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Cuáles son las ‘red flags’ para identificar una mala inversión
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Clarisa Sekulits

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Cuáles son las ‘red flags’ para identificar una mala inversión

Puede que busques la cartera ideal, a la que unir tu destino para siempre. O quizá eres más de picar aquí y allá, sin casarte con nadie. Seas el tipo de inversor que seas, ten claras las señales de alarma por si la cosa sale rana

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“Retornos del 20% anual, desde el primer año y sin riesgo”. Este tipo de reclamos son una bandera roja de manual. Pero aun así son fáciles de encontrar en Internet y lo peor de todo es que funcionan. Apelan a nuestra codicia, a nuestra prisa por hacernos ricos. Estamos acostumbrados a conseguirlo todo a golpe de clic. Queremos alcanzar la libertad financiera (vivir de nuestras inversiones sin tener que trabajar) en tiempo récord. Sin embargo, el mundo de la inversión no funciona así… siento cortaros el rollo. Las verdaderas ganancias se obtienen con tiempo, paciencia y buena letra.

Para desenmascarar chiringuitos y vendedores de humo ten en cuenta tres cosas. Primera: si te prometen una rentabilidad determinada, sea la que sea, es mala señal. Nadie sabe lo que va a ganar en el futuro, ya que todo depende de lo que hagan los mercados. Y no hay bola de cristal (ni curso de trading algorítmico) que permita anticipar su funcionamiento. Así que cualquier rentabilidad de la que te hablen tendrá que ser histórica o, como mucho, estimada. La única excepción son los fondos garantizados. Y esos ya te digo yo que no ofrecen rentabilidades millonarias.

En segundo lugar, la rentabilidad que persigas debe ser razonable. Para ello, es bueno que tengas una cierta noción de lo que es sensato esperar. La bolsa históricamente ha dado cerca del 10%, en términos anualizados. Y se supone que es el activo más rentable de todos. Por tanto, inversiones que presuman de doblar esa cifra, desde el primer año y de manera sistemática deben hacerte sospechar.

El tercer consejo, y quizá el más importante, es que rentabilidad y riesgo son dos caras de la misma moneda. Hay inversiones que puntualmente te pueden dar un 20%. Por qué no. Pero para alcanzar esa cifra tienes que asumir un nivel de riesgo en consonancia. Es imposible perseguir esa meta a riesgo cero o incluso con un nivel de riesgo bajo-moderado. Si alguien te dice lo contrario, no lo dudes: sal corriendo.

Las verdaderas ganancias se obtienen con tiempo, paciencia y buena letra

Una red flag a tener en cuenta es la falta de transparencia. Si vas a invertir en algo, o incluso contratar una hipoteca, y no entiendes bien el producto es mejor que no lo hagas. La letra pequeña y el lenguaje presuntamente técnico son del todo innecesarios. Y si la entidad de turno recurre a ellos es muy posible que quiera hacerte el lío. Invertir con éxito no es un arte arcano. Se puede, y se debe, entender las líneas generales del producto que te interesa, de modo que puedas sopesar adecuadamente cómo funciona, de qué depende su rentabilidad y cuáles son los riesgos asociados.

Otra señal de alarma que deberías tener presente con tu banco habitual es el conflicto de interés. Hay unas pocas entidades que tienen arquitectura abierta. En otras palabras, venden productos de una amplia gama de gestoras sin priorizar ninguna. Pero la banca convencional no suele funcionar así. Se limita a comercializar una breve lista de fondos en la que, oh sorpresa, destacan sobre todo los de su propia gestora.

Por tanto, si el asesor de tu sucursal te recomienda un fondo de inversión o un plan de pensiones y resulta que ese producto pertenece a la misma gestora que el banco, sospecha. Puede que el producto sea bueno. A veces pasa (pocas). Pero por si acaso es un bluff, sé especialmente exigente y analízalo con lupa antes de contratarlo. Examina las comisiones. Asegúrate de que bate al índice.

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Finalmente, la última red flag nos la ofrece el magnate estadounidense John D. Rockefeller: “Cuando mi limpiabotas invierte en bolsa, yo lo vendo todo”. Si un tipo de inversión es tan popular que todo el mundo quiere subirse al carro, es muy probable que ya haya agotado su potencial. La mejor manera de ganar dinero es comprar barato. Y es muy difícil comprar barato cuando un activo se ha vuelto mainstream.

Por otro lado, seguir al rebaño tiene un riesgo añadido y es que el rebaño no es infalible. A veces, ni siquiera es racional. Recordemos las burbujas financieras. Y cuando el mercado recupera la racionalidad las correcciones, como las decepciones amorosas, suelen ser muy dolorosas. Si podemos ahorrárnoslas, mejor que mejor.

“Retornos del 20% anual, desde el primer año y sin riesgo”. Este tipo de reclamos son una bandera roja de manual. Pero aun así son fáciles de encontrar en Internet y lo peor de todo es que funcionan. Apelan a nuestra codicia, a nuestra prisa por hacernos ricos. Estamos acostumbrados a conseguirlo todo a golpe de clic. Queremos alcanzar la libertad financiera (vivir de nuestras inversiones sin tener que trabajar) en tiempo récord. Sin embargo, el mundo de la inversión no funciona así… siento cortaros el rollo. Las verdaderas ganancias se obtienen con tiempo, paciencia y buena letra.

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