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El Private Equity entra en campaña en Estados Unidos
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Ignacio Sarría

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El Private Equity entra en campaña en Estados Unidos

Tras el anuncio de la suspensión de la campaña de Rick Santorum en las primarias, parece inevitable que Mitt Romney sea el candidato del Partido Republicano

Tras el anuncio de la suspensión de la campaña de Rick Santorum en las primarias, parece inevitable que Mitt Romney sea el candidato del Partido Republicano en las elecciones a la Casa Blanca del próximo mes de noviembre.

La poderosa maquinaria demócrata no ha esperado mucho para lanzar una campaña ofensiva contra la trayectoria profesional de Romney como fundador y máximo ejecutivo durante quince años de Bain Capital, una de las mayores gestoras de Private Equity del mundo.

Los estrategas de Chicago, que llevan mucho tiempo trabajando en la “hoja de ruta” para asegurar el segundo mandato de la Administración Obama, no van a pasar desapercibido que el candidato Romney haya generado 250 millones de dólares como máximo ejecutivo de una gestora de Private Equity, lo que le convierte en el candidato a ocupar la Casa Blanca con el mayor patrimonio financiero en la historia reciente de Estados Unidos.

A pesar del ruido mediático, que a lo largo de los próximos meses irá en aumento enfatizando con fines partidistas la destrucción de empleo y el excesivo apalancamiento utilizado por los gestores en la adquisición de compañías, no hay razones para pensar que la Administración Obama esté en contra del Private Equity.

El Capital Riesgo como modalidad de inversión en compañías no cotizadas nació en Estados Unidos y casi dos tercios de los gestores y más de la mitad del capital invertido en todo el mundo es norteamericano. A pesar de las críticas recibidas, hay suficiente evidencia de que a lo largo de las últimas tres décadas el sector ha creado mucho empleo y sustanciales beneficios fiscales para las administraciones locales y federales en Estados Unidos.

A pesar de lo que se pueda pensar, la Administración Obama cuenta con ejecutivos procedentes del sector de Private Equity y la exitosa campaña de 2008 (“Yes, we can”) y la de este año cuenta con sustanciales aportaciones de directivos del sector.  

Es cierto que Obama ha expresado su intención de revisar al alza la fiscalidad de las plusvalías generadas por los ejecutivos de fondos de Private Equity, pero algo parecido está ocurriendo en Europa, y es consistente con el debate general sobre la necesidad de subir los impuestos a las rentas más altas, tal como se conoce en Estados Unidos la “Buffet rule”.

Asímismo, Obama acaba de firmar el “Jobs Act”, que facilita la inversión de oficinas familiares e inversores particulares en empresas noveles y no cotizadas con necesidades de financiación. Hay que crear empleos como sea y nadie en la Casa Blanca duda que el Private Equity es una fuente de capitalización necesaria para las empresas privadas.

No son buenas noticias para el sector que el modelo de inversión de Private Equity sea utilizado por el Partido Demócrata y su potente maquinaria mediática como arma arrojadiza para atacar a Romney, pero me temo que es algo inevitable. Ahora bien, que nadie se lleve a engaño: en Washington siguen contando con el Private Equity como modelo de valor y de crear empleo. 

Tras el anuncio de la suspensión de la campaña de Rick Santorum en las primarias, parece inevitable que Mitt Romney sea el candidato del Partido Republicano en las elecciones a la Casa Blanca del próximo mes de noviembre.