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Muerto el perro, se acabó la rabia
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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Muerto el perro, se acabó la rabia

Hace unos años me pidieron que escribiera un artículo de opinión sobre cuál podría ser la solución a la crisis del sistema financiero español. Así que

Hace unos años me pidieron que escribiera un artículo de opinión sobre cuál podría ser la solución a la crisis del sistema financiero español. Así que me puse a ello y, nada más empezar, me di cuenta que podríamos habernos ahorrado el artículo entero: la solución se podía decir con dos palabras: sobran bancos. O, por ser más precisos, sobran “bancocajas”.

Aunque ahora esta afirmación parezca más acertada que lo que pudiera parecer entonces, el hecho es que nadie la propone, y mucho menos el Gobierno. Cuando hice aquel artículo era la época del inicio del nefasto FROB y mi propuesta de “mejor FLOC que FROB” –siendo FLOC “Fondo para la Liquidación Ordenada de las Cajas”– generó sorna e indiferencia (“La solución de las cajas, de espectáculo de inmoral a surrealista). 

Entiendo que en un país en el que cerrar un banco es tan pecaminoso que hasta el presidente del Gobierno dice que es anatema -vaya usted a saber por qué- obviamente se siguió el camino contrario: no sólo no se liquidó ni una sola caja -fusionar es simplemente juntar varias- sino que se les inyectó dinero a mansalva. Obviamente no sirvió de nada, porque inyectar dinero en un negocio ruinoso, donde la oferta (en este caso los bancos) supera en varias veces la demanda (de crédito, que es la actividad principal de un banco) siempre acaba mal, como sabe cualquier empresario. Y en la España actual la demanda de crédito es muy inferior a la de la España del Monopoly que jugaba en la Champions (y que iba a superar económicamente a Francia en breve).

Pero no contentos con ello, como ya no les queda dinero para inyectar en estos “bancocajas” totalmente inviables, nuestros políticos van y se lo piden a sus socios europeos, aduciendo que o les dan la pasta o nos autoinmolamos, y ellos con nosotros, claro. Yo me imaginaba -con todo cariño, de verdad- a nuestro ministro de Economía –con quien no estoy de acuerdo, pero admiro su valentía al enfrentarse a un “Miura” como el que está toreando- abriéndose la chaqueta y enseñando un chaleco cargado de explosivos de esos que se ponen los yihadistas, mientras mostraba un mando con un botón conectado al chaleco. Porque habrá habido muchos abrazos y mucha diplomacia, pero en el fondo eso es exactamente lo que les dijo: o me dais dinero para mis “bancocajas” o explotamos todos. Hombre, también hay que reconocerle el valor de echar un órdago de esa magnitud a Angela Merkel & Co.

Porque el dinero, señores, no es para “los bancos”, no. Es para esas cajas a las que les dieron una manita de pintura y las llamaron bancos. El dinero va a ir casi todo a esos bancocajas y, muy especialmente, a los que más habían recibido anteriormente del FROB. En otras palabras, error sobre error, albarda sobre albarda, y al burro cada vez le cuesta más moverse. No sé cómo todos los pringados que pagamos un pastón en impuestos no organizamos un movimiento civil para negarnos a esto, porque obviamente todo este dinero lo acabaremos pagando los contribuyentes, y el que crea lo contrario o es muy buena persona -más bien muy inocente- o es muy simple. 

Porque, obviamente, esas entidades nunca serán viables porque no hay negocio para todos y mucho menos para ellas. Así que las inyecciones de capital se convertirán en subvenciones y luego en subvenciones irrecuperables. Y, obviamente, no se podrán vender, primero porque nadie quiere un negocio ruinoso y, segundo, porque no va a ser necesario comprarlas: sus clientes se irán yendo de forma natural a los bancos más sólidos, nacionales o extranjeros.

Ya está ocurriendo: han salido más de 20.000 millones de euros de los bancocajas, y eso que todavía disparan con pólvora del rey, pues utilizan nuestros impuestos para pagar extratipos en los depósitos, práctica absolutamente injusta y, además, peligrosa, porque ese dinero que captan pagando un pastón lo invierten luego en deuda pública, cuyas pérdidas luego tendrán que provisionar. Albarda de provisiones de deuda a poner sobre la albarda de las provisiones del ladrillo. Y eso tendrá que acabar. Una entidad técnicamente quebrada no puede asumir el riesgo de estar especulando con deuda española en los mercados, que ya no es lo que era (nuestra deuda). Y ya veremos entonces cómo compite en el mercado “bancocaja Pepe”, en la que para entrar hay que taparse la nariz.

Los defensores del planteamiento FROB y EUROFROB me dirán que no hay alternativa. Falso de toda falsedad. Haciendo grandes números, entre el FROB y el EUROFROB se van a inyectar en total más de 100.000 millones de euros a los bancocajas. Pues imagínense que en lugar de inyectárselo a estos engendros se lo inyectáramos al Fondo de Garantía de Depósitos. Se convertiría en el primo de Zumosol, en ese amigo fuerte y noble, en ese pariente rico con dinero suficiente para cubrir no ya 100.000 euros por cliente de bancocaja, sino todo el dinero de esos clientes. 

