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Juan Gómez Bada

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Cómo la IA redefine la inversión

Para los primeros ejecutivos de las compañías, esta tecnología puede presentarse como una amenaza y como una oportunidad

Foto: La IA. (Pexels)
La IA. (Pexels)

Las aplicaciones de la inteligencia artificial generativa están acelerando el declive de muchos modelos de negocio. Para los primeros ejecutivos de las compañías, esta tecnología puede presentarse como una amenaza y como una oportunidad. El riesgo para los empresarios es claro: un competidor, aprovechando la inteligencia artificial, puede alcanzar en pocos meses capacidades que a ellos les han llevado años desarrollar. En otras palabras, las barreras de entrada en muchos sectores se reducen drásticamente, poniendo en jaque a los negocios consolidados.

Como inversores debemos tener esto muy presente, ya que precisamente esos negocios rentables y establecidos son los que predominan en las carteras de inversión. Si no tenemos cuidado en el análisis, corremos el riesgo de pagar precios elevados por empresas que han sido altamente rentables hasta la fecha, pero que difícilmente podrán sostener sus beneficios en el tiempo si no toman las decisiones necesarias hoy. Es previsible que muchos empresarios vean cómo nuevos competidores les arrebatan su posición en el mercado sin que sepan exactamente qué hacer para evitarlo, con el consiguiente impacto en las carteras de los inversores que confiaron en ellos.

Ante este escenario, ¿qué pueden hacer los empresarios? La respuesta, en teoría, es sencilla: aprovechar la nueva tecnología para mejorar su propuesta de valor antes de que lo hagan sus competidores. Sin embargo, en la práctica, esto implica un gran esfuerzo de adaptación, reinvención y asunción de riesgos que no todos los directivos están dispuestos a liderar.

¿Y qué hay de los inversores? ¿Cómo podemos identificar las empresas mejor preparadas para adaptarse? Los métodos de valoración tradicionales, basados en resultados pasados, tienen cada vez menos validez para la toma de decisiones de inversión. De poco sirve adquirir una compañía con un PER bajo si no tiene la capacidad de mantener sus beneficios.

Asimismo, las ventajas competitivas construidas en el pasado pueden erosionarse rápidamente si no se refuerzan con el uso de nuevas tecnologías. Por ello, es imprescindible hacer un seguimiento constante de la evolución competitiva de las empresas. Si una compañía pierde su liderazgo tecnológico, su ventaja en costes o los atributos diferenciadores de sus productos, es crucial darse cuenta pronto para sacar de cartera el valor antes de que su deterioro se refleje en los resultados financieros y en su cotización.

En este contexto, la mejor estrategia para los inversores es seleccionar empresas flexibles, cuyos directivos tengan sus objetivos alineados con los de la sociedad y entiendan que la mejor defensa es un buen ataque. Si estas premisas se cumplen es mucho más probable que sean capaces de capitalizar las oportunidades que brinda la inteligencia artificial y así, defendiendo sus intereses, estarán generando valor para los accionistas.

Foto: Mesa redonda 'Evolución del talento: los desafíos de la selección de personal en 2025'.

Para realizar este análisis, lo más importante, por tanto, es evaluar la visión y estrategia de los equipos directivos: comprender hacia dónde quieren llevar la empresa y cómo planean lograrlo. Para este propósito, los estados financieros y los ratios de valoración resultan inútiles.

En conclusión, proteger y rentabilizar el patrimonio en un entorno de cambio acelerado no es tarea sencilla. Aferrarse a los beneficios pasados como principal herramienta para decidir una inversión cada vez tiene más riesgo. La clave, desde mi punto de vista, está en identificar aquellas empresas con directivos alineados con el accionista, que busquen generar excelentes resultados en el futuro y, por supuesto, que coticen a un precio razonable.

Las aplicaciones de la inteligencia artificial generativa están acelerando el declive de muchos modelos de negocio. Para los primeros ejecutivos de las compañías, esta tecnología puede presentarse como una amenaza y como una oportunidad. El riesgo para los empresarios es claro: un competidor, aprovechando la inteligencia artificial, puede alcanzar en pocos meses capacidades que a ellos les han llevado años desarrollar. En otras palabras, las barreras de entrada en muchos sectores se reducen drásticamente, poniendo en jaque a los negocios consolidados.

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