Telón de Fondo
Por
"Back to the USA"
A veces, en los mercados, las informaciones más interesantes pasan desapercibidas. Esto se debe a la inmediatez en la que vivimos, tanto inversores como periodistas y
A veces, en los mercados, las informaciones más interesantes pasan desapercibidas. Esto se debe a la inmediatez en la que vivimos, tanto inversores como periodistas y asesores. Los resultados se miden a corto. Y para que a la gente le interesen las noticias financieras tienen que tener una influencia inmediata en los mercados. Si somos honestos, reconoceremos que el plazo real de inversión de la mayoría, es decir, el periodo en el que miden los resultados de sus inversiones, es de un año o, como mucho, de dos. No hay nada malo en ello, por supuesto. Simplemente funciona así y hay que adaptarse.
La misión del asesor financiero es obtener el mejor resultado posible para su cliente de acuerdo con el perfil de inversión del mismo. Que el cliente es muy agresivo (financieramente hablando), pues el asesor tiene que ir a por todas y tratar de ganar lo más posible, aunque ello suponga asumir riesgos. Que el cliente es muy conservador, el asesor se pone en sus zapatos y se centra en superar lo que el ahorrador podría ganar en un depósito bancario, por ejemplo, pero con la preservación de capital como condición esencial. Y lógicamente en los plazos de medición de obtención de resultados pasa lo mismo. Si el cliente te va examinar por periodos anuales, hay que respetarlo, y si su visión es a más largo plazo, utiliza las ventajas de tener ese margen de actuación.
Es por este motivo que yo suelo escribir sobre cuestiones centradas en el medio plazo. Aunque es cierto que llevo varios años diciendo que no hay que invertir en Europa -y que a España ni mirarla-, que había que centrarse en EEUU y en emergentes, y que ha sido a la vuelta del verano, después de tres largos años, cuando he recomendado un cambio de estrategia -con una segunda vuelta de tuerca en noviembre, como consta en las hemerotecas– y por motivos que ya expliqué en “Lo cortés no quita lo valiente”, lo cierto es que esa estrategia me la he ido planteando año a año (de hecho, emergentes salieron uno de ellos de mis recomendaciones) y si se ha repetido es porque el escenario no cambiaba. Y, aprovecho para decirlo, porque es de justicia: esa percepción de que las cosas están cambiando, y que yo tengo desde hace relativamente poco tiempo, ya la tenían en esta casa, en Tressis, antes de que yo llegara para dirigir la estrategia de inversión. Y no sólo tenían una percepción, ¡estaban sacándole un gran partido!
Aclarado, escrito y certificado que a corto -y posiblemente a medio plazo- preferimos Europa, quiero dejar claro en este post que no sólo no descartamos EEUU –que está en nuestras carteras modelo- sino que dentro de cierto tiempo –¿meses, un año?- podría volver a una ponderación neutral o incluso a la sobreponderación. Y ello por un motivo largoplacista.
No todo el mundo invierte a un año vista y, en consecuencia, también hay que escribir y asesorar a gente que invierte a largo plazo. Es más, el tema que nos ocupa ya ha empezado y no tardará tanto en empezar a ser descontado por los mercados. Se trata de la revolución energética y el renacer de la construcción en los EEUU.
La revolución energética
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), gracias a las nuevas tecnologías de extracción, dentro de tres años los EEUU serán exportadores de gas natural. Es más, el coste de extracción ha bajado tanto que allí pronto costará lo mismo generar electricidad con gas “del país” que con carbón. Como la generación de energía con gas es mucho más limpia que con carbón, asistiremos a un proceso de sustitución de centrales térmicas de carbón por centrales basadas en gas natural y/o de ciclo combinado.
En otras palabras, aparte de las maravillosas implicaciones ecológicas de esta noticia, piensen ustedes en las económicas. ¿Se imaginan la cuantía de la inversión en bienes de capital que supone este cambio? ¿Y los puestos de trabajo que creará? Y ahí no acaba la cosa. Empresas químicas que antes basaban sus actividades en, por ejemplo, Venezuela, volverán a casa. “Back to the USA”, como dice el famoso rock and roll de Chuck Berry. ¿Y las consecuencias sobre las “utilities”?, etc., etc.
