaje del valor que genera una economía, pero es la parte más visible. Los índices actúan como un escaparate, muestran algunas de las empresas más destacadas de cada país e invitan, o no, a pasar dentro.

Los inversores que tienen puesto su foco en startups, empresas de nueva creación o no cotizadas de cualquier tamaño utilizan los múltiplos a los que se valoran las cotizadas como referencia a la hora de ofrecer más o menos capital y deuda a las empresas. En otras palabras, cuanto mejores sean las empresas que pongamos en el escaparate y más alto coticen, más dinero fluirá hacia las compañías más pequeñas o de nueva creación.

Ese escaparate, esa punta visible del iceberg, debería ser lo más grande y representativa posible. Si pudiera tener espacio para 100 o 200 compañías, daría mejor información que si solo incluye 35. En la era de la Inteligencia Artificial no cuesta mucho calcular un índice con más participantes. Además, la economía española de hoy no es menos de lo que era la británica cuando apareció el FTSE 100.

Sin embargo, es más importante la calidad que la cantidad. Lo más relevante es que cuidemos bien lo que aparece en ese escaparate. Deben ser buenas alternativas de inversión. Si en media son proyectos muy rentables, habrá muchos inversores interesados en invertir lo antes posible en la próxima empresa parecida con el objetivo de obtener una rentabilidad similar.

Si en media son proyectos muy rentables, habrá muchos inversores interesados en invertir lo antes posible en la próxima empresa parecida

Por el contrario, hacemos un flaco favor al país cuando se permiten compañías en ese escaparate que no defienden los intereses de sus dueños, sino intereses políticos o que mantienen enormes conflictos de interés que ofrecen la posibilidad a los directivos llevarse más de lo que les corresponde.

Hacemos, también, un flaco favor al país cuando las compañías modelo deben hacer frente a impuestos especiales diseñados específicamente para ellas (energéticas y bancos) o deben hacer frente a desorbitados costes en indemnizaciones por despido para agradar a los sindicatos: el coste medio del último ERE de Telefónica es de 380.000 euros por empleado, importe parecido al premio de un décimo del gordo de navidad. Todo a costa de los accionistas.

Por lo tanto, la imagen que proyectan las compañías en nuestro escaparate necesita mejorar. A ojos de los inversores, la calidad media de los negocios del índice de referencia español es muy deficiente. Personalmente, a pesar de ser español, si solo pudiera invertir en España a través del Ibex, no invertiría.

Hacemos un flaco favor al país cuando las compañías modelo deben hacer frente a impuestos especiales diseñados específicamente

Afortunadamente, puedo elegir las compañías. Por ello, los dos fondos de inversión y el plan de pensiones que asesoro, a pesar de ser globales, invierten en muchas empresas españolas. No porque confíe más en la economía española que en otras, sino porque confío en determinados modelos de negocio y en las personas que los dirigen más que en otras cotizadas de otros lugares. Es decir, aunque considere insuficiente la calidad media del Ibex no significa que no haya buenas oportunidades de inversión en algunos valores cotizados, incluso dentro del Ibex.

El primer ejecutivo de una compañía es mucho más que su trabajo; la sombra que proyecta en toda la organización es muy relevante para el éxito de la empresa. De la misma manera, una compañía del Ibex es mucho más de lo que genera; es un espejo en el que se miran muchos empresarios y es una referencia muy relevante para los inversores que invierten en otras empresas españolas. Por último, en un entorno donde la gestión pasiva tiene un peso relevante, tenga sentido o no, existe un incentivo adicional para mostrar la mejor cara posible en un escaparate capaz de atraer inversión al país.

Los flujos de inversión son uno de los factores más relevantes para el crecimiento de un país. El espectacular desarrollo económico que ha tenido China en las últimas cuatro décadas se debe, en gran parte, al enorme flujo de dinero de todo el mundo que se ha canalizado para generar riqueza en ese país. Ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza y le han convertido en la segunda economía a nivel global (primera por poder de compra). Esos mismos flujos de inversión muestran también el final de la época dorada de China. En 2023 han continuado descendiendo y en el tercer trimestre del año se han vuelto negativos porque se va más dinero del que entra.

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