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La huida de inversión y talento a Estados Unidos se acelera
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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La huida de inversión y talento a Estados Unidos se acelera

La marcha del emprendedor no solo se lleva a los profesionales que deciden crear una nueva empresa, sino que arrastra a todos aquellos que quieren desarrollar su carrera profesional

Foto: Una señal de Wall Street. (EFE/JUSTIN LANE)
Una señal de Wall Street. (EFE/JUSTIN LANE)

Hace unos días conversé con un profesional de BME (Bolsas y Mercados Españoles) sobre el desarrollo del mercado de valores español y su importancia para la financiación de las empresas nacionales. Durante la charla, me confesó que más del 70% de sus inversiones personales estaban en Estados Unidos. Su caso no es excepcional, sino representativo de una tendencia global: muchos ahorradores españoles, al igual que inversores de todo el mundo, optan por destinar su dinero al mercado estadounidense. Estas inversiones están teniendo un efecto muy claro en las cotizaciones.

Efectos de las decisiones de inversión

El flujo masivo de capital hacia Estados Unidos tiene repercusiones adicionales. La economía estadounidense crece más rápido; es más grande; cuenta con una regulación que protege mejor a los inversores; ofrece mayores libertades a los negocios y aplica menos impuestos tanto a empresas como a inversores. Estas ventajas, sumadas a rentabilidades pasadas superiores, atraen aún más capital, perpetuando el ciclo. Además, las proyecciones apuntan a una regulación y fiscalidad aún más favorables, incrementando la brecha frente a otras economías.

Esta dinámica tiene un efecto dominó. Las multinacionales aspiran a ser estadounidenses para beneficiarse de mejores condiciones de financiación. El caso de Ferrovial es conocido en España, pero en Europa y Canadá son numerosas las empresas que optan por cotizar en Estados Unidos o incluso trasladar su sede allí. Las que han tomado la decisión aún son muy pocas comparadas con las que se están planteando el traslado.

Por otro lado, la diferencia en valoraciones es contundente: mientras las empresas del S&P 500 cotizan a 28 veces sus beneficios, las del Euro Stoxx 50 lo hacen a 15 veces. Este desequilibrio permite a empresas norteamericanas adquirir compañías europeas en mejores condiciones, reforzando su posición en el mercado global. El mensaje para los primeros ejecutivos es cristalino: allí puedes desarrollar tu negocio con menores impedimentos, ganar más, pagar menos impuestos y encima los inversores te reconocen un valor que es más veces el beneficio que consigas.

Las multinacionales aspiran a ser estadounidenses para beneficiarse de mejores condiciones de financiación

Esta pérdida de empresas se produce a todos los niveles. Las grandes que se van son solamente la punta del iceberg. Es más difícil que una empresa muy grande se vaya por las presiones políticas. Las medianas lo tienen mucho más fácil. Un fondo estadounidense, que paga unos múltiplos más elevados que uno europeo, puede comprar cualquier compañía de tamaño medio y vendérsela a un competidor norteamericano unos años después.

A nivel emprendimiento la situación es dramática. Muchos emprendedores europeos que querrían establecer sus empresas aquí se deben ir a Estados Unidos para poder sacar sus proyectos adelante. Todo es más fácil si están allí y crean empresas americanas. Además, cuanto más innovador sea el modelo de negocio, más diferencia hay en las condiciones de financiación. Aquí ni los bancos ni los inversores tradicionales comprenden a menudo el sentido de lo planteado por el fundador. Allí entienden mejor lo que el emprendedor quiere hacer, porque han visto operaciones más parecidas, y confían en esa manera de hacer las cosas.

La marcha del emprendedor no solo se lleva a los profesionales que deciden crear una nueva empresa, sino que arrastra a todos aquellos que quieren desarrollar su carrera profesional, en principio por cuenta ajena, en nuevos negocios y donde la tecnología sea un factor relevante. Este talento encontrará un trabajo más atractivo y mejor remunerado donde crecen las mejores compañías.

La elección de Trump

Este mes los estadounidenses han elegido a Trump como su próximo presidente y las expectativas de las políticas que vaya a implantar están acelerando la huida de capital y talento hacia Estados Unidos. Nos puede gustar más o menos la política económica de Trump, pero va a tener consecuencias sobre el resto de los países porque está al frente de la primera economía del planeta.

Igual que cuando una empresa que es líder en un sector baja precios afecta al resto de competidores, entre economías ocurre lo mismo. Como competidor, probablemente te hubiera gustado que no bajase precios, pero lo ha hecho y debes reaccionar. Todos entendemos que no tiene sentido mantener abierta una panadería al lado de otra ofreciendo un producto claramente peor y más caro. El panadero deberá plantearse si prefiere entrar a competir de alguna manera o pedir trabajo en la panadería de al lado. Entre países acaba ocurriendo lo mismo. Puedes tratar de competir o convertirte en un satélite dependiente del más eficiente.

Estados Unidos va a bajar el impuesto de sociedades del 21% al 15%; los rendimientos del capital tributan al 20%; tienen una normativa que protege mejor a los inversores; tienen los mercados de capitales más grandes a todos los niveles; el mercado de bienes y servicios más grande; no tienen el impuesto de los idiotas; etcétera. La pregunta para Europa, y España, es ¿cómo pretende competir? ¿con salarios más bajos?

Puedes tratar de competir o convertirte en un satélite dependiente del más eficiente

Destaco que muchos inversores seguimos invirtiendo también en empresas europeas cotizadas gracias a que los precios hacen su trabajo e igualan las oportunidades. En Europa se pueden encontrar empresas con modelos de negocio excelentes que cotizan a precios atractivos. Muchas de ellas, aunque tengan su sede aquí, cada vez producen y venden más en Estados Unidos. De esta manera, quiero resaltar que el principal problema lo tiene la sociedad en su conjunto, no los inversores o los emprendedores en particular.

Nuestros padres y abuelos nos legaron una sociedad próspera y competitiva, una economía de primer mundo. Debemos pensar qué queremos dejar a nuestros hijos y nietos. Asumiendo que queremos vivir mejor sabiendo que no somos competitivos y que eso nos hará más dependientes y vulnerables en el futuro, ¿dónde queremos situar la brecha de condiciones normativas y fiscales? En otras palabras, ¿a qué velocidad queremos hacernos pobres?

Hace unos días conversé con un profesional de BME (Bolsas y Mercados Españoles) sobre el desarrollo del mercado de valores español y su importancia para la financiación de las empresas nacionales. Durante la charla, me confesó que más del 70% de sus inversiones personales estaban en Estados Unidos. Su caso no es excepcional, sino representativo de una tendencia global: muchos ahorradores españoles, al igual que inversores de todo el mundo, optan por destinar su dinero al mercado estadounidense. Estas inversiones están teniendo un efecto muy claro en las cotizaciones.

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