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¡Pónganselo fácil, hombre!
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Víctor Alvargonzález

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¡Pónganselo fácil, hombre!

Pese a las esperanzas puestas en que un cambio de gobierno puede cambiar la situación de la economía española, la realidad es que, en el corto

Pese a las esperanzas puestas en que un cambio de gobierno puede cambiar la situación de la economía española, la realidad es que, en el corto plazo, el destino no está en nuestras manos. Está en manos de la Sra. Merkel y el Sr. Sarkozy, lo cual no es muy tranquilizador, por cierto. Pero, a largo plazo, sí que dependemos de nosotros mismos, como se dice en la liga, y de lo que se haga en los próximos dos o tres años va a depender cuál sea nuestra posición en la economía mundial durante las próximas décadas.

Hay que reconocer que la situación actual no puede ser más deprimente. Estamos ante un país que decidió hacer del Monopoly su modelo de negocio, y encima un Monopoly en el que se permite a los jugadores endeudarse hasta las cejas. Para colmo de males, los políticos decidieron que era más importante proteger sus traseros que acabar de una vez por todas con la burbuja financiera que, valga la redundancia, financió la burbuja inmobiliaria. Eliminarla significa liquidar -ordenadamente, en eso estoy de acuerdo- la mayoría de las cajas de ahorros españolas, en lugar de esconder la basura debajo de la alfombra “fusionándolas”. Una reestructuración de verdad habría sacado a la luz los trapos sucios de todos, insisto, todos, los partidos políticos que pueblan esos engendros que son bancos dirigidos por políticos y que no tienen que dar cuentas nadie. Mantenerlos, aunque sea “fusionados”, nos va a costar un ojo de la cara y va a drenar importantes recursos que podrían dedicarse a la economía productiva. Una pena.

Pero dicho esto, justo es decir que España ha sido capaz de dar saltos hacia el futuro. Lo fue cuando se industrializó en los años sesenta de manos de los famosos tecnócratas, y lo fue cuando sus gobernantes se dieron cuenta de que el turismo podría ser una gran industria, que, de hecho, si no fuera por ella, ahora estaríamos mucho peor. Está demostrado que, si se toman a tiempo decisiones estratégicas acertadas en política económica, España es competitiva. La última no fue una decisión acertada. El Monopoly “apalancado” era divertido, pero nos ha hecho perder mucho tiempo. Hay que plantearse otro modelo, y rápido, pues ahora no sólo competimos con europeos o norteamericanos, ahora competimos con chinos e indios que hacen lo mismo que nosotros, pero por una quinta parte de sueldo (les sugiero lean mi “post” titulado “¿Y que es un sindicato?”).

En las empresas, cuando se prepara un plan de negocio, lo primero que se detallan son las debilidades y las fortalezas de la sociedad, con la sana intención de reducir las primeras y potenciar las segundas. Para empezar a cambiar el tono pesimista de nuestra situación actual por el tono optimista de nuestro futuro, empecemos por las fortalezas. ¿En qué narices somos buenos los españoles? Yo creo que somos buenos emprendedores, buenos empresarios y, pese al mito, bastante currantes (otra cosa es que durmamos poco, pero eso es otro asunto). España es el ladrillo, sí, pero también es Mercadona, Zara o esos chavales que vinieron a verme cuando buscábamos un consultor para temas de Internet y que yo creo era la primera vez que se ponían un traje en su vida. Pero de lo suyo sabían, y mucho. Y tenían verdadero entusiasmo empresarial. No creo que sus conocimientos de Internet sean en absoluto inferiores a los de cualquier joven de otro país. Y esos chavales, como digo, si no acababan de salir de la carrera, tampoco andaban muy lejos. Y qué decir del grupo Antolín, uno  -si no el mayor- proveedor de componentes de automoción del mundo. Y que yo recuerde está en Burgos, no en Pekín. En fin, la lista sería interminable. El modelo de negocio español pasa necesariamente por reforzar nuestra faceta emprendedora y empresarial. Con todo lo que ello conlleva.

Otra fortaleza de España la tenemos delante de las narices y no la vemos. Y sino ¿qué hace un alemán metiéndose la paliza de vivir en Mallorca o en Levante y viajar todas las semanas a Dusseldorf? Pues simplemente que es más feliz pasando aquí la mitad de la semana que toda en Alemania. Aquí sale en barco, tiene sol y 20 grados de media, además de levantarse y ver el mar. Y como resulta -y esto es importante- que gracias a la mejora de las comunicaciones hoy en día la cuestión presencial ha perdido mucha importancia -yo estoy escribiendo este “post” desde el despacho de mi casa y a la vez estoy conectado al servidor de la oficina exactamente igual que si estuviera allí-, estos señores alemanes viven donde les gusta y trabajan exactamente en lo que quieren. Así que España es, como California en los EE.UU., un sitio donde la gente trabajaría a gusto. Pues señores estrategas de política económica: ¡pónganselo fácil! Que montar aquí una empresa sea sencillo, rápido, que la legislación laboral sea favorable, que no de miedo contratar y, finalmente, y muy importante: que sea un país competitivo fiscalmente.

Porque díganme Uds.: ¿tiene la mínima lógica que los beneficios de lo que venden las grandes multinacionales en España pasen por la Hacienda irlandesa o la holandesa y no por la española porque son más competitivas? Obviamente no puedo dar nombres, pero todos sabemos cómo funciona el tema y donde están domiciliadas algunas de las empresas que más ganan en España. Así que insisto: ¡pónganselo fácil, hombre! Bonifiquen fiscalmente su llegada, favorezcan los trámites de instalación, eliminen –obviamente- las barreras que suponen 17 legislaciones comerciales diferentes -lo cual no tiene por qué afectar en absoluto a las legislaciones políticas-, faciliten sus comunicaciones permitiendo la verdadera competencia entre proveedores de telefonía. En fin, conviertan España en un imán para el empresariado de todo tipo. El sol, la imaginación y el trabajo duro harán el resto, que de eso tenemos un rato.

Y, para acabar, alguien se preguntará qué hace un asesor financiero dando lecciones de política económica. No me interpreten mal: no quiero dar lecciones a nadie, solo digo que o nos planteamos una decisión estratégica para el país, esta u otra mejor, o ya me dirán Uds. por qué vamos a sugerir yo o un gestor de Cincinnati invertir en renta variable española pudiendo hacerlo con la misma facilidad en India, Corea, EE.UU., Alemania o China. No pretendo que los políticos hagan lo que yo digo -quien soy yo para decirle a uno de nuestros maravillosos políticos lo que deben hacer-, pero sí les digo que o hacen algo en serio o aquí no va a entrar un euro.

Pese a las esperanzas puestas en que un cambio de gobierno puede cambiar la situación de la economía española, la realidad es que, en el corto plazo, el destino no está en nuestras manos. Está en manos de la Sra. Merkel y el Sr. Sarkozy, lo cual no es muy tranquilizador, por cierto. Pero, a largo plazo, sí que dependemos de nosotros mismos, como se dice en la liga, y de lo que se haga en los próximos dos o tres años va a depender cuál sea nuestra posición en la economía mundial durante las próximas décadas.