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Pedir prestado para invertir es a menudo más sensato de lo que parece
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Juan Gómez Bada

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Pedir prestado para invertir es a menudo más sensato de lo que parece

Endeudarse para invertir en activos financieros puede ser una estrategia sensata si se hace con prudencia, optimizando fiscalidad y evitando ventas forzadas en momentos desfavorables del mercado

Foto: Préstamos. (iStock)
Préstamos. (iStock)

Comprar una vivienda mediante una hipoteca parece razonable. Endeudarse para poner en marcha un proyecto profesional también. Incluso hay quien financia estudios de posgrado con un préstamo y no levanta sospechas. Pero mencionar que uno ha pedido dinero prestado para invertir en activos financieros —acciones, fondos, ETFs— suele generar un juicio inmediato: «una locura».

Y, sin embargo, no lo es. O al menos, no siempre. En determinadas situaciones, endeudarse con cabeza para invertir o conservar inversiones puede ser una decisión financiera tan sensata como hipotecarse para adquirir una vivienda. La clave está en el propósito, la forma de hacerlo y el nivel de riesgo asumido.

Un primer ejemplo muy claro es el del inversor que necesita liquidez puntual, pero no quiere vender su cartera de inversión. Puede que confíe firmemente en su evolución a largo plazo o que acumule importantes plusvalías latentes. Liquidar ahora implicaría pagar impuestos innecesarios, asumir costes y perder exposición a un activo en el que cree.

En este caso, pedir un crédito bancario utilizando como garantía esas mismas acciones o participaciones en fondos de inversión (lo que se conoce como pignoración) puede ser una alternativa razonable. Una opción transitoria que puede resolverse con ingresos futuros esperados: el cobro de un bonus, la concesión de una hipoteca, una devolución fiscal o una venta empresarial.

Foto: El CEO de Civislend, Íñigo Torroba, posa para El Confidencial. (J. I. R.)

Pongamos por caso a un directivo que quiere comprar una casa y necesita liquidez para la entrada o una reforma. Podría vender parte de su cartera, sí, pero también podría esperar al bonus que recibirá el próximo año. En lugar de vender ahora y asumir el coste fiscal de realizar plusvalías, puede utilizar un préstamo con garantía sobre su cartera para cubrir esa necesidad de liquidez a corto plazo.

Otro ejemplo recurrente: un contribuyente que va a recibir una herencia, pero necesita pagar primero el impuesto de sucesiones. Si no dispone de liquidez, puede obtenerla pignorando sus activos financieros. Así evita deshacer posiciones que quizás estén en pérdidas o que simplemente no convenga vender en ese momento. El crédito le permite cumplir con el fisco, acceder a la herencia y, más adelante, cancelar la deuda.

Foto: Antonio Rivas Rodríguez, experto en inversiones y fundador de ATAIR. (TikTok)

También es habitual en operaciones empresariales o inmobiliarias que requieren velocidad. A veces, el banco no ofrece financiación inmediata o los trámites hipotecarios no encajan en los plazos. En estos casos, poder obtener un crédito inmediato respaldado por participaciones en fondos o acciones permite ganar tiempo para formalizar la financiación definitiva.

Incluso existe un caso especialmente sensible: personas mayores que desean comprar una vivienda, pero no acceden a hipotecas por su edad. Si tienen una cartera financiera significativa, pueden obtener financiación pignorándola y devolver el préstamo con rentas futuras o ingresos del capital.

Hay otro enfoque menos defensivo y más estratégico: usar esta herramienta para invertir más de lo que se dispone en el momento presente, con un plan claro de devolución futura. Esto requiere una disciplina financiera comparable a la de comprar una vivienda con hipoteca: primero se adquiere el activo (en este caso financiero) y después, con ingresos del trabajo o rentas de capital, se amortiza la deuda. Comprar primero, pagar después permite aprovechar mucho mejor las ventajas del interés compuesto siempre que la rentabilidad de los activos supere el coste de la financiación.

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Yo mismo lo he hecho. Para invertir en Avantage Fund, decidí utilizar un crédito respaldado por mis participaciones para ampliar mi exposición más allá de lo que tenía disponible en efectivo. A medida que genero ingresos, devuelvo el préstamo y conservo la inversión. Este mecanismo, bien utilizado, me da más flexibilidad para cumplir con mi compromiso firmado ante notario de mantener más del 50% de mi patrimonio invertido en el fondo.

El riesgo real: tener que vender en el peor momento

Por supuesto, no todo son ventajas. El principal riesgo de esta estrategia es claro: la depreciación del activo financiero utilizado como garantía. Si el valor de mercado cae de forma significativa, el banco puede exigir más garantías o incluso forzar la venta de parte de la cartera para recuperar el importe prestado. Y si esto ocurre en un momento de caída fuerte del mercado, estaremos vendiendo exactamente cuando no conviene.

Foto: Foto: iStock Opinión

La forma más inteligente de evitar este riesgo es usar un nivel de endeudamiento muy moderado. Por ejemplo, si el banco permite financiar hasta el 50% del valor de una cartera diversificada, lo prudente sería no superar el 25%. De esta forma, incluso si el valor de los activos se redujera un 50%, seguiríamos cumpliendo con los requisitos del préstamo sin necesidad de vender en pérdidas.

Este límite también depende de la estructura patrimonial de cada persona. Si existen otros activos líquidos o financiables, podemos soportar más tensión. Pero si el préstamo está al límite y no hay margen de maniobra, el riesgo es alto. Quien usó el crédito con exceso de apalancamiento durante la caída del COVID en marzo de 2020 o, más recientemente, en las turbulencias de hace unas semanas, sabe bien lo que implica vender en el peor momento.

En resumen, endeudarse para invertir en activos financieros no es una locura. Es una herramienta. Como toda herramienta, requiere conocimientos, responsabilidad y una estrategia clara. Bien usada, permite optimizar la fiscalidad, conservar inversiones valiosas, aprovechar oportunidades o acelerar decisiones que de otro modo serían inviables.

Foto: El empresario José Elías, fundador de Audax Renovables y uno de los empresarios más populares del país. Fuente: YouTube/ José Elías

Pero nunca debe usarse como atajo ni como forma de forzar la rentabilidad. Porque si algo nos enseña el mercado, una y otra vez, es que no perdona la imprudencia. Y que, en momentos de volatilidad, lo que marca la diferencia es no quedar obligado a vender y poder incrementar la inversión en esas situaciones.

En definitiva, endeudarse para invertir puede ser una gran decisión… Si se hace con conocimiento y de manera prudente.

Comprar una vivienda mediante una hipoteca parece razonable. Endeudarse para poner en marcha un proyecto profesional también. Incluso hay quien financia estudios de posgrado con un préstamo y no levanta sospechas. Pero mencionar que uno ha pedido dinero prestado para invertir en activos financieros —acciones, fondos, ETFs— suele generar un juicio inmediato: «una locura».

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