Es noticia
¿Y ahora qué?
  1. Mercados
  2. Telón de Fondo
Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

Por

¿Y ahora qué?

Pasada la euforia de ver que finalmente el cielo no va caer sobre nuestras cabezas –al menos a corto plazo–, es el momento de analizar fríamente

Pasada la euforia de ver que finalmente el cielo no va caer sobre nuestras cabezas –al menos a corto plazo–, es el momento de analizar fríamente las implicaciones que puede tener para nuestra estrategia de inversión el hecho de que, al verle tan cerca las orejas al lobo, los políticos europeos hayan ganado algo de estatura política y empiecen a actuar con cierta dosis de realismo.

La mejor noticia de esta cumbre es que alguien ha debido de emplear un par de tardes en explicarles que los mercados solo entienden de medidas contundentes y que con ellos no vale el chalaneo, el enredo y el rollo trilero, que es como negocian los políticos con otros políticos. Los mercados son como un banco: solo entienden de avales, planes de viabilidad y devolución de deudas y/o ejecución de garantías. Punto pelota.

Las dos tardes solo han dado para que nuestros gobernantes intuyan lo anterior, pero eso ya es un avance importante. Así, se va a permitir al Fondo de Rescate Europeo que compre deuda de los países de los que no se fían los mercados. Y eso sí lo entienden los mercados. A partir de ahora hay un “primo de Zumosol” dispuesto a comprar las deudas que no quieran los inversores, es decir, un proveedor de liquidez al estilo del TARP americano, que durante la crisis compraba toda la deuda que necesitaran vender los bancos americanos para bajar su riesgo y aumentar su liquidez.

Y allí ha funcionado. La Fed hasta ha hecho plusvalías, porque allí se ha producido un círculo virtuoso: más tranquilidad, subida del precio de los bonos: plusvalías para el “primo de Zumosol” que los había comprado. Aquí no está tan claro, pero hay que dar el beneficio de la duda.

Asimismo, considero una buena noticia que en ese par de tardes Ángela y Nicolás hayan visto la luz –o algo de ella– y se hayan dado cuenta de que Grecia jamás podrá pagar su deuda pública actual. No lo han dicho así, claro, pero actúan como que algo han “pillado”, porque aunque lo pinten de verde el alargar plazos de pago, establecer recompras o reducciones de tipos es una reestructuración de deuda como un piano, aunque la disfracen de otra cosa para que Trichet pueda comerse ese sapo.

Habría sido mejor reconocer la realidad y hacer una “quita” en condiciones, pero lo dicho: algo es algo. El resto de medidas –como el plan Marshall para Grecia– son más de lo mismo: poner pasta de los contribuyentes para que la cosa no se desmadre, lo cual sale carísimo, pero no es una mala noticia para los mercados.

¿Cómo afecta todo esto en lo que a estrategia de inversión se refiere? Pues de momento afecta en el corto plazo, porque la sensación de alivio y de que los políticos europeos podrían estar empezando a enterarse de qué va la película va a tener sin duda un efecto balsámico en los mercados. Perderá posiciones la deuda pública de mayor calidad crediticia – norteamericana, alemana, suiza– pues mucha gente, al ver que deja de llover, se aventurará a darse un paseo por deuda algo menos segura pero bastante más rentable.

En este sentido vemos con muy buenos ojos la deuda corporativa europea y española de cierta calidad, pues el mercado, en su proceso de sálvese quien pueda, se ha olvidado de que muchas empresas sólidas y con buenos modelos de negocio están reduciendo sus deudas desde hace tiempo, y eso acabará reflejándose en su “rating” y, por lo tanto, en el valor de sus bonos. Incluso los bonos y las acciones preferentes de algunos bancos relativamente sólidos y bien diversificados internacionalmente representan una buena oportunidad de inversión.

En cuanto a la renta variable, es muy posible que los próximos capítulos de esta telenovela (les sugiero lean mi post “¿Pero dónde estamos?”, del 9 de julio) sean más de amor que de guerra y tengamos un verano relativamente tranquilo e incluso alcista, porque los árboles de la deuda periférica no dejaban a los inversores ver el bosque de una economía global que sigue creciendo aunque se tome sus descansos y pase sus agobios. Casos de estancamiento total como el español son la excepción, no la regla. EE.UU. puede perfectamente crecer en el entorno del 3%. Alemania probablemente más y los mercados emergentes seguirán creciendo aunque la lucha contra la inflación que allí les ocupa modere temporalmente ese crecimiento.

Además, los arboles de la crisis europea tampoco estaban dejando ver que los resultados empresariales, tanto en EE.UU. como en las economías europeas sanas, están batiendo todas las estimaciones de los analistas. Vamos, que si los titulares de los periódicos económicos empiezan a hablar más de los resultados de Apple que de Papandreu o Zapatero las bolsas irán mejor. Eso sí, nosotros mantenemos nuestra estrategia de inicio del año de una fuerte sobreponderación en los EE.UU. para mantenernos a prudente distancia de la eurozona, porque –luego hablaremos de ello– la mejoría será más a corto y medio plazo. A más largo plazo la cosa no está tan clara. La apuesta por EE.UU ha funcionado muy bien –mantenemos la divisa cubierta porque la mejoría podría venirle bien al euro– y de Europa seguiremos recomendando solo Alemania.

En España, hasta que no se anuncien elecciones generales y, sobre todo, hasta que no se den las condiciones de un gobierno fuerte y que además –y esto no lo garantiza la mayoría parlamentaria– muestre la valentía necesaria para llevar a cabo las medidas drásticas que necesita la economía española preferimos mantenernos al margen.

Esas son las buenas noticias. La mala: que, entre todos los fuegos artificiales de medidas y contramedidas, la deuda griega sigue ahí. Los plazos de devolución se alargan, los tipos de interés se acortan y el “primo de Zumosol” se la compra al que quiera venderla, pero la deuda sigue. Enterita. Así que a corto la cosa pinta mejor, pero a medio y largo habrá que ver qué tal evolucionan las calificaciones de Ángela y Nicolás en sus clases vespertinas sobre mercados financieros y actuar en consecuencia.

Pasada la euforia de ver que finalmente el cielo no va caer sobre nuestras cabezas –al menos a corto plazo–, es el momento de analizar fríamente las implicaciones que puede tener para nuestra estrategia de inversión el hecho de que, al verle tan cerca las orejas al lobo, los políticos europeos hayan ganado algo de estatura política y empiecen a actuar con cierta dosis de realismo.

Eurogrupo