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Menú de tres platos para el verano
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Víctor Alvargonzález

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Menú de tres platos para el verano

Aunque desgraciadamente me quedan 12 días para estar en bañador y chanclas, sabiendo que hay gente que le gusta que su dinero también trabaje en verano

Aunque desgraciadamente me quedan 12 días para estar en bañador y chanclas, sabiendo que hay gente que le gusta que su dinero también trabaje en verano –o que lo haga su gestor/asesor personal–, a continuación les paso mi receta veraniega para un menú equilibrado y nutritivo para su apetito inversor.

Lo de equilibrado lo digo en sentido literal: como no hay sitio en este post para hacer una recomendación para cada perfil de inversión –agresivo, equilibrado, conservador, etc., por no hablar de los perfiles intermedios–, he considerado que en el término medio están tanto la virtud como el grueso de los perfiles de inversión de los españoles, así que vamos con un menú dirigido a un perfil equilibrado.

Para empezar, la parte más light, que como es verano tiene que ser, casi por obligación, una ensalada. De renta fija en este caso. Las ensaladas no tienen por qué ser siempre ligeras, pueden llevar miel, queso, mostaza… Yo sugiero que para este verano lo sea y que la renta fija sea predecible y no excesivamente ambiciosa. El extra de rentabilidad vamos a buscarlo en la renta variable. Pero de eso hablaremos luego.

Como ya comenté en Qué pasa con los fondos de renta fija, los tipos de interés oficiales norteamericanos están a cero y llevan la friolera de treinta años bajando y, si bien pienso que tardarán en subir –los de corto plazo–, en la deuda a largo plazo seguiremos viviendo episodios de volatilidad cada vez que un representante de la Reserva Federal (Fed) de los Estados Unidos diga lo contrario que otro, o simplemente la economía norteamericana muestre una fortaleza mayor que la prevista por la Fed. Y nosotros para el verano queremos una digestión ligera, al menos en la ensalada. Así que en renta fija, deuda europea de vencimiento a corto/medio plazo y un fondtesoro.

¿Por qué deuda Europea? Porque si despejamos los árboles para que no nos impidan ver el bosque, lo que vemos es un camino irreversible: o Europa arregla sus finanzas públicas o no habrá Europa, salvo la geográfica. Les recomiendo echen un vistazo a mi artículo De círculo vicioso a círculo virtuoso si quieren conocer mi opinión sobre cómo podría/debería desarrollarse ese proceso. Y lo bueno es que de momento se está desarrollando más o menos como había previsto, aunque sea a golpes de los mercados en las cabezas de los políticos.

Hay decenas de datos positivos en este sentido, y me refiero a la recuperación de la solvencia crediticia, no del crecimiento económico. La rescatada Irlanda volverá pronto a los mercados de capitales, nuestra prima de riesgo y el tipo de interés de nuestro bono a diez años han bajado drásticamente. Francia anuncia medidas de austeridad que ni imaginábamos sería capaz de tomar –ni aceptar– un francés. Se avanza, aunque sea 'a la europea' (a trancas y barrancas), hacia la supervisión bancaria única (nunca más una caja de ahorros ni un Banco de España que mira para otro lado mientras se dispara la burbuja inmobiliaria a base de crédito regalado) y, lo más importante, los alemanes ya no dicen ni pío cuando Draghi habla de que "los riesgos están a la baja", que en lenguaje BCE significa: "Estoy preocupado con la posibilidad de que el estancamiento económico europeo prolongado nos lleve a una deflación a la japonesa y mi mandato es la estabilidad de precios". "No quiero excesos al alza (inflación) ni a la baja (deflación)".

Y nos queda lo mejor: ¡los alemanes empiezan a notar el aliento del oso en el cuello! Si tu economía se basa en la exportación y tus principales clientes son el resto de Europa y los mercados emergentes, y resulta que la primera va de mal en peor y ahora los emergentes se toman una seria pausa en el crecimiento -especialmente China-, ¿qué les va a pasar a muchas empresas alemanas? Pues que van a vender menos, mucho menos de lo que están acostumbradas a vender. Y su economía se va a contraer. Ahora se entiende que el amigo Jens (Weidmann, el representante del Bundesbank en el BCE) ya no apostille a Draghi cuando este habla de políticas acomodaticias. A lo mejor, hasta nos damos el gustazo de ver a los alemanes pedir un QE europeo que estimule la economía de la eurozona, que buena falta le hace.

Moraleja: el mercado irá descontando lentamente tipos más bajos, tanto de corto como de medio y largo plazo. Con una economía en contracción y los tipos del BCE cerca de cero –ya verán cómo los veremos por ahí–, no es lógico un diez años español al 4,60% o un italiano al 4,40%. Sobre todo el español. Y bajada de rentabilidad en el mercado de bonos significa subida de precios. Por eso, el ingrediente principal de esta ensalada es un fondo de renta fija periférica europea de duraciones medias/bajas. Un fondo así tiene una volatilidad del 2%-3%. Si no conocen el concepto de volatilidad, comparen con el 20% de volatilidad que puede tener un índice bursátil y se harán una idea del tipo de riesgo del que hablamos. Su rentabilidad de los últimos 12 meses está por encima del 3%, aunque en este fondo nos conformaríamos con un 2,5% para los próximos doce.

