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El mayor “espectáculo” del mundo
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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El mayor “espectáculo” del mundo

Alfombra roja. Cientos de fotógrafos. Flashes. Emoción. Llegada de los “líderes” de “veintipico” países europeos y de los variopintos representantes de la UE, acompañados todos  de

Alfombra roja. Cientos de fotógrafos. Flashes. Emoción. Llegada de los “líderes” de “veintipico” países europeos y de los variopintos representantes de la UE, acompañados todos  de una cohorte de secretarios y ayudantes cargados de carpetas y maletines (a los líderes se les reconoce porque van con las manos vacías y sonríen a las cámaras). Más emoción. Ya son las cuatro de la mañana y, por fin, tenemos un acuerdo. Salen a presentarlo y, señoras y señores, los líderes europeos, después de catorce “cumbres” celebradas a lo largo de veintiún días, precedidas de otras tantas mini cumbres preparatorias, han parido …. ¡¡ El FROB!! (Europeo).

Muchas veces pienso que España tiene que resultar un paraíso para los extranjeros que viven aquí pero pagan sus impuestos fuera. Encima de que tenemos un país maravilloso con gente estupenda les incluimos espectáculo en el precio, como en los paquetes turísticos (a lo mejor es por nuestra vocación turística). Porque muchas veces pienso que si no fuera porque con el resto de los españoles pago –literalmente– la factura del espectáculo a través de los impuestos, si no fuera así y estuviera domiciliado fiscalmente en otro país, la verdad es que ver las noticias sería divertidísimo. Y el título de las noticias nacionales podría ser como el de aquella película de circo –nunca mejor dicho– que nos ponían de pequeños en la tele los domingos por la tarde, que se llamaba “El mayor espectáculo del mundo”. Sólo que lo que habría que entrecomillar sería lo de “espectáculo”. Porque, ¡vaya espectáculo!

Bueno, pues hace tiempo que me he dado cuenta de que si consigo expatriarme fiscalmente para que esto, en lugar de helarme el corazón, como diría Machado, pase a ser un divertimento, ya no va a poder ser en Europa. Tendrá que ser un paraíso fiscal en cualquier parte del mundo, pero aquí ya no, porque hace tiempo que me he dado cuenta que no somos sólo nosotros. Es que estamos ante es un espectáculo paneuropeo. Y la cumbre lo ha confirmado. 

Después de ver el despliegue de fuerzas de esta última cumbre esperaba que los resultados fueran espectaculares. Es más, ya que se reunían tantos,  pensaba que aprovecharían la ocasión para tomar la medida que más tranquilizaría a los mercados, la que garantiza que lo que ha ocurrido no vuelva a pasar nunca: la creación de una Autoridad Presupuestaria Europea o un organismo similar con poderes en materia presupuestaria similares a los del BCE en materia monetaria. Eso es lo que le asegura a un gestor del fondo de pensiones de Ohio que gestiona los ahorros de los funcionarios jubilados del Estado –por poner un ejemplo de malvado especulador– que si mañana compra un bono español con vencimiento  a diez años, dentro de diez años no le pasará como le ha pasado con Grecia: que al vencimiento le den sólo el 50 por ciento de lo que invirtió. De nada sirve que el fondo de rescate te asegure una parte de las pérdidas si al final tienes pérdidas. Que hablamos de bonos del Estado, señores, no de bonos basura. Lo que te tranquiliza de verdad es saber que hay un policía con pistola y libreta de multas (de las que se pagan) velando por la seriedad de las políticas presupuestarias de los países a los que les prestas dinero (como el BCE ha velado por la seriedad de sus políticas monetarias).

Qué duda cabe que es un éxito que al final nuestros líderes se hayan caído del guindo y hayan hecho una parte de lo que les exigía el mundo entero. También es cierto que, al menos temporalmente, conseguirán aportar  tranquilidad a los mercados. Es más, en el corto plazo tendremos rally alcista en las bolsas. Pero no nos engañemos: han elegido la solución más fácil: poner dinero. Dinero para avalar parcialmente las emisiones de bonos españoles, italianos, portugueses o lo que haga falta. Dinero para comprarlos si no los quiere nadie. Dinero para Grecia y dinero para recapitalizar bancos. Y también endeudamiento, que eso es lo que ocurrirá si el fondo de rescate tiene que “apalancarse”, que significa simple y llanamente endeudarse.

