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Cuál es el producto más seguro que existe, si es que hay alguno
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Cuál es el producto más seguro que existe, si es que hay alguno

Invertir a riesgo cero es imposible. Es cierto que algunos productos te garantizan el capital inicial. Pero, a menudo, no son suficientes para batir la inflación, con lo que puedes acabar perdiendo dinero de todas formas

Foto: Una persona saca dinero de un cajero. (EFE/Emilio Naranjo)
Una persona saca dinero de un cajero. (EFE/Emilio Naranjo)

A los españoles nos da miedo invertir. Tenemos una aversión al riesgo desmesurada, que nos lleva a evitar a toda costa cualquier posibilidad de pérdida. De hecho, la mayoría de los ahorradores guarda su dinero en efectivo (ni siquiera en cuentas remuneradas), según datos del Banco de España.

Lo de que nuestra fobia es excesiva, no es que lo diga yo. Lo dice la propia CNMV, para quien este exceso de cautela puede ser síntoma de la falta de educación financiera.

Esta obsesión con la seguridad no es eficiente, ya que nos impide sacarle todo el jugo a nuestros ahorros y alcanzar nuestras metas financieras. Pero, aun así, veamos si es verdaderamente posible invertir en un producto con riesgo cero. ¿Existen acaso?

Lo primero de todo, habría que plantearse qué es un producto con riesgo cero. Podríamos pensar que es algo cuyo valor nunca cae. Un producto con el que, pase lo que pase, siempre podamos tener la tranquilidad de que recuperaremos la inversión inicial. Confiésalo: te está sonando bien. No te avergüences. En España hay más de 10.000 millones de euros bajo gestión en fondos de inversión garantizados, que son aquellos que prometen, precisamente, la protección del capital inicial. De ahí su éxito.

El problema con ese tipo de productos es que llevan aparejada una cascada de gastos que les hace ser caros y poco rentables. Garantizar el capital no es gratis. Y esto dificulta en muy buena medida la posibilidad de ofrecer un retorno mínimamente atractivo que consiga, al menos, batir la inflación. Por no hablar de su baja liquidez, ya que la garantía del capital desaparece si pretendes recuperar tu inversión antes del vencimiento.

En definitiva, es muy posible que tengas paralizado tu dinero durante años y que al cabo de ese tiempo ni siquiera hayas conseguido batir la inflación. Tendrás la misma cantidad de dinero que al principio, pero ese dinero te permitirá comprar menos cosas, habrás perdido poder adquisitivo. Desde esa perspectiva, ¿te parece realmente un producto de riesgo cero?

Otra opción son los depósitos y cuentas remuneradas. Aquí las rentabilidades tampoco son para echar cohetes y muchas veces se quedan cortas a la hora de batir al IPC. No obstante, ofrecen una ventaja frente a los fondos garantizados y es que puedes recuperar el dinero cuando quieras. Las cuentas remuneradas no aplican penalización alguna. Y los depósitos suelen limitar la penalización a los intereses acumulados hasta el momento (no al principal). Ahora bien: cuentas y depósitos entrañan un riesgo mínimo, pero que no podemos soslayar: el riesgo de contrapartida. En otras palabras, están sujetos a la posibilidad de quiebra del banco, si bien es un riesgo muy matizado, ya que tienen el respaldo del Fondo de Garantía de Depósitos.

Los depósitos suelen limitar la penalización a los intereses acumulados hasta el momento (no al principal)

Probablemente, a estas alturas estés pensando ya en las Letras del Tesoro. Uno de los activos favoritos de los españoles, capaz de generar colas kilométricas a las puertas del Banco de España. Sin duda es un activo muy seguro, pero de nuevo nos encontramos con que el riesgo no es cero. También aquí existe riesgo de contrapartida. En este caso, la posibilidad de quiebra del Estado español o del gobierno que las haya emitido. Y cuanto más seguro sea este emisor, menos rentabilidad te ofrecerá por las Letras. Y menos probabilidad de batir la inflación.

¿Qué nos queda? Los fondos monetarios, que es la categoría de fondos de inversión con menor nivel de riesgo. Al igual que sucede con cuentas y depósitos, la rentabilidad irá de la mano de los tipos de interés, aunque al menos ya no dependerás de la generosidad de tu banco. Tampoco implican ningún riesgo de contrapartida, ya que los fondos de inversión se sitúan fuera del balance tanto de la gestora como de la entidad que los comercializa. Puede quebrar cualquiera de ellas, que tu dinero ahí sigue. Ahora bien, los fondos monetarios no te garantizan el capital inicial. Es muy poco probable que pierdas dinero, pero puede pasar de manera puntual. Especialmente en un entorno de tipos muy bajos o directamente cero.

Si no inviertes el dinero o si lo guardas en una cuenta corriente, estarás perdiéndolo de forma automática por culpa de la inflación

En definitiva, y perdonadme el repaso de educación financiera de hoy, no existen las inversiones a riesgo cero. Lo siento, pero cualquier decisión que tomes implica un riesgo. Así es la vida. Si no inviertes el dinero o si lo guardas en una cuenta corriente (no remunerada), estarás perdiéndolo de forma automática por culpa de la inflación. Incluso si optas por productos garantizados y estos te rinden menos que la subida de los precios, también estarás perdiendo dinero. Podrás comprar menos cosas con él.

Si quieres asegurarte de que tus ahorros crecen, o de que lo hacen al menos lo suficiente para mantener tu poder adquisitivo, no te queda otra que desprenderte de esa aversión al riesgo desaforada. No pasa nada por salir un poco de tu zona de confort, siempre que construyas una cartera bien diversificada que esté en línea con tu perfil como inversor y tu horizonte temporal.

¿Y sabes qué? Tu nivel de tolerancia no es estático. Cuanto más aumentan tus conocimientos financieros, más cómodo te sientes asumiendo riesgos. Por la sencilla razón de que los comprendes. Eres consciente de que en el corto plazo puede haber turbulencias, pero que en el largo, todo se reconduce. El verdadero riesgo viene de no saber lo que estás haciendo, decía Warren Buffett. Así que te invito a mejorar poco a poco tu educación financiera. Sin lugar a dudas, te renta.

A los españoles nos da miedo invertir. Tenemos una aversión al riesgo desmesurada, que nos lleva a evitar a toda costa cualquier posibilidad de pérdida. De hecho, la mayoría de los ahorradores guarda su dinero en efectivo (ni siquiera en cuentas remuneradas), según datos del Banco de España.

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