Telón de Fondo
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La gestión activa: entre todos la mataron y ella sola se murió
El debate sobre si es mejor la gestión pasiva o la activa está lleno de obviedades
Aunque reconozco que la uso, no me gusta la palabra “obvio”. Hay muy pocas cosas “obvias” en la vida. Pero en cambio, el debate sobre si es mejor la gestión pasiva o la activa está lleno de obviedades. Tantas que uno se pregunta cómo es que hay un debate.
La primera cuestión es aclarar qué es gestión activa y gestión pasiva, porque ahora tiene dos acepciones. La más común es que distingue entre productos financieros que se limitan a reflejar lo que hace un índice de referencia – y por lo tanto cobran una comisión muy baja – frente a los que pagan – y mucho - a un gestor para 'currárselo' y hacerlo mejor que el mercado en general.
Y es ahí donde empieza el problema. Porque lo “obvio” sería que, como en todas las profesiones, hubiera gente brillante que batiera al índice de referencia. Pero resulta que no llegan al 10% del total.
El algodón no engaña
Si la encuesta más generosa dice que, como mucho, sólo un 10% es capaz de conseguirlo, la conclusión es que al menos el 80% de una cartera de fondos de inversión debe estar compuesta por productos de gestión pasiva, que lo van a hacer igual o mejor que los fondos de gestión activa y son cinco veces más baratos.
¿Por qué ocurre, si va contra toda lógica?
En mi opinión, no es culpa de los gestores. Esta teórica falta de talento no es real, es consecuencia de que, según crecen, las gestoras pasan a ser dirigidas por mánager profesionales que igual gestionan una multinacional que fabrica dentífricos como dirigen una gestora de fondos. Su forma de pensar no es la del gestor, que sabe que seguir siempre al consenso lleva a hacerlo igual o peor que el índice, o, dicho técnicamente, que para pescar peces, hay que mojarse el trasero. El ejecutivo profesional busca minimizar riesgos y así evitar problemas que al final le afecten.En ese escenario se buscan gestores que no se salgan del tiesto, utilizando un “ratio” que para el buen gestor es como un instrumento de tortura y que se llama 'tracking error'. Por dar de nuevo una explicación técnica, diremos que es como las orejeras que les ponen a los animales de carga para que no se desvíen del camino trazado. Al pobre gestor, que seguramente lo que le gustaría sería emular a Warren Buffett, le dicen que como se desvíe más allá de un 2% del índice le pegan con un palo en las nalgas. Y por si le quedaban ganas de recibir, los analistas le dan la puntilla: tampoco quieren riesgos y evitan recomendar fondos con un 'tracking error' alto. Resultado: el fondo hace lo mismo que el índice, pero, como cobra una comisión del 1,80% anual - y otra serie de gastos -, acaba haciéndolo mucho peor. En otras palabras: entre todos la mataron y ella sola se murió.
Artistas y 'raritos'
Igual que con los datos en la mano se concluye que el 80% de la cartera debe estar compuesto por fondos de gestión pasiva, el sentido común nos dice que hay dos tipos de fondos que deben ser de gestión activa.
En primer lugar, los fondos de los artistas. Un buen gestor es un auténtico artista. Por eso hay pocos. Y estos gestores son conscientes de que su trabajo requiere libertad de acción, y que, para ganar, a veces hay que tomar decisiones contrarias a las de la mayoría. Conscientes de ello, o bien son independientes o buscan casas dirigidas por gente brillante que quiera rodearse de talento y no de adulación y consenso.
Luego hay activos 'raros, activos que requieren de especialistas para evitar disgustos: la deuda de alto riesgo, las pequeñas compañías, determinados países emergentes, etc.
La trampa del ETF ilíquido
Ojo, porque el análisis de producto no ha perdido toda su validez. Hace unas semanas dije que una de las formas de aprovechar la subida de los tipos de interés es tener activos de renta fija de corto plazo en dólares. Y “obviamente” productos de gestión pasiva, no vas a pagar una comisión por tener letras del tesoro en dólares – que se paga, por cierto -. Y hete aquí que alguien me presenta un ETF que tiene posiciones de corto plazo en dólares, pero en bonos 'high yield'. Si se lía una en los mercados, ese producto carecerá de liquidez, porque para vender el ETF hay que vender sus activos. Y el 'high yield' no se caracteriza precisamente por su liquidez. Ojo, por lo tanto, al activo subyacente en los ETF
El robot pasivo
Finalmente, con la llegada de los robots a este nuestro sector, se ha dado en llamar gestión pasiva a la que efectúa un robot, básicamente porque se limita a aplicar uno o varios algoritmos matemáticos en base a la historia, los datos, etc. Si bien parece “obvio” que con el desarrollo que han tenido la robótica y la inteligencia artificial un robot puede hacer mejor casi todo en este sector, el 'casi' que falta es muy importante. Todavía hay muchas cosas en este mundo que un robot no entiende (puse varios ejemplos en mi artículo anterior). No me imagino poniendo en sus manos mi patrimonio ni me imagino preguntándole mis dudas a una especie de Siri. En consecuencia, no veo nada “obvio” que la gestión pasiva por robotizada sea mejor que la de un buen inversor o estratega de inversiones, siempre que cuente con libertad de movimientos.
Aunque reconozco que la uso, no me gusta la palabra “obvio”. Hay muy pocas cosas “obvias” en la vida. Pero en cambio, el debate sobre si es mejor la gestión pasiva o la activa está lleno de obviedades. Tantas que uno se pregunta cómo es que hay un debate.