Y digo yo: ¿para eso no habría bastado con que Merkel y Sarkozy quedaran ellos dos solos, se tomaran un café y dijeran “vamos a poner pasta, que con dinero todo se soluciona, y lo que no tengamos lo pedimos prestado y listo, que mientras tengamos rating, ancha es Alemania (y Francia, claro)? Problema solucionado”.

En eso fuimos más eficientes los españoles: se reunieron dos representantes del gobierno y del principal partido de la oposición en una cafetería que hay enfrente del Congreso y se pusieron de acuerdo en diez minutos (literalmente, alardearon de ello) para crear el nefasto FROB. No necesitaron 14 cumbres y un ejército de ayudantes para llegar a la misma conclusión: que poniendo pasta se soluciona todo. Ellos para que la basura de las cajas permaneciera debajo de la alfombra y no salpicara a políticos de absolutamente todos los colores (de ahí el rápido consenso y las nulas protestas del resto del Parlamento). Los otros, como son líderes europeos, usarán el dinero para cubrir múltiples agujeros y, encima, apalancarán lo que tienen endeudándose hasta las cejas. Y de policía y controles nada, que una cosa es poner el dinero de los contribuyentes y otra muy distinta ceder soberanía nacional en materia presupuestaria. Hasta ahí podríamos llegar. Eso sería quitarle a un político su mejor juguete y su mayor fuente de poder. Ahora se entiende por qué se hablaba tan poco de la Autoridad Presupuestaria Europea y por qué no sale en la foto.

A mí lo que me preocupa –y al gestor de Ohio también– es que cuando se tranquilicen las cosas ocurra  como con el famoso pacto de estabilidad: que nadie lo cumplía porque nadie tenía miedo de incumplirlo. Si el incumplimiento hubiera llevado a la pérdida automática de las ayudas europeas y la reincidencia a la expulsión del euro, hoy no estaríamos metidos en este lío. Y ahora ni siquiera hay un pacto en concreto, sólo hay un país, Alemania, dando leña para que nadie se pase. Y no se fíen demasiado de lo del límite constitucional: primero porque no lo ha adaptado toda Europa y, segundo –caso español– vean la redacción y lean la letra pequeña: todo muy solemne, pero tiene más huecos que un contrato de Groucho Marx. Y, además, díganme: ¿qué les impide en el futuro a los políticos que siguen dirigiendo los “bancocajas” volver a dedicarse al Monopoly o seguir pagando extratipos con dinero de los contribuyentes? Si son los mismos que antes y siguen dirigiendo entidades financieras.

Nos alegramos por los acuerdos alcanzados. El cortafuegos se había vuelto imprescindible. Pero una cosa es que fuera inevitable y otra que se les haya “olvidado” el acuerdo más importante, que además habría hecho innecesario usar el cortafuegos (y digo usarlo, no no ponerlo). Y el olvido no es casual, porque los políticos no quieren que nadie les diga en qué pueden gastar su presupuesto. Esperemos que los mercados les fuercen a ello, como les han empujado a caerse del guindo en lo que ahora presentan como decisiones propias, porque, en caso contrario, en unos años esto de barra libre al endeudamiento con aval de la eurozona y el FMI hará parecer pequeña la crisis del euro.

Alfombra roja. Cientos de fotógrafos. Flashes. Emoción. Llegada de los “líderes” de “veintipico” países europeos y de los variopintos representantes de la UE, acompañados todos  de una cohorte de secretarios y ayudantes cargados de carpetas y maletines (a los líderes se les reconoce porque van con las manos vacías y sonríen a las cámaras). Más emoción. Ya son las cuatro de la mañana y, por fin, tenemos un acuerdo. Salen a presentarlo y, señoras y señores, los líderes europeos, después de catorce “cumbres” celebradas a lo largo de veintiún días, precedidas de otras tantas mini cumbres preparatorias, han parido …. ¡¡ El FROB!! (Europeo).