Pero ahí no acaba la cosa. La tecnología también está revolucionando el acceso a las reservas petrolíferas del país, multiplicando la capacidad extractora y bajando el coste de la misma. Hablando en plata, según la AIE, en el año 2017 los Estados Unidos rebasarán a Arabia Saudí y a Rusia como productor de petróleo. Si a eso añadimos todo tipo de medidas de eficiencia y ahorro energético que ha tomado la administración Obama y que seguirán adelante al repetir mandato el presidente demócrata, para el año 2035 Norteamérica será autosuficiente en producción energética.
No hay que pensar mucho para hacerse una idea de las implicaciones que desde el punto de vista del inversor tiene todo lo anterior, y no sólo a largo plazo, sino a medio e incluso a corto plazo. ¿Se imaginan, por poner un ejemplo, el efecto de este cambio sobre un gigante de la ingeniería como General Electric? ¿Y sobre la industria química norteamericana? Búsquense buenos analistas y gestores de fondos de inversión, que a la hora de seleccionar sectores la cuestión tendrá su miga, como la tuvo con la tecnología en los 90 o los valores defensivos durante la crisis.
El resurgir de la construcción
No se asusten, que no hablamos de una nueva burbuja. Para esa todavía queda mucho tiempo. Hablamos de algo más racional económicamente. Hablamos de la ley de la oferta y la demanda en estado puro. Hablamos de que el “stock” -la oferta- de viviendas construidas y vacías que había dejado la burbuja inmobiliaria USA –nada que ver con la nuestra, porque, en comparación, lo de allí ha sido una “burbujilla”– está empezando a vaciarse.
En otras palabras, que en breve se empezarán a construir más viviendas, porque las que hay ya no cubrirán la demanda. Y esto coincide con tipos de interés hipotecarios por los suelos, que lo están gracias, de nuevo, al señor Ben Bernanke, principal impulsor de la bajada de tipos de largo plazo en un país donde esa bajada se transmite casi automáticamente al mercado. Hablando, de nuevo, en plata, está calculado que una vuelta a la normalidad en la construcción de nuevas viviendas podría aumentar anualmente hasta un 1% el PIB de los EEUU.
Y esto no lo digo yo, sino un economista como el señor Robert Wescott, un grandísimo economista, de esos que sabe buscar más allá, que se atreve a hablar del futuro –y acierta–, que fue asesor de Bill Clinton y que actualmente trabaja como consultor para la gestora de fondos Pioneer, lo cual, por cierto, me parece un lujo de asesor. Él y sus ideas son, por cierto, los inspiradores de este artículo.
¿Implicaciones de inversión? Bueno, si de algo sabemos los españoles es del ladrillo, pero en este caso hablamos de un país que ya ha superado la burbuja y que inicia un nuevo ciclo, es decir, del lado positivo del asunto, no del desmadre posterior. Así que ahí queda otro tema que tanto selectores de fondos de inversión como de acciones deberán saber valorar si quieren estar entre los ganadores a medio plazo.
Dos cuestiones, la energía y la construcción en los EE.UU., que sirven para reafirmarme en lo que dije a primeros de año: que este será un feliz año nuevo para la renta variable, y también para la norteamericana, aunque a corto plazo el “rally del alivio” tire a favor de la europea.
A veces, en los mercados, las informaciones más interesantes pasan desapercibidas. Esto se debe a la inmediatez en la que vivimos, tanto inversores como periodistas y asesores. Los resultados se miden a corto. Y para que a la gente le interesen las noticias financieras tienen que tener una influencia inmediata en los mercados. Si somos honestos, reconoceremos que el plazo real de inversión de la mayoría, es decir, el periodo en el que miden los resultados de sus inversiones, es de un año o, como mucho, de dos. No hay nada malo en ello, por supuesto. Simplemente funciona así y hay que adaptarse.