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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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La rentabilidad de tu patrimonio depende de ti

Estamos otra vez en una época en la que el dinero que se queda en las cuentas corrientes genera «una pasta» para los bancos y banqueros mientras el valor real del capital de los clientes va disminuyendo

Foto: La rentabilidad de tu patrimonio depende de ti. (iStock)
La rentabilidad de tu patrimonio depende de ti. (iStock)

Hace casi veinte años quedé a comer con un amigo de la infancia en un restaurante de la calle Juan Bravo de Madrid. Llevábamos varios años sin vernos y aprovechamos para ponernos al día en temas de estudios universitarios y trabajo. Estábamos los dos en el sector financiero. Él, en banca comercial (de cara al cliente) y yo, gestionando fondos (en la cocina).

Me contó que estaba muy contento porque iba consiguiendo sus objetivos comerciales y eso le reportaría el cobro de un buen bonus. Ese día estaba eufórico porque se había reunido con un nuevo cliente que le iba a llevar 2 millones de euros a la oficina.

Mi pregunta fue: ¿en qué lo va a invertir? Su respuesta no se me olvidará nunca: «Todavía no lo sé, nos reuniremos otra vez en un par de meses, pero solamente el tiempo que deja el dinero en la cuenta corriente me va a generar una pasta». Me quedó claro que el objetivo de mi amigo era lograr sus objetivos comerciales y que lo que consiguiera o no su nuevo cliente no le preocupaba en absoluto.

Estamos otra vez en una época en la que el dinero que se queda en las cuentas corrientes genera «una pasta» para los bancos y banqueros mientras el valor real del capital de los clientes va disminuyendo. ¿Por qué no lo invierten al menos en fondos monetarios?

Foto: Sede de Gescooperativo en Madrid. (Cedida)

Según datos de Inverco, a finales de 2021 había 33.613 millones de euros en fondos monetarios y de renta fija a corto plazo en euros. En ese momento los rendimientos de estos productos eran negativos y se sabía de antemano que los clientes tendrían pérdidas por ellos. Sin embargo, nadie les decía que salieran de allí. Los bancos y banqueros ganaban menos si se los llevaban a cuenta corriente.

A 31 de enero de 2024 hay 49.749 millones de euros en estos mismos productos. Hay más que en 2021, pero considerablemente menos de lo esperado si los clientes estuvieran informados de que el valor liquidativo de estos fondos aumentará semanalmente, con rendimientos difícilmente inferiores al 2,5% en los próximos 12 meses, además de ofrecer liquidez diaria.

Como referencia, en 2005 había 99.432 millones de euros en estos fondos —el doble de la cantidad actual—, a pesar de un incremento del 58% en el PIB nominal desde entonces. Esto plantea la cuestión de por qué los bancos no recomiendan a sus clientes trasladar grandes saldos a fondos monetarios, una estrategia que beneficiaría a ambas partes. La respuesta es simple: los bancos obtienen mayores beneficios cuando los clientes mantienen su dinero en cuentas o depósitos con menor remuneración.

Estos hechos demuestran que los ahorradores no pueden esperar a que su banco les recomiende lo mejor para ellos, porque no va a ocurrir. Las gestoras publican hoy las rentabilidades objetivo de los fondos de renta fija, pero en 2021 no lo hacían. No querían espantar a los inversores con rentabilidades esperadas negativas o próximas al 0%.

A los ahorradores no les queda más remedio que interesarse por su patrimonio si no quieren que pierda poder adquisitivo rápidamente. Deben preguntar a conocidos, valorar alternativas e ir adquiriendo poco a poco conocimientos financieros. A largo plazo, la rentabilidad que obtienen los inversores depende más de su educación financiera que de otros factores.

Invertir implica confiar en terceros, lo cual es inevitable. Sin embargo, sin un mínimo de conocimientos financieros y dedicación, no se puede evaluar la competencia y desempeño de las personas en las que confiamos.

Hace casi veinte años quedé a comer con un amigo de la infancia en un restaurante de la calle Juan Bravo de Madrid. Llevábamos varios años sin vernos y aprovechamos para ponernos al día en temas de estudios universitarios y trabajo. Estábamos los dos en el sector financiero. Él, en banca comercial (de cara al cliente) y yo, gestionando fondos (en la cocina).

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