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Víctor Alvargonzález

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Llevamos años recomendando evitar todo lo que suene a España. Las hemerotecas y nuestros clientes pueden dar fe de ello. No es un consejo del que

Llevamos años recomendando evitar todo lo que suene a España. Las hemerotecas y nuestros clientes pueden dar fe de ello. No es un consejo del que estemos orgullosos como españoles, pero sí como asesores financieros. Ahora bien, en economía todo es cíclico y habrá algún momento en que se puedan comprar activos españoles sin que ello sea garantía de minusvalía inmediata.

Empecemos por el activo preferido de los españoles, causa, por cierto, de que hayamos comprado todas las papeletas en la crisis: el ladrillo.

Yo predico con el ejemplo y vendí mi casa hace algo menos de dos años. Venía advirtiendo sobre la burbuja inmobiliaria desde hacía más tiempo (asunto también documentado en las hemerotecas), pero ya entonces me costó encontrar compradores a buen precio. El caso es que les puedo asegurar que si la legislación fiscal no me obligara –si no recompro vivienda habitual en breve tendré que abonar un abultado impuesto por la plusvalía generada– no compraría ahora. Hasta tal punto creo que les queda recorrido a la baja a los bienes inmobiliarios que me he llegado a plantear abonar los impuestos correspondientes, porque puede llegar a compensarme esperar uno o dos años antes de comprar. ¿Y por qué lo tengo tan claro?: porque “el ladrillo nunca baja”.

Porque es lo que piensan los españoles, tanto los particulares como los bancos y las cajas, lo que hace que para un español aceptar una rebaja del 40% sobre lo que pensaba que valía su piso es casi como salir del armario. De ahí que en España el proceso de bajada de precios esté yendo muy por detrás de la realidad. Y en bancos y cajas, sobre todo cajas, que les voy a contar. ¡Pero si el gobierno les cubre las espaldas con ese invento del diablo que es el FROB! Para que puedan regalar dinero (captar pasivo pagando el 4%) y resistirse a vender inmuebles por su valor de mercado. Pero al final, como Numancia, caerán. Caerán en la cuenta, junto con el resto de españoles, de que el ladrillo baja. Y todos se irán juntos a buscar la salida. Ese será el momento de comprar. En fin, si les interesa este tema, les sugiero la lectura de mi post “De Caja de Ahorros a Outlet Inmobiliario”.

Otro activo a tener en cuenta es la deuda pública. En mi modesta opinión, a España le quedan años de duro ajuste, y eso se va a traducir en una inflación muy baja o incluso en deflación, así que un 5% en un bono a diez años suena atractivo. Es más, yo creo que superaremos con creces esa cifra hasta que nos “rescaten” (el calendario, el timing, lo detallo en mi artículo “La última trinchera”). Un 6% puede llegar a sonar muy atractivo con una inflación (deflación) del -0,5% (rentabilidad real del 6,5%), por ejemplo, pero hay dos problemas. Uno: que no nos rescaten. A lo peor a los alemanes lo de avalar, o incluso tener que llegar a tener que prestar 500.000 millones de euros, así, para empezar, pues no les hace mucha gracia. El segundo problema es el riesgo de reestructuración de la deuda. Tanto si nos intervienen la UE y el FMI como si deciden dejarnos volando solos por el espacio intersideral, no es descartable que ese bono a diez años al 6% nos lo conviertan en un bono a quince o veinte años al 80% de su valor nominal, lo cual no tendría mucha gracia. Resumiendo: como tampoco descarto un final algo más feliz -intervención sin reestructuración de deuda, por ejemplo- un bono español en el entorno del 6% me parece una buena opción de inversión, pero solo para un inversor arriesgado. Tan arriesgado como los que están haciendo depósitos en cajas de ahorros pensando que el Estado les va cubrir, -intereses incluidos- si se lía "parda".

Y, finalmente, lo que veo más atractivo y con un riesgo aceptable son las acciones de alto dividendo de sectores no cíclicos y/o de empresas bien diversificadas -que claro que las hay en nuestra bolsa- y con cobertura aparejada. Como comenté recientemente en el post “Alto Dividendo”, se puede comprar un valor de este tipo y “cubrirlo” utilizando productos derivados sencillos. La acción lleva así un seguro anti pérdida de valor. Así uno puede aprovechar esta crisis para capturar un buen dividendo haciéndose socio de compañías sólidas, no excesivamente cíclicas y bien diversificadas -que en España las hay- sin sufrir en exceso mientras dure la caída de la bolsa. Luego, si se quiere, se puede quitar la cobertura. Obviamente la cobertura tiene un coste, pero como los dividendos que se van a encontrar en nuestra bolsa española van a ser muy elevados -la bolsa va a seguir cayendo mientras el gobierno siga sin ver la realidad y sin actuar de forma contundente- el coste de cobertura queda más que cubierto. Por cierto: los bancos quedan descartados. Todos tendrán que bajar el dividendo.

El riesgo está -sí, hay que decir la palabra maldita- en la devaluación, en una eventual salida de España del euro. En ese caso sería mucho mejor hacer esta inversión en valores de países europeos sin problemas, lo cual, por cierto, recomiendo. Pero el dividendo que se va a conseguir en España será muy superior (la bolsa va a seguir bajando) y, aunque no lo descarto a medio plazo, por el momento no creo que lleguemos tan lejos como a una salida del euro. A un rescate sí, a una expulsión del club, lo veo posible, pero a más largo plazo. O a lo mejor sale a la palestra un líder político de verdad con los arrestos para poner las cosas en su sitio. Tampoco hay que descartar que nos pase algo bueno ¿no?

Víctor Alvargonzález es consejero delegado de PROFIM

Llevamos años recomendando evitar todo lo que suene a España. Las hemerotecas y nuestros clientes pueden dar fe de ello. No es un consejo del que estemos orgullosos como españoles, pero sí como asesores financieros. Ahora bien, en economía todo es cíclico y habrá algún momento en que se puedan comprar activos españoles sin que ello sea garantía de minusvalía inmediata.

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