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El Dorado (Tonto el último)
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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El Dorado (Tonto el último)

En los años 30 hubo un famoso banquero que decía que el momento de vender es cuando el limpiabotas te pregunte qué acciones comprar. Es exactamente

En los años 30 hubo un famoso banquero que decía que el momento de vender es cuando el limpiabotas te pregunte qué acciones comprar. Es exactamente lo mismo que pensé yo cuando vi que instalaban máquinas para vender pequeños lingotes de oro en hoteles y algún otro tipo de establecimientos públicos. También fue de gran ayuda ver esos anuncios más bien cutres recomendando la compra de oro.

El tema debió funcionar, porque igual que existe -o más bien existía- el mantra de “el ladrillo nunca baja”, todavía existe el de que “el oro es un valor seguro”. Lo será en medio de guerras o cuando se dispara la inflación, pero lo que no explican quienes lo venden es que es una de las inversiones más volátiles -inestables- que existen.

Y si no me creen, observen el gráfico que viene a continuación:

 

En el año 2001, el oro cotizaba por debajo de 300 dólares la onza. A mediados del 2011 alcanzó sus máximos: 1.921 dólares por onza. Una maravilla de revalorización, sí. Pero algo que sube así, cuando cae se monta la de San Quintín. Como con el ladrillo. Años y años subiendo, doblando y triplicando su valor y, “como nunca baja”, llevamos varios años a la baja y les aseguro que no ha tocado fondo.

La caída del oro puede tener muchos motivos. Yo no voy a entrar en cuáles han sido o cuál es el más importante. De hecho, suele ser, como en todos los mercados, una concatenación de acontecimientos. El primero es que es un activo muy especulativo y, por lo tanto, es víctima propiciatoria del exceso de análisis técnico.

Yo no tengo nada contra el análisis técnico. Más bien al contrario, pienso que el fundamental dice qué hay que comprar o vender y el técnico cuándo. Pero en el oro lo de los fundamentales es muy complicado. Una empresa se puede valorar en función de sus ventas, de su beneficio o de su dividendo, entre otros parámetros, pero ¿el oro? El oro vale lo que la gente quiera pagar por él, lo cual depende, sobre todo, del miedo que tengan en el cuerpo y/o de las expectativas de inflación. Volveremos sobre esto, pero antes cerremos el capítulo del análisis técnico, porque en los activos donde al análisis fundamental tiene poca base, el técnico tiene mucha.

Las dos líneas rojas del gráfico representan lo que en la teoría de Dow –en mi opinión la más sólida de análisis técnico, creada precisamente por el inventor del mismo-, sería un canal de distribución, canal que se genera siempre de forma previa al asalto de nuevos máximos o a la ruptura a la baja del mismo para buscar un soporte más abajo. Como puede observarse, la onza de oro no consigue superar sus máximos, va a buscar apoyo a la base del canal y lo rompe sin ningún miramiento. Mala señal.

¿Hasta dónde caerá? Si yo fuera un purista del análisis técnico me plantearía mil dólares la onza como suelo, pero tal vez pare antes, por motivos que veremos más adelante. Eso sí: yo no lo tengo ni lo recomiendo desde mediados del 2012, cuando todavía recomendaba tener un fondo que tiene la costumbre de incluir siempre un 10% de oro en cartera. Lo he tenido/recomendado como cobertura durante la crisis, pero si volviera a comprarlo me marcaría ese nivel de referencia. 

Y una curiosidad: según Josep Prat, gestor de fondos experimentado -excelente persona-, el valor del oro debe ser acorde con el salario medio de un trabajador norteamericano. No tengo espacio aquí para explicar su teoría y además es a él a quien corresponde hacerlo, pero con esa referencia ¿saben ustedes a qué precio debería cotizar la onza de oro? A 1.000 dólares, que es precisamente donde en términos de análisis técnico tiene el oro su soporte más sólido (donde tocaría su línea de tendencia alcista de largo plazo, la línea azul, que había abandonado hace tiempo para dirigirse a cumbres más elevadas). Y esas también se pueden romper a la baja. Ninguna tendencia es eterna.

Pero yo no me planteo incluir el oro en nuestras carteras hasta que haya base fundamental o al menos parafundamental para hacerlo. En primer lugar, porque otro de los motivos por los que cae el oro es porque, pese a las agresivas políticas de estímulo monetario de la mayoría de los bancos centrales, los mercados no temen ni esperan inflación. Y con razón. 

Con Europa al borde de la deflación gracias a Alemania y al BCE, con EEUU creciendo de forma todavía tímida y Japón todavía en deflación –y le va a costar salir–, a la inflación no está ni se le espera por bastante tiempo. ¿Que vendrá? Claro que vendrá. Quien haya leído al economista Ludwig von Misses sabe que los ciclos económicos se basan en la expansión/contracción del crédito, y que estos van generando alternativa y respectivamente ciclos inflacionistas y deflacionistas.

La inflación volverá si los bancos centrales no son capaces de llevar a cabo una buena estrategia de salida de sus políticas de estímulo fiscal, como ocurrió en Japón en los años 30 (les sugiero lean mi artículo titulado ¡Banzai!). Y si vemos que se van a pasar de frenada, será el momento de pensar en volver al oro. Es posible que sea a 1.000 dólares la onza. Ya veremos.

Hay otros motivos que se esgrimen para justificar una caída de esta magnitud. La primera es casi risible: que el Banco de Chipre vende sus reservas. Hombre, ahora el banco de una isla de 700.000 habitantes es capaz de desestabilizar el mercado mundial de oro. Pues será que lo han vendido todo de una vez y el mismo día, cosa que dudo. 

También hay quien dice que ha sido un malévolo especulador –siempre tiene que haber uno detrás de cualquier caída importante-, un bróker conocido, que es el que ha generado el correctivo. Eso, sabiendo lo que mueven algunos brokers multinacionales tiene cierta base como chispa que inicia el incendio, pero no habría tenido el seguimiento que ha tenido si sólo fuera ese bróker el que vende. Y los brokers, si conocen su trabajo, no venden a lo loco.

Yo creo más bien en la teoría de “tonto el último”. En un mercado tan volátil, bastante poco liquido si se compara con otros activos y donde se han creado un montón de productos sintéticos –que no tienen como base subyacente el oro físico-, una orden fuerte de venta es como una bola de nieve que aumenta según cae.

La caída del oro tiene más consecuencias, y yo creo que buenas: el oro es, como el VIXX (índice de volatilidad del mercado de futuros), uno de los llamados índices del miedo. Y si el mercado ha perdido miedo eso es bueno para los activos de riesgo. Yo, la verdad, a los políticos europeos les sigo teniendo más miedo que a un nublado, pero aun así ya veo mucho más improbable que España haga default y veo que estos genios de políticos de la Eurozona van aprendiendo de economía y mercados, ¡aunque les ha costado más de dos tardes! También veo una economía norteamericana mucho mejor encarada hacia un crecimiento sostenido –lean Back in the USA– y además creo que Japón esta vez va en serio y tiene posibilidades de volver al crecimiento. Así que me temo que la nueva búsqueda de El Dorado es mejor posponerla para dentro de uno o dos años. 

En los años 30 hubo un famoso banquero que decía que el momento de vender es cuando el limpiabotas te pregunte qué acciones comprar. Es exactamente lo mismo que pensé yo cuando vi que instalaban máquinas para vender pequeños lingotes de oro en hoteles y algún otro tipo de establecimientos públicos. También fue de gran ayuda ver esos anuncios más bien cutres recomendando la compra de oro.