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Operaciones vinculadas: ¿Precio de mercado? ¡Claro, cómo no!
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Operaciones vinculadas: ¿Precio de mercado? ¡Claro, cómo no!

¿Qué ocurre cuando alguien controla el cliente y el proveedor? ¿a qué sociedad enviará los beneficios?

Foto: ¿Precio de mercado?. (Getty Images)
¿Precio de mercado?. (Getty Images)

¿Cuál es el precio de mercado de un kilo de tomates? ¿Y el de unos pantalones? ¿Y el de un coche? Seguramente, la mayoría de ustedes tienen en mente un rango de precios en lugar de un precio específico. Ahora, tomemos un ejemplo más concreto: unos pantalones vaqueros. ¿Cuánto valen? La mayoría estaría de acuerdo en que oscilan entre 20 y 120 euros. Si alguien me contratara para determinar si 20 o 120 euros son precios de mercado, afirmaría que sí en ambos casos, a pesar de que la diferencia entre ellos sea de 6 veces. Claro, hay vaqueros que se venden por menos de 5 euros o más de 1.200 euros, pero sin justificación adicional no los consideraría como precios «de mercado». Este fenómeno se aplica a los tomates, a los coches y a la mayoría de los bienes; el precio de mercado es amplio y normalmente el precio de unos productos es varias veces el de otros similares.

En el caso de los servicios la diferencia es aún más marcada. ¿Cuánto cuesta un masaje? ¿Un abogado? ¿Un consultor? ¿La licencia mensual de un software? Si solicitas presupuestos a dos abogados para un mismo asunto, es probable que obtengas respuestas como 500 euros y 5.000 euros, 10 veces más por el mismo servicio.

Además, debemos considerar que el margen de beneficio neto de la mayoría de las empresas es inferior al 20% del precio de venta. Por lo tanto, pequeñas variaciones en el precio de venta, de tan solo un 20%, dentro del rango considerado de mercado pueden poner una empresa muy rentable en pérdidas o multiplicar el beneficio de una sociedad. Debemos tener en cuenta que el apalancamiento operativo de los buenos negocios suele ser muy elevado y por ello los beneficios son extremadamente sensibles al precio.

En estas circunstancias, ¿qué ocurre cuando alguien controla el cliente y el proveedor? ¿A qué sociedad enviará los beneficios? En estos casos, quien controla ambas empresas puede transferir fácilmente los beneficios de un lado a otro sin que haya manera de demostrar un perjuicio a alguna de las empresas involucradas. Estos precios de venta se conocen como precios de transferencia, y los beneficios se desplazan según la decisión de la persona que los controla.

Foto: Foto de Marga, Bali, Indonesia. (Pexels) Opinión

Si una empresa posee el 100% de la otra o los socios son exactamente los mismos no hay conflicto de interés, el problema surge cuando los dueños son diferentes y la persona que toma la decisión tiene mucho más interés en que los beneficios los genere una empresa concreta. En estos casos es muy probable que se engañe a los minoritarios de una de las empresas con precios de transferencia. Esta práctica se conoce como «tunneling».

Conscientes de esta realidad, los inversores no podemos confiar en el precio de mercado como un árbitro justo que determine como distribuir los beneficios entre las empresas.

Entonces, ¿qué podemos hacer para evaluar si debemos aceptar o no las operaciones vinculadas? Debemos analizar las siguientes cuatro características:

1º) Naturaleza: los inversores deben estudiar qué tipo de operación vinculada es y si tiene sentido o no. Por ejemplo, si un accionista con más del 5% de una entidad bancaria tiene dinero en cuenta corriente en esa misma entidad, esto constituye una operación vinculada que, en la mayoría de los casos, es aceptable y hasta esperada. Es más, sería poco leal que siendo accionista de ese banco tenga la mayoría de sus productos financieros en entidades de la competencia. Ejemplos muy diferentes son que los directivos sean dueños de las sociedades que proveen a la empresa que dirigen uva en el caso de una bodega, plasma a una compañía de hemoderivados o alimentos a un restaurante. Con esto no debería tragar ningún inversor.

2º) Tamaño: la escala de las operaciones vinculadas importa. No es lo mismo que un accionista importante tenga un crédito de 50.000 euros con un banco que uno de 500 millones de euros. Los inversores debemos analizar la actividad del cliente, su relación con la empresa y evaluar si el tamaño de esas operaciones vinculadas es razonable.

3º) Grado de control del posible beneficiado: no es igual una operación vinculada de un accionista que posee el 60% del capital que la de otro con el 5%, que no participa en la gestión y está controlado por otros accionistas con una mayor participación en la compañía.

4º) Motivos: nos tienen que convencer las explicaciones que nos ofrezca la compañía para incurrir en una operación vinculada. Es entendible que un directivo contrate como proveedor de ordenadores a la empresa en la que su cuñado es comercial o dueño si puede obtener significativos descuentos o consigue un mejor servicio postventa. Otro tema bien distinto es que se cree un tinglado de operaciones vinculadas de compraventas de sociedades y relaciones comerciales con empresas de los directivos sin ninguna explicación suficientemente razonable.

Es esencial analizar bien estos cuatro aspectos, aunque lleve tiempo. No hacerlo puede llevar a los inversores a adquirir acciones de un buen modelo de negocio sin obtener los beneficios esperados debido a que estos están siendo desviados hacia otro lado.

¿Cuál es el precio de mercado de un kilo de tomates? ¿Y el de unos pantalones? ¿Y el de un coche? Seguramente, la mayoría de ustedes tienen en mente un rango de precios en lugar de un precio específico. Ahora, tomemos un ejemplo más concreto: unos pantalones vaqueros. ¿Cuánto valen? La mayoría estaría de acuerdo en que oscilan entre 20 y 120 euros. Si alguien me contratara para determinar si 20 o 120 euros son precios de mercado, afirmaría que sí en ambos casos, a pesar de que la diferencia entre ellos sea de 6 veces. Claro, hay vaqueros que se venden por menos de 5 euros o más de 1.200 euros, pero sin justificación adicional no los consideraría como precios «de mercado». Este fenómeno se aplica a los tomates, a los coches y a la mayoría de los bienes; el precio de mercado es amplio y normalmente el precio de unos productos es varias veces el de otros similares.

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