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En todos los bancos habrá reestructuración: Si no tiene sentido económico, será político
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Víctor Alvargonzález

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En todos los bancos habrá reestructuración: Si no tiene sentido económico, será político

Las “fintech” tienen de su lado la lógica económica, pero el oligopolio bancario tienen del suyo al Boletín Oficial del Estado y a los políticos

Foto: El Rey, junto (de izda a dcha) a la presidenta del Banco de Santander, Ana Patricia Botín; el ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro; el presidente del Institute of International Finance (IIF), Tim Adams, y el presidente del BBVA, Francisco
El Rey, junto (de izda a dcha) a la presidenta del Banco de Santander, Ana Patricia Botín; el ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro; el presidente del Institute of International Finance (IIF), Tim Adams, y el presidente del BBVA, Francisco

Hace tiempo se me ocurrió comparar las perspectivas del sector bancario español con la situación de los astilleros españoles hace un par de décadas. Obviamente me tacharon de exagerado.

Vistos los acontecimientos de los últimos días -y los que están por llegar- al final no va a resultar tan exagerado. Porque esto no es el problema de un banco. Este banco en cuestión simplemente acumulaba más papeletas que otros, pero todos participan en la rifa.

Los problemas sectoriales afectan en mayor o menor medida a todas las entidades que conforman un sector. Para empezar, la infraestructura bancaria europea está pensada para dar servicio a una economía, la de la eurozona, cuya media histórica de crecimiento se mueve en el 3%/4%, no en el 1% raspado actual, que además tiene muchas probabilidades de mantenerse así de bajo durante mucho tiempo. En otras palabras: exceso de oferta. Como los astilleros.

Los ejecutivos que piensen que van a compensar vía comisiones aprovechando la condición de “cautivos” de sus clientes no saben en que mundo viven

Es muy fácil de entender. La demanda de crédito, que es la actividad bancaria por excelencia, no es la misma cuando la actividad económica crece al 3% anual que cuando crece al uno. El negocio relacionado con la actividad empresarial (leasing, “factoring”, descuento de papel, etc.) tampoco. Y de ahí en adelante. En el caso español habría que añadir que el ladrillo no solo baja, sino que tampoco desaparece. Vamos: que encima de poco negocio y mucha competencia, hay que cargar con una mochila importante. Y los ejecutivos que piensen que lo van a compensar vía comisiones en productos financieros –las que no existen porque no se ven- aprovechando la condición de “cautivos” de sus clientes no saben en que mundo viven.

Por si éramos pocos –o más bien muchos– va y llega la “nueva normalidad financiera”, una de cuyas anormalidades es que los tipos de interés son cero o negativos. La pesadilla de cualquier banquero, porque afecta al margen de la actividad bancaria típica – tomar y prestar dinero –. Y encima hay que pagar por los depósitos en el Banco Central e incluso en otras instituciones financieras más saneadas que la tuya. Sin poder repercutirlo a los clientes. Un planazo.

Los inversores prefieren al que tiene una estrategia de futuro, aunque ahora tenga problemas

Y la guinda: llega la revolución digital a las finanzas. Sí, la misma que ha revolucionado el sector de la distribución y ha llevado a que Amazon sea ahora el líder del sector desbancando a empresas como Macy´s o Walmart. O que marcas españolas intocables se las estén viendo y deseando para cuadrar las cuentas. Va ganando adeptos la idea que manteníamos algunos de que algo parecido –aunque en menor medida al ser un sector regulado- iba a ocurrir en el sector financiero.

¿Significa esto que vayan a desaparecer los bancos?¿Que ninguno es viable? Para nada. Pero hay que tener en cuenta algunas cuestiones fundamentales si tiene bancos en cartera o piensa tenerlos:

Hay analistas fundamentales –que además son muy buenos en lo suyo- que ya han sufrido las consecuencias de las primeras bajas bancarias por mirar solo los números y no las estrategias. Un banco puede estar muy barato, pero puede estarlo mucho más si no tiene una estrategia clara para el nuevo entorno. Incluida la digital, por lejana que parezca la amenaza. Los inversores prefieren al que tiene una estrategia de futuro, aunque ahora tenga problemas.

Se pueden obtener jugosas plusvalías aprovechando que con toda seguridad los políticos se inmiscuirán en el proceso de consolidación del sector

Hay bancos que pueden no tener esa estrategia pero que pueden ser interesantes para otros que si la tengan. Porque cuenten con un determinado atributo en su modelo de negocio, por ejemplo. Son “opables”. Y en las OPA se gana dinero.

Y no olvidemos la política: se pueden obtener jugosas plusvalías aprovechando que con toda seguridad los políticos se inmiscuirán en el proceso de consolidación del sector. En resumen: habrá adquisiciones que no tengan sentido económico, pero sí político.

No estoy seguro de si existe en España un fondo 'long short' (fondo que puede apostar porque la acción de la de otra una entidad suba y otra baje) especializado en banca europea (creo recordar que sí) Si así fuera y su gestor tuviera un buen historial, sería el vehículo adecuado para el proceso de reestructuración y consolidación bancaria que se avecina. La idea es clara: apostar por los ganadores y los “opables”, vender en corto los perdedores y los que no tienen novia.

Seguirá habiendo bancos, pero serán menos y muy distintos. La buena noticia –para los supervivientes– es que van a ser menos a repartir un pastel que nunca va a desaparecer porque hay mucha gente interesada en que, aunque a veces no tenga sentido económico, se mantenga en vigor. Las “fintech” tienen de su lado la lógica económica, pero el oligopolio bancario tienen del suyo al Boletín Oficial del Estado y a los políticos. Es un partido amañado, al menos a corto y medio plazo ¿Y quién invierte a largo plazo?

Hace tiempo se me ocurrió comparar las perspectivas del sector bancario español con la situación de los astilleros españoles hace un par de décadas. Obviamente me tacharon de exagerado.

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