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“¡No es esto, no es esto!”
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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“¡No es esto, no es esto!”

En los  “post” anteriores hablamos de invertir en EEUU y en los países emergentes. Si no hemos hablado antes de España no es porque seamos antipatriotas

En los  “post” anteriores hablamos de invertir en EEUU y en los países emergentes. Si no hemos hablado antes de España no es porque seamos antipatriotas ni nada por el estilo. Es que, desgraciadamente, no sentimos mucha urgencia por recomendar invertir aquí, la verdad. Llevamos así varios años y nos gustaría volver a recomendar España, pero viendo la estrategia con la que el nuevo Gobierno encara la situación, lo que nos viene a la cabeza es la célebre frase de Ortega y Gasset: “¡No es esto, no es esto!”.

Espero equivocarme, pero las primeras medidas que ha tomado el Gobierno no auguran nada bueno para nuestra bolsa (aunque sí para nuestros bonos, dicho sea de paso, pero de eso hablaremos otro día). Me explico: España tiene un problema de credibilidad y tiene que demostrar a los mercados que es capaz de reducir su déficit. Hasta ahí, todos de acuerdo. Ahora bien, en lo que no estamos de acuerdo es en aplicar un régimen de adelgazamiento que lo que hace es perder masa muscular, no grasa. En otras palabras: si reducimos el déficit eliminando gastos improductivos no hacemos daño al tejido productivo del país y la economía puede recuperarse. Es más, se pueden dedicar recursos a estimular el crecimiento.

Pero si lo que hacemos es subir los impuestos, lo que estamos es desmotivando a trabajadores y empresarios, que son los que al final pueden sacar adelante la economía del país. Según varios estudios, si al tipo máximo actual del IRPF –imposición directa– le añadimos lo que se paga de media en impuestos indirectos (IVA, gasolinas, etc.) resulta que podemos estar hablando de un 60% a un 70% de carga impositiva total. Es lo que estarían pagando, por ejemplo, los directivos de una buena empresa española, o cualquier trabajador de alto nivel, que, oiga, no es un pecado haberse esforzado en la vida. Más bien al contrario. Estamos desmotivando a la gente puntera, a los mejores jugadores, a los que más tiran del carro. Y, por supuesto, a todos los trabajadores, de todos los niveles, que también tiran del carro y ven cómo se les pide mucho más esfuerzo a los ciudadanos que al Estado.

Ya sé que algo se está haciendo con los “michelines”. Pero no es comparable a lo que se está haciéndole a la masa muscular. Bajar un 20% las subvenciones a partidos y sindicatos es pura imagen. Vayamos a una dieta de verdad: ¿saben ustedes. cuánto cuesta mantener el Senado, que si mañana cerrara no pasaría absolutamente nada? ¿Y las diputaciones, que tienen solapadas casi todas sus actividades con las comunidades autónomas? Pues Senado y diputaciones nos cuestan 6.000 millones de euros al año, según confesaba en un alarde de sinceridad precisamente un senador en una entrevista reciente. 

¿Y se imaginan cuanto se puede sacar poniendo a la venta la sede del Instituto Nacional de la Juventud, sita en un palacete en la Castellana al lado de la plaza de Colón, en Madrid? ¿No podrían hacer lo mismo desde Tres Cantos? ¿O desde Getafe? ¿Es que para apoyar a la juventud –o lo que hagan ahí– es imprescindible hacerlo desde un palacete en la mejor zona de Madrid? Y casos como ese hay a miles en todas las ciudades de España. La lista de cosas que se podrían hacer es interminable, así como la de duplicidades que se podrían evitar (y no hablo de centralizar necesariamente, a lo mejor en muchos casos es mejor lo contrario).

Pero no solo se puede hacer mejor en la parte de los gastos. La buena gestión económica es, por definición, la que asigna eficazmente los recursos escasos del sistema. Y uno se pregunta: ¿no sería mejor emplear el dinero de los contribuyentes en apoyar al tejido productivo –a la masa muscular, es decir, a empresarios y trabajadores– en lugar de a bancos “zombis” que lo que tendrían que hacer es cerrar mañana mismo? Pues nadie cuestiona el FROB, salvo obviamente los bancos solventes y serios que ven como se les hace competencia desleal con dinero de los impuestos. Pues esto es como un atasco generado por coches que se quedan sin gasolina en una calle: cuanto más tarde la grúa en retirarlos y llevarlos al desguace, más tardará en fluir el tráfico, en este caso el crédito.

En fin, no es mi papel hacer de ministro de Economía, solo he tocado el proceloso mundo de la política para dejar claro que España puede –como diría Obama–, pero creo que ese no es el camino, y que mientras no tome el camino correcto estará en el pelotón de cola bursátil.  Para nosotros el camino correcto es el del apoyo a quienes pueden poner la máquina a funcionar. Hay que motivar, no desmotivar. Hay que ayudar a las partes sanas del organismo, no a las enfermas. Porque si no, entre la dieta Merkel y la pérdida de masa muscular, lo que nos espera es una recesión larga y dolorosa. Y con esa perspectiva no se puede recomendar invertir en nuestro país. Mantengo la esperanza de poder cambiar de opinión porque el Gobierno nos sorprenda con una dieta sana y equilibrada en los esfuerzos, acompañada de un “coaching” motivador. Porque lo peor es que podríamos “lucirnos”. Cuando alguien pesa 120 kilos tiene mucho donde rebajar y, en cuanto pierde 20, le “luce” un montón. Pues señores gobernantes, aquí hay michelines para dar y tomar. Ocúpense de ellos y no perjudiquen a la masa muscular, que es la que necesitamos para levantarnos y volver a andar.

En los  “post” anteriores hablamos de invertir en EEUU y en los países emergentes. Si no hemos hablado antes de España no es porque seamos antipatriotas ni nada por el estilo. Es que, desgraciadamente, no sentimos mucha urgencia por recomendar invertir aquí, la verdad. Llevamos así varios años y nos gustaría volver a recomendar España, pero viendo la estrategia con la que el nuevo Gobierno encara la situación, lo que nos viene a la cabeza es la célebre frase de Ortega y Gasset: “¡No es esto, no es esto!”.