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Te renta
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Tres ideas preconcebidas (y erróneas) que te impiden invertir en bolsa
Muchos ahorradores siguen sin ver clara la inversión en renta variable. Y eso que es el activo más rentable en el largo plazo. Creen, equivocadamente, que implica un riesgo excesivo o que es cosa de ricos
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El otro día hice un experimento. Pregunté a un grupo de amigos qué era la bolsa. La inmensa mayoría eran licenciados, con un máster y una exitosa carrera profesional. Sólo unos pocos entendían verdaderamente en qué consiste un mercado de valores. Pero lo preocupante no es lo que no sabían, sino las ideas erróneas que muchos de ellos tenían en la cabeza.
Con todos esos bulos en circulación no es de extrañar que apenas el 12% de los hogares españoles invierta en bolsa. Lo cual es una auténtica lástima, si tenemos en cuenta que la renta variable es claramente la opción más rentable de cara al largo plazo. Veamos qué ideas son las que nos frenan.
"La bolsa tiene demasiado riesgo"
Uno de los sambenitos más extendidos de la bolsa es que tiene un riesgo excesivo. Hay quien la califica incluso como un casino. Para desmontar esta creencia es importante que aclaremos primero de qué estamos hablando.
La bolsa es, ante todo, un mercado. Y, en líneas muy generales, lo que se negocia en ese mercado son acciones de empresas. De ese modo, estamos comprando "trocitos" del capital. Nos estamos haciendo copropietarios de esa empresa, aunque sea en un pequeño porcentaje.
El precio de las acciones no es aleatorio, sino que se basa en la oferta y la demanda. Esta depende de las perspectivas de crecimiento que haya para la empresa. Y como hay multitud de noticias que pueden influir en la buena marcha de una compañía, el precio de las acciones suele moverse al compás. Si a todo esto le sumamos los sesgos emocionales de los inversores, que en ocasiones les hacen reaccionar de manera excesiva, nos encontramos con que los altibajos pueden ser relativamente acusados en el corto plazo.
La buena noticia es que en el largo plazo las compañías tienden a crecer y las cotizaciones a subir. Es verdad que pueden atravesar algún bache. Alguna incluso se puede quedar por el camino (de ahí la importancia de invertir de forma diversificada). Sin embargo, la mayoría superará los obstáculos. Lo hará bien.
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Si lo piensas, lo mismo sucede con la economía en su conjunto. Puede atravesar crisis puntuales. Guerras, pandemias. Pero a medio-largo plazo la actividad económica se reanuda. La vida sigue. Y la bolsa sube.
"La bolsa es para ricos"
Este es uno de los clichés más extendidos. Hay quien todavía cree que la bolsa es cosa de millonarios, de los de chistera y puro, cuando lo cierto es que invertir en bolsa está al alcance de cualquier bolsillo.
Si quieres comprar acciones directamente, tu inversión mínima será el precio de una acción. No todas tienen el mismo precio, pero para que te hagas una idea, el 75% de las compañías del Ibex cotiza por debajo de los 30 euros. A eso sólo quedaría añadirle el coste del bróker. Los más baratos se limitan a aplicar un pequeño porcentaje sobre el importe de compraventa. Y ya está.
Otra alternativa es comprar fondos de inversión. Lo cual implica darle tu dinero a un gestor para que invierta en bolsa por ti. Este profesional lo hará siguiendo una estrategia determinada, que es la que viene indicada en el folleto. Y voilá, ya estás invirtiendo en bolsa, y además de manera profesional y diversificada.
Hay cientos de fondos con mínimos de inversión inferiores a 10 euros. Y si eliges una plataforma que no aplique comisiones adicionales, todos tus gastos acabarán ahí. Como ves no hace falta ser rico. Sólo hace falta ponerse a ello.
"La bolsa no es real"
De todos los bulos, este es sin duda el que más gracia me hace. Hay quien piensa que la bolsa es algo imaginario, una entelequia. La especulación encarnada. Conciben el concepto de manera tan abstracta que les da bastante miedo, e incluso pereza, lanzarse a invertir.
Sin embargo, como veíamos antes, la bolsa no es más que un mercado. Y lo que se negocia en ella son compañías tan reales como las que te rodean en el día a día. La empresa para la que trabajas. O esa en la que compras ropa. O aquella que te proporciona luz, agua o teléfono.
Puedes no invertir en ellas, por supuesto. Pero en todo caso, el devenir de esas empresas seguirá siendo clave en tu vida. Son las que crean trabajo, generan riqueza. Sostienen la economía. Así que ya que lo hacen, ¿por qué no beneficiarte directamente de ello? Tu bolsillo te lo agradecerá.
El otro día hice un experimento. Pregunté a un grupo de amigos qué era la bolsa. La inmensa mayoría eran licenciados, con un máster y una exitosa carrera profesional. Sólo unos pocos entendían verdaderamente en qué consiste un mercado de valores. Pero lo preocupante no es lo que no sabían, sino las ideas erróneas que muchos de ellos tenían en la cabeza.