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En renta fija euro, mejor un ETF que un fondo tradicional
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Víctor Alvargonzález

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En renta fija euro, mejor un ETF que un fondo tradicional

Nadie que tenga dinero que invertir en renta fija euro se le pasará por la cabeza hacerlo en un fondo tradicional, habiendo fondos cotizados muchísimo más baratos

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Decía Churchill que la política hace extraños compañeros de cama. Ahora podemos decir que el negocio de la distribución de fondos también. Porque no me dirán que no es llamativo —aunque seguro que totalmente casual— que los dos principales partidos de la izquierda española hayan promovido una ley que cierra la entrada de los ETF a nuestro mercado, para alborozo de los distribuidores y comisionistas del sector, que son bancos, sociedades de valores y la mayoría de EAFIs, es decir, personal que no se caracteriza precisamente por ser de la izquierda más radical. Y, desde luego, para perjuicio evidente de los ahorradores, que, aunque cometan el pecado de ahorrar, también son “la gente” (digo yo).

En un artículo anterior expuse el problema, que la mayoría de los ahorradores que tienen fondos monetarios y de renta fija de la zona euro ya conocen por experiencia propia. Están pagando comisiones de entre el 1% y el 2% y, con los tipos de interés en el cero por ciento o negativos —es decir, que no hay rendimiento en los títulos que tienen el fondo en cartera o es negativo—, las comisiones se van comiendo el valor de la inversión. Es lo que llamé, para entendernos, “fondo garantizado inverso”, ya que pagas por la garantía de perder dinero. Y por mucho tiempo, porque pasará todavía mucho —probablemente años— hasta que vuelvan a subir los tipos de interés en Europa.

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En este contexto, la comisión se convierte en la clave de la rentabilidad. Y lo que hay que hacer es buscar la comisión más baja, lógicamente. El problema está en que —vaya casualidad— esta comisión híper competitiva está en los ETF o “fondos cotizados”, que son a los que el gobierno ha cerrado el paso, quitándoles el acceso a la ventaja fiscal de los fondos tradicionales.

Pero hay una “laguna” en este planteamiento que me recuerda a las de aquella serie de “Los hombres de Paco”, en la que creaban un plan en el que todo era un despropósito, pero ellos decían que en todo caso podía tener algunas “lagunas”.

El caso es que, donde un ETF de renta fija euro cobra de media unos gastos totales medios anuales del 0,40% —incluso algo menos, si se investiga un poco entre intermediarios financieros europeos—, un fondo de renta fija nacional cobra un 1,50% o más, sumando sus muchas y variadas comisiones. En un entorno de tipos de interés muy bajos o cero y por mucho que los suba dentro de un par de años unas decimas el BCE —o que nos “japonicemos” y haya cierta revalorización por plusvalía (*)— ganar un 1% anual sería un gran resultado para un fondo de renta fija.

[Hoy "toca" hablar de política]

Si le quito el 1,50% de la comisión que cobra de media un fondo tradicional estaré perdiendo dinero todo los años, así que de poco me sirve tener la ventaja fiscal. Por el contrario, si mi comisión es del 0,40% —o menos, que los ETF son cada día más competitivos— al menos gano algo, aunque sea poco. Y mejor ganar poco, aunque pague impuestos, que perder aunque no los pague. Imagínense diciendo “pierdo el 0,50% anual, pero no me importa, porque tengo ventajas fiscales” frente a “gano un 0,60% anual, aunque sea sin ventajas fiscales”. Mejor lo segundo ¿no? ¿De que me sirve no pagar impuestos si no voy a ganar nada?

Pero ahí no acaba la cosa. El supuesto plan anti ETF tiene otra “laguna” y se llama rotación. La idea es que, como con los fondos tradicionales puedo rotar mi cartera sin efecto fiscal, los ETF no tienen nada que hacer contra ellos. ¿Y cual es la laguna? Pues que en un producto de renta fija la rotación no es fundamental. Como se dice ahora, está “sobrevalorada”.

Normalmente cuando se invierte en un fondo de renta fija es para colocar un dinero de forma conservadora a largo plazo, que lo que busca es sentarse a cobrar un cupón. Y que lo hace en un producto de inversión colectiva para no tener que pasar todos los años por Hacienda. Y esto vale igual para el fondo tradicional que para el ETF. Pero, además, en el caso del ETF, que no haya rotación es crucial, porque una parte de los gastos totales a los que antes hacía referencia es precisamente el corretaje o comisión de suscripción que carga el intermediario por venderte el ETF. Ahora bien, si lo pago en la compra y no pago otro similar hasta varios años después, solo pagaré en esas dos ocasiones. En otras palabras: a más largo el plazo y menor rotación, más bajas las comisiones del ETF en relación con el fondo tradicional. Y no les quiero decir si “brujulean” las páginas web de intermediarios europeos más competitivos que los españoles.

Si algún día hubo —supuestamente— un plan para cerrar el paso a la competencia del siglo XXI —los ETF—, el autor seguro que se llamaba Paco (por “Los hombres de Paco”, que no se me ofendan los Franciscos) Porque, después de leer esto, estarán conmigo en que a nadie que tenga dinero que invertir en renta fija euro se le pasará por la cabeza hacerlo en un fondo tradicional, habiendo fondos cotizados muchísimo más baratos. Y si no es así —y no lo será— es porque el 90% de quienes ofrecen asesoramiento financiero viven de las comisiones de los fondos tradicionales y no se lo van a contar a sus clientes (afortunadamente MIFID II ya no les permite decir que son independientes). O porque, por el mismo motivo, no venden ETFs.

Nadie que tenga dinero que invertir en renta fija euro invertiría en un fondo tradicional, habiendo fondos cotizados más baratos

Hoy damos soluciones para que el dinero “nuevo”, como se le llama en el sector, no caiga en la trampa. Basta saber sumar – o más bien restar - para percatarse. Pero luego está el dinero “viejo”, el que ya lleva tiempo en fondos de inversión tradicionales, que se enfrenta a la “pérdida garantizada” y no puede escapar sin asumir un importante coste fiscal. Ese dinero está en un auténtico “corralito”. Pero hay algunos casos, algunas personas, que podrían salir. Hablaremos de ello en un próximo artículo, aquí ya no queda espacio.

(*) Cuando bajan los tipos de interés sube el valor de los bonos. Si un bono da un cupón del 1% y en el mercado un bono de similar calidad y duración pasa a dar el 0,2% por la caída de tipos, el primero pasa a valer más, porque “da” más cupón. Y lo mismo con tipos negativos: si uno “sólo” carga el —0,20% y otro similar pasa a cargar el -0,50% por la nueva caída de tipos en el mercado, el primero pasa a valer más. Esto último es lo que ha pasado por ejemplo en Japón durante años de tipos cero o negativos y está pasando ahora mismo en Alemania y otros países europeos.

Decía Churchill que la política hace extraños compañeros de cama. Ahora podemos decir que el negocio de la distribución de fondos también. Porque no me dirán que no es llamativo —aunque seguro que totalmente casual— que los dos principales partidos de la izquierda española hayan promovido una ley que cierra la entrada de los ETF a nuestro mercado, para alborozo de los distribuidores y comisionistas del sector, que son bancos, sociedades de valores y la mayoría de EAFIs, es decir, personal que no se caracteriza precisamente por ser de la izquierda más radical. Y, desde luego, para perjuicio evidente de los ahorradores, que, aunque cometan el pecado de ahorrar, también son “la gente” (digo yo).

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