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Cómo dejar un patrimonio financiero (y que nadie la líe)
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Víctor Alvargonzález

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Cómo dejar un patrimonio financiero (y que nadie la líe)

La cuestión le tenía obsesionado porque, aparte de haber hecho cierta fortuna, conocía el negocio y sabía que se caracterizaba por ser muy extremista

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Un conocido gestor se planteó un día quién se ocuparía de su patrimonio cuando el faltara. La cuestión le tenía obsesionado porque, aparte de haber hecho cierta fortuna, conocía el negocio y sabía que se caracterizaba por ser muy extremista. Los buenos profesionales son muy buenos, pero hay muy pocos.

También era consciente de que sus herederos podrían perfectamente cometer errores e influenciar negativamente al gestor, por bueno que fuera, así que decidió que tenía que buscar la forma de dejar una cartera que se adaptara a cualquier escenario de mercado y no fuera necesario modificarla en exceso a lo largo del tiempo.

La primera parte era lo más fácil: una cartera invertida en renta variable que incluyera los principales índices mundiales, utilizando fondos de gestión pasiva para no tener sorpresas ni pagar comisiones abusivas.

Foto: DAX. (Reuters) Opinión
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En cuanto al 'timing', tampoco tuvo la menor duda. Compraría en las grandes caídas del mercado, pues sabía que, a largo plazo, quien compra barato siempre gana. Y como es norteamericano – nuestro gestor es real y sigue vivo - pensó que Europa es un sitio poco serio e imprevisible, así que decidió darle más peso a los EE.UU. Finalmente añadió un “plato variado” de bolsas emergentes – supongo que con China e India a la cabeza - y listo: cartera diseñada.

De la renta fija no dijo mucho, así que no se muy bien que hizo. Se lo que haría yo: bonos de las principales economías avanzadas con plazos largos, adquiridos únicamente en épocas de tipos de interés altos.

El problema surgió cuando se planteó la vertiente psicológica del asunto. La cartera tenía un alto peso en renta variable, por lo que tendría una volatilidad elevada. Esto suponía un riesgo que, a buen seguro, se produciría: la tentación de vender en pánico, bien por parte del gestor, bien de sus herederos. Supondría el fin de su estrategia. Así que pensó ¿cómo puedo dejar una cartera con activos de riesgo que no sea especialmente volátil? Porque otra cuestión evidente era que, si no tomaba riesgo, no habría beneficio.

El 'diversificar' comprando activos con correlaciones negativas era una estupidez. Si juntas por partes iguales activos con correlaciones negativas el resultado es una suma cero. Lo que gana uno lo pierde el otro, porque en eso consiste la correlación negativa: cuando uno sube, el otro baja. Seguro, sí, pero no rentable.

Buscó una forma inteligente de diversificar y llegó a la conclusión que lo mejor era incluir en cartera activos descorrelacionados

Así que buscó una forma inteligente de diversificar y llegó a la conclusión que lo mejor era incluir en cartera activos descorrelacionados, que no es lo mismo que con correlación negativa. En otras palabras: que, en la medida de lo posible, cada activo fuera 'a su bola' y no dependiera en exceso de lo que hiciera el de al lado.

La tarea no era fácil, pero no se desanimó y empezó a buscar. Se dio cuenta, por ejemplo, de que el oro y las materias primas pueden subir cuando sube la bolsa – está ocurriendo este año con el oro - y no por ello han de caer por los mismos motivos que cae la bolsa.

También detectó que determinado tipo de bonos corporativos pueden funcionar bien en escenarios de crecimiento, no como los bonos soberanos de alta calidad, que funcionan mejor en recesiones. Luego analizó sectores, estilos de gestión – 'value' vs 'growth', empresas cíclicas y no cíclicas, emergentes vs desarrollados y, así, casi sin quererlo, fue a dar con el estilo de gestión que le ha hecho famoso y multimillonario como para entra en la lista Forbes.

El gestor del que les hablo es real, la historia también, así como el método de invertir en unas pocas ideas sobre las que se tiene mucha convicción y sin que exista excesiva correlación entre ellas, de forma que cada una es fuente de rentabilidad “per se” y sin que, para que una gane, otra tenga que perder. Y no: el gestor no es Warren Buffett, que también tiene su método y guarda cierto parecido con este, pero que tiene un inconveniente: se necesita a Warren Buffett.

Un conocido gestor se planteó un día quién se ocuparía de su patrimonio cuando el faltara. La cuestión le tenía obsesionado porque, aparte de haber hecho cierta fortuna, conocía el negocio y sabía que se caracterizaba por ser muy extremista. Los buenos profesionales son muy buenos, pero hay muy pocos.

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