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Te renta
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No invertir como es debido es de mala educación
Los españoles invertimos mal porque nunca nos hemos molestado en aprender. Para eso ya estaba el asesor de la sucursal de la esquina. Lo malo es que sus intereses no siempre estaban alineados con los nuestros
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Cualquier español que se precie sabe quiénes son los máximos goleadores de la Liga. O los concursantes del reality de moda. Pero no le preguntes qué es la inflación o cómo funciona el interés compuesto. La mayoría no tiene ni idea. O no mucha, según la Encuesta de Competencias Financieras del Banco de España. Y es que el problema que tenemos los españoles a la hora de invertir es precisamente ese: la falta de educación financiera. Nuestros conocimientos en esa materia se encuentran por debajo de la media de los países desarrollados.
Durante años, los españoles no hemos tenido la más mínima inquietud por aprender porque sencillamente no lo veíamos necesario. Que inventen ellos, que decía Unamuno. Que se preocupen otros por gestionar nuestro dinero. A fin de cuentas, para eso había una sucursal en cada esquina (más de 45.000 oficinas en el pico máximo del boom).
Esa cercanía literal implicaba una cercanía psicológica. El asesor ya no era el mero intermediario de una entidad financiera. Era Paco, el de la sucursal, como lo llamaba Marta García Aller en el podcast de Pausa. Cómo no íbamos a fiarnos de él, si le conocíamos de toda la vida. Lo malo de Paco es que se veía seriamente afectado por un conflicto de intereses. Esto le llevaba a recomendar fondos (o planes de pensiones) que, oh casualidad, pertenecían a la propia gestora del banco. Le iba el bonus en ello.
Estos productos solían ser caros y poco rentables. Y tenía sentido que así fuera. Las gestoras de los bancos no tenían grandes incentivos para lanzar fondos con comisiones competitivas o gestionarlos de forma eficiente (batiendo al índice). Para qué, si la red de sucursales los iba a colocar de todos modos. Lo peor es que algunos Pacos llegaron a recomendar productos que claramente no encajaban con el perfil de riesgo y las necesidades del cliente, como las participaciones preferentes o las acciones de la salida a bolsa de Bankia.
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Nuestro principal error, en definitiva, ha sido delegar una decisión clave para nuestra economía familiar en personas cuyos intereses no siempre estaban alineados con los nuestros. Y quien dice delegar, dice olvidarse por completo del tema.
En este aspecto, también influye una cuestión cultural. Hablar de dinero está mal visto. Genera pudor. Nadie quiere suscitar envidias o peor aún: quedar como un pesetero. Así que muy difícilmente podíamos normalizar el aprendizaje o intercambiar opiniones o valoraciones de productos. Lo cual es curioso: podemos hablar durante horas de coches, casas, móviles o restaurantes. De cómo gastamos el dinero. Pero no de cómo lo ahorramos o en qué lo estamos invirtiendo.
La buena noticia es que los tiempos han cambiado. Cada vez más españoles quiere mejorar sus conocimientos de educación financiera. Poco a poco, nos vamos despertando de Matrix. Ya no queremos fiarnos exclusivamente de lo que nos diga el asesor de la sucursal. Y tampoco queremos tener el dinero parado, perdiendo poder adquisitivo a pasos agigantados. Necesitamos aprender.
Aprender lo más elemental en materia de inversión no es tan difícil. Más complicado es entender qué es un fuera de juego
Además, ha surgido un nuevo tipo de entidades, los neobancos, que plantean un paradigma distinto a la hora de relacionarse con el cliente. Dan acceso a productos de un amplio rango de gestoras, no sólo la propia. Reducen o eliminan comisiones superfluas. Y sobre todo, abogan por la transparencia. Fomentan la educación financiera. Quieren que entiendas lo que haces, en qué inviertes.
Esto no quita para que siga habiendo buenos asesores financieros. Pero esto es como cuando te compras un coche o un móvil… no delegues al 100% en el vendedor de la tienda. Cuando recurras a un asesor, o cuando escuches a un influencer en redes (que esa es otra), llévate la lección aprendida, aunque sea lo más básico. Lo justo para identificar si te están dando gato por liebre. Aprender lo más elemental en materia de inversión no es tan difícil. Más complicado es entender qué es un fuera de juego.
Cualquier español que se precie sabe quiénes son los máximos goleadores de la Liga. O los concursantes del reality de moda. Pero no le preguntes qué es la inflación o cómo funciona el interés compuesto. La mayoría no tiene ni idea. O no mucha, según la Encuesta de Competencias Financieras del Banco de España. Y es que el problema que tenemos los españoles a la hora de invertir es precisamente ese: la falta de educación financiera. Nuestros conocimientos en esa materia se encuentran por debajo de la media de los países desarrollados.