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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Menos inversión: más pobreza

El episodio de Talgo no solo mina la confianza de los inversores extranjeros sino también la de los nacionales, que cada vez más dirigen sus ahorros hacia Estados Unidos

Foto: Acceso a la factoría de Talgo en Las Matas. (Europa Press/Alejandro Martínez)
Acceso a la factoría de Talgo en Las Matas. (Europa Press/Alejandro Martínez)

La semana pasada los inversores observamos una acción preocupante por parte del Gobierno español: la prohibición a una empresa privada (Magyar Vagón) de la Unión Europea de comprar Talgo, otra empresa privada de la Unión Europea. El motivo es que la operación «conllevaría riesgos insalvables para la seguridad nacional y el orden público» y se clasificó el expediente. Es decir, se ocultaron las explicaciones.

No obstante, la venta de Talgo a otra empresa privada de la Unión Europea (Skoda), que ofrece un precio menor, parece ser que no sería ningún problema para la seguridad nacional y el orden público. La verdad es que no queda claro por qué un comprador es válido y otro no.

Este episodio no solo mina la confianza de los inversores extranjeros sino también la de los nacionales, generando preguntas críticas: ¿qué sectores o empresas se consideran estratégicos? ¿A quién se puede vender y a quién no? ¿Hasta qué punto la situación de Talgo es la regla o la excepción?

Resulta paradójico que se discuta tanto sobre la atracción de inversión extranjera mientras se ignoran las perspectivas de los pequeños inversores españoles, quienes, cada vez más, dirigen sus ahorros hacia ETFs indexados al índice S&P 500, en lugar de invertir en el mercado local.

Foto: Factoría de Talgo Las Matas. (Europa Press/Alejandro Martínez)

Cuando se entiende el ciclo de vida de la financiación de una empresa —que suele pasar por varias fases: capital semilla; business angels; venture capital; private equity y salida a cotizar a bolsa—, se comprende por qué muchos emprendedores españoles, con las ideas más innovadoras y disruptivas, se van a Estados Unidos a poner en marcha sus proyectos.

El argumento principal de los emprendedores es que allí está la financiación, es decir, allí pueden ponerlos en marcha y aquí no. Por otro lado, los grandes fondos norteamericanos que les financian se sienten más cómodos jurídicamente financiando empresas americanas, aunque los fundadores sean extranjeros.

Los mercados necesitan contar con un conjunto de normas objetivas que generen confianza

La consecuencia es que el conocimiento (know-how), las oportunidades, el empleo de calidad y la riqueza se generan allí y aquí no. Si tienen éxito, serán grandes compañías americanas.

Desde el punto de vista político se suele pensar que lo importante es apoyar con caros incentivos fiscales a aquellos que inyectan el primer capital en las empresas, pero eso no es una buena aproximación al problema. El capital semilla necesita tanto emprendedores como a otros fondos de private equity más grandes a los que venderles sus participadas cuando termina su período de maduración, y, a su vez, los fondos de private equity necesitan mercados amplios donde sus participadas puedan salir a cotizar. Por último, los mercados necesitan ser ágiles, eficientes y contar con un conjunto de normas objetivas que generen confianza en emisores e inversores para crecer.

En otras palabras, generar conocimiento, oportunidades, empleo y riqueza depende directamente de la confianza de los inversores, tanto nacionales como extranjeros, en los mercados financieros de una economía.

Foto: Foto de la mesa redonda. (Fundación Notariado del Consejo General del Notariado)

Ahuyentar a los inversores con decisiones arbitrarias que no se justifican es darse un tiro en el pie. Lo de Talgo es una decisión tomada, pero todavía hay mucha confianza que se puede recuperar o perder. Ayudaría que se aclarasen las reglas del juego: qué es lo estratégico y qué no; a quién se puede vender y a quién no; hasta qué punto puede ocurrir lo mismo en otras cotizadas; qué consecuencias finales tienen las decisiones del Gobierno en el patrimonio de los inversores dueños de Talgo; etc.

Por otro lado, para construir un buen ecosistema de financiación a las empresas la mejor manera es hacerlo desde la demanda de inversión (ahorrador), no desde la oferta (quien ofrece el servicio). Lo más conveniente no suele ser «tirar de chequera» mediante subvenciones o deducciones fiscales, sino gozar de seguridad jurídica y agilidad para el desarrollo de las inversiones.

Si los ahorradores de cualquier lugar del mundo decidieran invertir en mayor medida su capital en proyectos productivos españoles, porque tuvieran motivos para confiar en los mercados donde cotizan esas empresas, financiarían a más de esas empresas. A su vez, esto generaría una industria más grande de fondos de inversión, private equity, venture capital y capital semilla que permitirían que la inversión fluyera en mayor volumen a los distintos proyectos empresariales desde los ahorradores particulares.

Foto: Logo de Bank of America en Nueva York. (Reuters/Brendan McDermid)

Si esto llegara a ocurrir, el emprendedor español no tendría que emigrar para emprender e incluso vendrían emprendedores de otros lugares. Es decir, dejaríamos de exportar los mejores embriones de empresas, que se desarrollarían en España y, además, importaríamos muchos de ellos. Lo más relevante es que gracias a esto, se generaría el empleo de calidad, técnicos y equipos directivos, que dentro de unos años saldría de las empresas en las que trabajan para emprender nuevos proyectos.

En conclusión, podemos elegir el camino que queremos seguir: dar la bienvenida a la inversión o ahuyentarla, generar riqueza o generar pobreza. No sé hasta qué punto es estratégico Talgo, pero mejorar las oportunidades profesionales de los españoles debería ser una prioridad.

La semana pasada los inversores observamos una acción preocupante por parte del Gobierno español: la prohibición a una empresa privada (Magyar Vagón) de la Unión Europea de comprar Talgo, otra empresa privada de la Unión Europea. El motivo es que la operación «conllevaría riesgos insalvables para la seguridad nacional y el orden público» y se clasificó el expediente. Es decir, se ocultaron las explicaciones.

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