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A la tercera va la vencida
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Víctor Alvargonzález

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A la tercera va la vencida

Three Mile Island, Chernobyl, y ahora Fukushima. A la tercera va la vencida. Mucho me equivoco si lo que ha ocurrido en esta ocasión no va

Three Mile Island, Chernobyl, y ahora Fukushima. A la tercera va la vencida. Mucho me equivoco si lo que ha ocurrido en esta ocasión no va a tener un impacto significativo a medio plazo en el uso que se haga en el futuro de la energía, en general, y de la nuclear, en particular. Y no es una perogrullada. Ni Three Mile Island ni Chernobyl sirvieron para que el mundo se replanteara el uso de la energía nuclear. Y digo replantearse y usar, no eliminar, porque lo primero que hay que hacer es quitar el debate político e ideológico de este asunto. Vamos a hablar desde el sentido común y la eficiencia económica, no desde una posición política, de la cual, por cierto, carezco, pues viviendo en España mi opinión sobre los políticos no se puede exponer aquí, a riesgo de que los editores de este portal decidan no publicar este artículo por no respetar las normas básicas de educación del mismo.

Así que olvidémonos de los políticos y apliquemos el sentido común. En primer lugar, ¿por qué narices a alguien de derechas le tiene que parecer bien la contaminación, del tipo que sea? En otras palabras, ¿por qué alguien que es de derechas no puede ser ecologista? Yo, que en muchas cosas coincido con planteamientos de la derecha (y en otros con los de la izquierda), estoy profundamente preocupado por el mundo que les dejo a mis hijos. Si ser ecologista significa, en términos generales, cuidar el medio ambiente, entonces soy ecologista. No me gusta ver cómo ha quedado la costa española, ni salir con un plástico en la cabeza cada vez que me baño  en lo que era un maravilloso mar Mediterráneo. Y, seamos honestos: a nadie le gusta vivir al lado de una central -o un cementerio- nuclear, por muy de derechas que sea.

Pero también admitirán los más extremos activistas antinucleares que el riesgo de tsunami es más bien bajo en la meseta castellana o en las Urdes, y que si no fuera por algo tan brutal como un terremoto fuerza nueve y un tsunami -todo junto-, lo de Japón habría sido un accidente relativamente manejable. O que a día de hoy desgraciadamente las energías limpias no son suficiente fuente de energía como para cubrir las necesidades energéticas de un país, salvo que se trate de un país muy rico. Y, como ocurre con las personas, hay más países pobres, o mediopensionistas, que países ricos.

No pretendo entrar en un debate sobre ecologismo y energía nuclear. Dios me libre. Solo quería dejar claro que no tengo prejuicio político alguno en este sentido y que trato de guiarme por el sentido común. Yo soy asesor financiero y mi negociado es, más concretamente, el de la estrategia de inversión, y lo que voy a hacer es comentar cuáles pueden ser las consecuencias de lo que está pasando en Fukushima desde el punto de vista de la inversión.

Aquí hay dos grandes beneficiarios, uno más deseable que el otro. La buena noticia es que esto va a hacer que se redoblen los esfuerzos para que las energías limpias sean rentables. La única crítica que se puede hacer a las energías alternativas es su coste, pero eso también ocurrió con los primeros teléfonos móviles (además de la cobertura: nunca olvidaré cuando tenías que situarte en una esquina de una casa para poder hablar). Si de algo es capaz el ser humano es de progresar tecnológicamente (para bien y para mal). Lo que hace falta es un acicate lo suficientemente importante, y este lo es.

Pero hay otros ganadores menos simpáticos: el Sr. Gadafi (o quien le sustituya), el Sr. Chávez u otros dictadores que gobiernan los países productores de petróleo. El petróleo y otras fuentes de energía contaminantes son, sin duda, los otros ganadores de esta historia. A la tercera va la vencida y en occidente va a ser muy difícil que se mantenga el desarrollo de la energía nuclear, al menos hasta que pase tiempo suficiente para el olvido -que esta vez puede ser mucho- o se mejore muy significativamente la seguridad de las centrales nucleares. Y, a día de hoy, las energías limpias no tienen todavía capacidad suficiente para cubrir ese hueco. Ojalá la tuvieran.

Tampoco quiero decir que no se vayan a hacer centrales nucleares. En muchos países el planteamiento es muy diferente al nuestro: lo prioritario es comer o tener medicinas, aunque ello implique riesgos. El hambre es un problema diario y cercano en los países en desarrollo. La posibilidad de un accidente nuclear no. Y sin desarrollo económico no hay ni comida ni seguridad social. En India, por ejemplo, donde millones de personas no tienen dinero ni para comer, les aseguro que no lo tienen para cubrir sus necesidades energéticas con molinos de viento o placas solares. Seamos realistas. Y si no construyen centrales nucleares comprarán petróleo o carbón, porque a los países emergentes no hay quien los pare

Así que desgraciadamente seguirá siendo un buen negocio invertir en petróleo, pero también hay una recomendación que haré mucho más a gusto: las energías limpias seguirán siendo una buena inversión. Incluso mejor que hasta la fecha, pues aunque fuera muy “fashion”, la inversión en fondos de energías limpias no han sido las ganadoras de los últimos años (han superado al Dow Jones, pero se han visto superadas por los BRIC, por ejemplo). Y como en  todos los temas sectoriales -y más si resultan tecnológicamente complejos- lo importante será acertar en la tecnología ganadora, en la selección de valores, pero eso no es un problema: una de las mayores ventajas de los fondos de inversión es que permiten invertir en cualquier activo, sector o país de la mano de un especialista. Y este es un caso palmario: la inversión es buena, pero hay que ir de la mano de alguien que conozca el sector. Y es tan fácil comprar participaciones en un fondo que invierta en el IBEX como en un fondo de energías alternativas ¡No todo iban a ser malas noticias!

Three Mile Island, Chernobyl, y ahora Fukushima. A la tercera va la vencida. Mucho me equivoco si lo que ha ocurrido en esta ocasión no va a tener un impacto significativo a medio plazo en el uso que se haga en el futuro de la energía, en general, y de la nuclear, en particular. Y no es una perogrullada. Ni Three Mile Island ni Chernobyl sirvieron para que el mundo se replanteara el uso de la energía nuclear. Y digo replantearse y usar, no eliminar, porque lo primero que hay que hacer es quitar el debate político e ideológico de este asunto. Vamos a hablar desde el sentido común y la eficiencia económica, no desde una posición política, de la cual, por cierto, carezco, pues viviendo en España mi opinión sobre los políticos no se puede exponer aquí, a riesgo de que los editores de este portal decidan no publicar este artículo por no respetar las normas básicas de educación del mismo.