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Soluciones alternativas o complementarias a la bajada del impuesto de sociedades (I)
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Luis Trigo

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Soluciones alternativas o complementarias a la bajada del impuesto de sociedades (I)

Coqueteaba ayer Mc Coy con la provocativa idea de bajar drásticamente el Impuesto sobre Sociedades como reactivo para dinamizar nuestra economía. Tomando lo de positivo que

Coqueteaba ayer Mc Coy con la provocativa idea de bajar drásticamente el Impuesto sobre Sociedades como reactivo para dinamizar nuestra economía.

Tomando lo de positivo que ha podido tener el modelo irlandés, justificaba su propuesta en una serie de ideas, no exentas de cierta razón, pero que creo han de ser valoradas con perspectiva, analizadas en detalle, matizadas y enfrentadas al juicio contradictorio derivado de la consideración de otros escenarios antagónicos a los que en el post de Valor Añadido se pronostican como consecuentes a la bajada del tipo impositivo que se propugna.

En primer lugar, en el mencionado post se contrapone el Impuesto sobre Sociedades al IVA y el IRPF (en especial, en cuanto al gravamen de las rentas del trabajo), atribuyendo al primero un mayor protagonismo como instrumento de política económica y un papel vicario de los anteriores, recursos tributarios principales de la Hacienda estatal,  con el siguiente planteamiento:  la bajada drástica del tipo impositivo del IS supondría un atractivo incentivo para el establecimiento de empresas, abriendo la puerta al círculo virtuoso:  producción, empleo, consumo, con consecuencias positivas en los ingresos por IRPF e IVA. Ya saben: bajando impuestos se recauda más.

En segundo lugar, atendiendo también al caso irlandés, se argumentaba que no solo otros impuestos, sino también el propio IS, a tipos bajos, consigue más recaudación que a tipos altos. 

Por último, que existe una competencia fiscal  con relación a este impuesto entre jurisdicciones,  a la que España se podría sumar, y apoyarse en ella, para, conjuntamente con otras ventajas, presentar una oferta atractiva que sirva para atraer inversión e iniciar una estela de desarrollo.

Constituyendo un  planteamiento teórico fundamentado, le encontramos algunas objeciones en las que nos vamos a detener, no sin ofrecer,  en justa compensación a la crítica, alguna alternativa, pues poco aporta el que cuestiona propuestas  y no ofrece nada a cambio. 

La competencia fiscal no lesiva en el ámbito de la Unión Europea, entendiendo por tal la consistente en establecer incentivos (por ejemplo, tipos reducidos en el IS) que no sean contrarios a las normas y principios en los que se asienta el Derecho Comunitario y en especial los principios de libertad de establecimiento y circulación y la proscripción de las ayudas de Estado, es una práctica a la orden del día, que cada Estado juega atendiendo a su posición relativa en la Unión y a otros ventajas económicas complementarias que pueden ofrecer. Suele tratarse de los últimos países en incorporarse, que además de un tipo impositivo atractivo (entre el 12% y el 20%) y un marco jurídico común, ofrecen costes salariales competitivos, ser los nuevos destinatarios de los fondos estructurales, que les permitirán mejorar sus infraestructuras, riesgo de cambio limitado y proximidad al nuevo centro geográfico de la Comunidad Europea, entre otras ventajas.

A estos países, hay que añadir algunos ex paraísos fiscales, como Malta, que han reconvertido su sistema fiscal a las exigencias de su nueva condición, ofreciendo ventajas como incipiente plaza financiera, que ofrece vehículos de inversión para gestionar el ahorro, canalizar inversiones en capital riesgo o servir de base de centralización de estructuras holding internacionales.

España, dentro de este marco de competencia, tendría que mejorar mucho en factores clave, siendo quizá el más relevante,  el de los costes salariales y la flexibilización del mercado laboral, para sumar a una bajada de tipos atractivos suficientes para que se nos considere.

España, además es una economía que hasta ahora,  ha estado jugando otra liga, la de los grandes, que han basado su desarrollo, más en sus propias empresas, sus avances tecnológicos y su capacidad de generar talento que en la atracción de inversores del exterior, países estos, que han mantenido unos tipos impositivos en el IS no alejados del que tiene actualmente nuestro país. 

Consideramos que cambiar de orientación, fijándonos en estos nuevos socios,  constituiría una maniobra radical, brusca y poco alineada con nuestra realidad y con las expectativas a que deberíamos aspirar. 

Pienso que una ligera bajada de tipos sería más razonable, buscando más el no perder competitividad que el querer ganarla, pero jugando a un juego, que entiendo no debe ser el nuestro.

El hecho de que,  en términos relativos la contribución a la recaudación del Impuesto sobre Sociedades en Irlanda (con tipos inferiores a la mitad de los españoles) sea superior a la de España, entiendo que obedece a dos circunstancias: Irlanda ha atraído la instalación de empresas multinacionales, que han establecido plantas industriales en su suelo,  que producen y venden desde Irlanda a todo el mundo. Ello determina que las bases imponibles del Impuesto sean elevadas y que la afectación por la crisis, en este aspecto,  sea relativa. España, en cambio convive con dos situaciones que ahora no favorecen la recaudación por este impuesto, por un lado la crisis ha conducido a que las empresas españolas no internacionalizadas hayan reducido enormemente sus beneficios, por otro, las empresas globalizadas, que están obteniendo buenos resultados consolidados tributan por el beneficio obtenido fuera de España en los países donde éste  se genera y no en nuestro territorio. Ello, obviamente reduce afecta a la recaudación.

Todo ello me lleva a pensar que tanto los criterios que se tienen en cuenta para plantear una reducción drástica del tipo impositivo del IS, en el post comentado,  como los efectos que se avanzan tendría dicha reducción, son cuando menos discutibles.

Anunciaba que no me iba a quedar en el mero enfoque crítico y que iba a ofrecer alternativas. Lo haré, pero, si me lo permiten,  como hacía Sherezade en las Mil y una Noches y lo dejaré,  para la siguiente entrega, pues las ideas que me rondan la cabeza requieren de un post propio.

Hasta la semana que viene.  

Coqueteaba ayer Mc Coy con la provocativa idea de bajar drásticamente el Impuesto sobre Sociedades como reactivo para dinamizar nuestra economía.

Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (ITP) Sociedades mercantiles IVA IRPF