Hagan números. La totalidad de los depósitos que hay en los peores “bancocajas” no llega a ese importe porque, obviamente, hay casos recuperables y, además, se obtendría dinero de la venta de activos al “banco malo” -que es una buena idea, por cierto- así que, muy probablemente, se necesitaría menos de lo que se va a inyectar en forma de capital. En otras palabras, se podrían cerrar de un plumazo las entidades más “tóxicas” y dedicar los 53.000 millones de euros que nos va a “dar” la Eurozona a cubrir la totalidad de los depósitos a la vista (no los intereses esos de locura, claro) y a las cuentas corrientes de los peores bancocajas, así como para pagar el paro a sus empleados, excluidos, obviamente, los gestores y miembros del consejo, a los cuales, por cierto, habría que poner boca abajo y agitarlos para al menos intentar que sufraguen parte del desastre del que son responsables.

En el momento en que el público sepa que el hecho de que un banco que cierre y sea liquidado no implica pérdida alguna para sus depositantes, que no tienen culpa de nada y que solo tienen que recoger el dinero y llevárselo/transferírselo a una entidad sana, en ese momento desaparece la posibilidad de un “pánico bancario”. Conseguido esto, podemos movernos rápidamente hacia el objetivo: pinchar la burbuja financiera que financió la inmobiliaria -burbuja que sigue intacta gracias al FROB y al EUROFROB-, y adecuar así la oferta a la demanda. 

Y este proceso tiene tres consecuencias positivas adicionales: una, que queda clarísimo que los bancos que quedan son solventes -y que además mejorarán sus resultados, pues se van a quedar con la clientela de los enfermos terminales-. Dos, que genera la imprescindible confianza de los inversores y prestamistas que tanto necesitan nuestros bancos -y no un informe pagado por el Gobierno- y, tres, que es entonces cuando puede empezar a fluir el crédito como consecuencia de todo lo anterior, aunque eso dependerá también de si el Gobierno tiene la valentía de dejar de desmotivar el consumo, porque si no hay consumo ¿para qué van a pedir créditos las empresas?, o ¿qué garantías tienen los bancos?, pero de eso ya hablé en otra ocasión.

Los refranes podrían ser la forma de trabajar de los ejecutivos más eficientes, porque definen en pocas palabras y de forma clara y contundente todo tipo de situaciones. Y para la cuestión que hoy nos ocupa hay uno que viene a la medida: muerto el perro, se acabó la rabia. Eliminados los bancocajas más tóxicos, se acabó la enfermedad del sistema. Hay quien argumentará que si empleamos el dinero en cubrir a clientes -y empleados- será dinero a fondo perdido, es decir, irrecuperable. Es cierto, ¿pero de verdad se cree alguien que el dinero que se va a inyectar en forma de capital a las entidades más tóxicas se va a recuperar? 

Si lo utilizamos como propongo, al menos acabamos con el problema de una vez por todas. De la otra manera lo único que hacemos es prolongar la agonía. Además, como he dicho antes, algunos bancocajas -o parte de ellos- son recuperables y en un entorno libre de plagas podrían ser viables y venderse dentro de unos años para resarcir al contribuyente. Lo que tengo claro es que si queremos salvar a todos los bancocajas va a ser como los botes del Titanic, que se hundían por exceso de gente a bordo. Aquí pueden salvarse algunas entidades, pero sólo si no saturamos el bote. En caso contrario -que es lo que se está haciendo- lo más probable es que se hundan todas.

Después de leer esto, quienes estén de acuerdo conmigo se preguntarán por qué no se hace algo tan obvio. Yo también me lo pregunto y la verdad es que no tengo ni idea de la respuesta. Seguro que los que están en el Gobierno tienen que ser más listos que yo, pues si no estaría yo y no ellos, y yo solo soy un simple estratega de mercados, mientras que ellos gobiernan el país. También es evidente que los economistas que asesoran al Gobierno tienen que ser mucho mejores que yo, porque si no el Gobierno me valoraría tanto que me contrataría -como a los de Oliver Wyman-, así que esto se les ha tenido que pasar por la cabeza.

Entonces ¿por qué narices no lo hacen? ¿Será porque implicaría poner en la calle a muchos miembros del partido, de esos que luego te tienen que votar en el congreso nacional? ¿Será por la porquería -de todos los partidos- que saldría a la luz en un proceso de liquidación de cajas? ¿O será porque la mente de un funcionario no contempla la toma de medidas drásticas y novedosas y prefiere seguir el protocolo establecido, por si luego le acusan de haberse salido del tiesto? ¿O se les ha ocurrido y los funcionarios europeos, que lo son hasta la médula, son los que lo impiden? Prefiero quedarme con las dos últimas, pero, como dijo Dylan, la respuesta queda en el aire.

Hace unos años me pidieron que escribiera un artículo de opinión sobre cuál podría ser la solución a la crisis del sistema financiero español. Así que me puse a ello y, nada más empezar, me di cuenta que podríamos habernos ahorrado el artículo entero: la solución se podía decir con dos palabras: sobran bancos. O, por ser más precisos, sobran “bancocajas”.