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Rumbo Inversor
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El gasto en defensa lo pagará quien se quede en liquidez
Si esta propuesta se aprueba, lo primero a considerar es que nos enfrentaremos a tasas de inflación más elevadas en los próximos años, tal como sucedió tras la pandemia
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La semana pasada, la Comisión Europea propuso flexibilizar nuevamente las reglas fiscales autoimpuestas para contener la inflación. Es decir, al igual que ocurrió durante la pandemia, el objetivo de estabilidad de precios pasaría a un segundo plano con tal de preservar el tejido productivo y el orden social. En esta ocasión, la prioridad es la seguridad y la defensa.
Si esta propuesta se aprueba, lo primero a considerar es que nos enfrentaremos a tasas de inflación más elevadas en los próximos años, tal como sucedió tras la pandemia. Las alternativas serían reducir el gasto público o incrementar los impuestos, pero los gobiernos parecen preferir erosionar el valor del patrimonio en efectivo, depósitos y bonos de los ciudadanos antes que recortar otras partidas de gasto o desencadenar una crisis económica mediante una subida más acelerada de impuestos.
Tal como ocurrió en 2020, es poco probable que se emitan eurobonos, pero sí es previsible un aumento del gasto que disparará el déficit y la deuda pública en la mayoría de los países de la Eurozona.
España y su déficit crónico
En España, el déficit se ha convertido en una constante. Estamos acostumbrados a que las cuentas públicas nunca cuadren, pues el gasto supera de manera recurrente los ingresos. Los datos de déficit de los últimos diez años reflejan esta situación:
Con este nivel de déficit estructural, lo lógico sería pensar que la deuda pública se está volviendo insostenible. Sin embargo, el gráfico del ratio de endeudamiento más utilizado (Deuda / PIB) sugiere lo contrario:
La paradoja del endeudamiento: más deuda, pero menor ratio
Si la deuda sigue creciendo, ¿por qué no se dispara el endeudamiento a niveles insostenibles? Desde 2020, el nivel de endeudamiento ha descendido sin que se haya amortizado deuda y, de hecho, se ha ido incrementando el volumen de deuda total. ¿Cómo es posible? Ni los mejores ilusionistas podrían hacer desaparecer el elefante de la deuda de una forma tan sorprendente.
La clave está en el denominador del ratio de endeudamiento: el PIB nominal, que no es constante. Este incluye tanto el crecimiento del PIB real como el efecto de la inflación. Si el PIB nominal crece gracias a una combinación de expansión económica y subida de precios, la deuda puede aumentar sin comprometer la sostenibilidad del ratio, siempre que crezca a un ritmo similar al PIB nominal.
Comprender esta dinámica permite interpretar mejor lo sucedido en 2020: el Estado asumió gran parte de los costes de la pandemia, cubriendo nóminas, ofreciendo avales y concediendo ayudas directas. ¿Cómo se sostuvo este incremento de deuda? Gracias a la inflación elevada que experimentamos entre 2021 y 2024, que redujo el peso relativo de la deuda sobre el PIB.
Repetir el mismo esquema con el gasto en defensa
Si ahora se plantea relajar nuevamente las reglas fiscales para aumentar el gasto en defensa, ya podemos anticipar sus consecuencias y cómo se absorberá este incremento en el medio y largo plazo.
Es importante recordar que la inflación es un impuesto invisible que afecta a todos los ciudadanos, aunque no de la misma manera. Los mayores perjudicados son aquellos que mantienen su dinero en efectivo, depósitos o bonos con bajo interés. En contraste, los patrimonios mejor protegidos en estos escenarios son los invertidos en activos reales. Parte del alza de los inmuebles y de las bolsas en los últimos años responde precisamente a la depreciación del euro frente a otros bienes, consecuencia de la inyección masiva de liquidez durante la pandemia.
¿Vamos a repetir la misma estrategia?
La semana pasada, la Comisión Europea propuso flexibilizar nuevamente las reglas fiscales autoimpuestas para contener la inflación. Es decir, al igual que ocurrió durante la pandemia, el objetivo de estabilidad de precios pasaría a un segundo plano con tal de preservar el tejido productivo y el orden social. En esta ocasión, la prioridad es la seguridad y la defensa.