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El peligroso "efecto denominador"
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Ignacio Sarría

Secretos del Private Equity

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El peligroso "efecto denominador"

Probablemente desde aquellos divertidos años del colegio cuando usábamos mucha tiza y no las sofisticadas hojas de cálculo, los gestores de las carteras no habían hecho

Probablemente desde aquellos divertidos años del colegio cuando usábamos mucha tiza y no las sofisticadas hojas de cálculo, los gestores de las carteras no habían hecho tantas divisiones como en los últimos meses. Nunca se había prestado tanta atención a dividir lo que “pesan” cada una de las clases de activo financiero entre el volumen de fondos bajo gestión.      

 

Que se lo pregunten si no a los gestores del todopoderoso “endowment” de la Universidad de Harvard que engloba las donaciones de instituciones y antiguos alumnos con un importe superior a 30.000 millones de dólares. La drástica reducción de las valoraciones de las posiciones en renta variable, sector inmobiliario y en instrumentos de deuda ha provocado que los activos menos afectados por el tsunami financiero, como el Private Equity, haya aumentado involuntariamente su peso en la cartera superando el límite del 13% fijado en su distribución de activos en la cartera, que es modificada cada tres años.

El pernicioso efecto “denominador” ha obligado a los ejecutivos de Boston a poner a la venta cerca de 1.500 millones de dólares en fondos de Private Equity, un activo financiero que históricamente ha aportado rentabilidades anuales superiores al 25%. La universidad de Harvard así como otras fundaciones universidades han sido pioneras en invertir en Private Equity lo que ha sido uno de los catalizadores del éxito, y que les ha consolidado entre las carteras de inversión mejor gestionadas en el mundo obteniendo una rentabilidad anual cercana al 15% a lo largo de la última década.

Es curioso que precisamente sean los activos que mejor se están comportando en las carteras los que se vean afectados por el reciente desplome de los mercados. Las divisiones como el “algodón” no engañan y hacen bien los gestores en hacer muchas divisiones todos los días para equilibrar sus carteras a los perfiles de riesgo/retornos establecidos.

Los inversores institucionales mas sofisticados suelen establecer su “asset allocation” por un periodo de tres años, y la revisan una o dos veces al año para adecuar la cartera a la evolución puntual de los mercados. Es bueno hacer divisiones y cuantas más mejor y sólo así con una estrategia a largo plazo bien definida se puede aspirar a emular los envidiables retornos anules de los “endowments” más sofisticados.

Son precisamente los mayores inversores en activos alternativos y especialmente en Private Equity (que incluye a las principales universidades y grandes fondos de pensiones americanos) los que están siendo más afectados por el “efecto denominador” que esta provocando un exceso de oferta en el históricamente poco representativo mercado secundario de Private Equity. 

Mientras se monitoriza con máximo detalle la evolución de los maltrechos mercados financieros, muchos ejecutivos de “endowments” de universidades como M.I.T., Yale, Duke, así como de pensiones como Calpers o Calstrs seguirán haciendo muchas divisiones y probablemente seguirán los pasos de Harvard para restablecer el equilibrio en sus carteras. ¡Maldito efecto denominador!

Probablemente desde aquellos divertidos años del colegio cuando usábamos mucha tiza y no las sofisticadas hojas de cálculo, los gestores de las carteras no habían hecho tantas divisiones como en los últimos meses. Nunca se había prestado tanta atención a dividir lo que “pesan” cada una de las clases de activo financiero entre el volumen de fondos bajo gestión.