Esta sería la base estable de la cartera. Pero a la ensalada, como somos españoles, le vamos a poner tomate, y el tomate será un fondtesoro, un fondo que invierte exclusivamente en deuda pública española, que llevo recomendando desde inicios del año y que acumula una rentabilidad del 4% en lo que va de año (14% en doce meses). Es algo más arriesgado que el anterior: un 7% de volatilidad, pero tampoco es un fondo para arruinarse si las cosas se complican. De momento ha superado con nota lo de Bárcenas, que no es poco.

¿Esta ensalada tiene riesgo digestivo? En plazos cortos, sí. Hablamos de Europa, recuerden: corrupción, políticos no especialmente brillantes, meteduras de pata, noches enteras en Bruselas para discutir obviedades, etc. Pero, pese a todo, si bien estoy en desacuerdo con el sr. De Guindos en cuanto a que estamos en el camino del crecimiento, sí estoy de acuerdo en que estamos en el camino para recuperar la solvencia, la credibilidad crediticia perdida, o al menos de recuperar cierto grado de credibilidad. Y eso es bueno para los bonos europeos/españoles. De algo tenía que servir que nos crujan a impuestos, nos reduzcan las pensiones o nos suban el IVA. Y como encima el Gobierno cumpla y la Administración empiece a apretarse de verdad el cinturón, será, como dicen en Cataluña, 'de más a más'. Aunque sobre esto último soy más escéptico, hay que darles el beneficio de la duda.

El segundo plato, algo más fuerte –y en un plato más pequeño–, sería una mezcla de renta variable norteamericana y europea, con predominio, por el momento, de la norteamericana. Los motivos de esta preferencia por norteamérica ya los expliqué a primeros de año en Back to the USA y hace dos años y medio en El mito de la caverna. Y a quien piense que Estados Unidos ha subido demasiado, le recordaría esa regla de 'deja correr tus beneficios, corta en seco tus pérdidas'. EEUU ha entrado en una nueva era y tanto los fundamentales como el análisis técnico apoyan un periodo alcista prolongado. En cuanto a Europa, es una apuesta por valoración (no había estado tan barata en mucho tiempo) y por la que esperamos sea una actitud mucho más pro-crecimiento, incluida la política monetaria, una vez pasen las elecciones alemanas (recuerden: el oso soplará cada vez más en el cuello de la economía alemana).

Y, finalmente, el postre. Para gente con estómagos delicados me lo saltaría, porque es siempre lo más indigesto. Y más en verano. Pero para quienes tengan más 'estómago', una pequeña parte de la inversión –digamos un 5% del total–, les sugeriría la destinaran a renta variable japonesa. No les aburriré con los motivos, porque ya los expliqué cuando empezamos a recomendar Japón desde esta casa (vean Banzai), pero añadiría un 'detalle' que no conté entonces: tres son los "dardos" –en sus propias palabras– en los que el primer ministro de Japón basa su revolución económica (Abenomics): uno, un estímulo monetario sin precedentes, ya comentado en aquel artículo; otro, una serie de reformas estructurales, y, por último, pero no menos importante, elevar el tope de renta variable –acciones– que pueden adquirir los fondos públicos de pensiones japoneses. Ojo al dato: el mayor de ellos tiene un patrimonio tan grande como todo el PIB de México o de Corea del Sur. ¿Saben lo que puede significar parte de ese dinero entrando en la bolsa japonesa?

Acabo, que algunos afortunados querrán ponerse el bañador e irse ya a la playa. Y acabo con una aclaración. Las malas lenguas dirán que en verano recomiendo lo mismo que en otoño, es decir, lo que proponía a principios de año, aunque en artículos diferentes. La respuesta es sencilla: no es sólo porque estas tres ideas hayan funcionado muy bien, que lo han hecho, es que los elementos –tendencias– que lo propiciaron siguen ahí. Cambiaremos el menú cuando estos ingredientes dejen de ser 'de temporada'. Afortunadamente no son como las cerezas: estos pueden estar tiernos mucho tiempo.

¡Feliz fin de semana!

Dirán que me repito. Es que ha ido bien y nada ha cambiado.

En otoño lo mismo. Es que el menú ha sentado estupendamente al estómago.

Aunque desgraciadamente me quedan 12 días para estar en bañador y chanclas, sabiendo que hay gente que le gusta que su dinero también trabaje en verano –o que lo haga su gestor/asesor personal–, a continuación les paso mi receta veraniega para un menú equilibrado y nutritivo para su apetito inversor.