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¿Están descontadas las malas noticias en los precios?
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Víctor Alvargonzález

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¿Están descontadas las malas noticias en los precios?

Si vamos a invertir, tenemos que tener una idea, una opinión. No vale la vieja excusa de “nadie sabe que va a pasar” o “nadie puede predecir el futuro”, tan habitual en el sector

Foto: El mercado cotiza sumido en el pesimismo. (Foto: Reuters)
El mercado cotiza sumido en el pesimismo. (Foto: Reuters)

Lo que ya está descontado en los precios no mueve los mercados. Es otra de esas reglas fundamentales de la inversión que se no explican en los cursos de capacitación profesional. Pero, aunque no lo digan en las aulas, no la olviden, porque cuando todo el mundo piensa que algo va a ocurrir, esa información ya está en el precio del activo en cuestión y pierde relevancia. Es mucho más interesante estudiar las probabilidades de que se produzca algo inesperado, porque, a más sorpresa, más potente el movimiento del precio. Se podría decir que es la ley física de los mercados.

En el momento actual, el mercado descuenta sobre todo malas noticias, a saber: que la Reserva Federal seguirá subiendo los tipos de interés —aunque sea de forma más pausada—, que seguramente habrá una recesión en los Estados Unidos y que si la hay en EEUU será mucho mayor en el resto del mundo —especialmente preocupante en China—, que podría no haber acuerdo comercial de esta con EEUU, que la eurozona puede seguir dando sustos y que en el tema Brexit puede pasar de todo, pero nada bueno.

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Como partimos de un sentimiento bastante negativo, si parte o la totalidad de todas estas noticias no se materializarán u ocurriera exactamente lo contrario que espera el mercado, entonces subirían las bolsas. Y si se materializaran, el resultado dependerá de cual sea el grado de probabilidad que les hayan dado la mayoría de los inversores.

Si vamos a invertir, tenemos que tener una idea, una opinión, sobre estas cuestiones. O que la tenga nuestro asesor. No vale la vieja excusa de “nadie sabe que va a pasar” o “nadie puede predecir el futuro”, tan habitual en el sector. Si yo fuera cliente y me dijeran eso, me plantearía para que pago entonces a un asesor o un gestor. Es como si soy un gobernante y el general responsable de los ejércitos me dice que él no tiene una estrategia porque, total, si no sabe que va a hacer el enemigo ¿para que intentar adivinarlo? Hombre, al menos envíe Ud. espías, digo yo.

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Para el inversor el mercado sería como el “enemigo” del general de mi ejemplo. Hay que estudiar sus movimientos y analizar los posibles escenarios y sus probabilidades de materialización, para luego establecer una estrategia, que obviamente habrá que ir actualizando o afinando en función de lo que finalmente ocurra. Y luego calcular, aunque sea intuitivamente, los riesgos que asumimos y que beneficio vamos a obtener a cambio. Es un puro análisis de probabilidades, de coste y de beneficio basado en la información disponible.

Empecemos por lo más importante: la Reserva Federal de los EEUU. Imaginemos que se da cuenta a tiempo de que se ha pasado de frenada o incluso llega a la conclusión de que tiene que bajar los tipos de interés ante la posibilidad de una recesión. Esto sorprendería gratamente a los mercados y podríamos encontrarnos con que las bolsas suben. El planteamiento que tiene que hacerse por lo tanto el inversor es: ¿hay alguna probabilidad de que esto ocurra? Porque, igual que podría aumentar la inflación, en el otro lado de la balanza tenemos un auténtico cóctel desinflacionista: retraimiento del consumo —como consecuencia de los constantes avisos sobre una recesión—, competencia en precios que genera la revolución digital, caída del precio de las materias primas, desaceleración global, etc. La mayoría de inversores y analistas descuenta que la Fed siga subiendo tipos, así que la sorpresa, en caso contrario, sería considerable.

No vale la vieja excusa de “nadie sabe que va a pasar” o “nadie puede predecir el futuro”, tan habitual en el sector

Lo del acuerdo entre China y Estados Unidos es más complicado. Las tornas han cambiado y ahora Trump necesita el acuerdo más que Xi. A los dirigentes chinos no les preocupa en absoluto la opinión pública, pero a Trump sí. Y en su país la bolsa es un termómetro muy importante. Siendo malicioso, si yo fuera el presidente de China aprovecharía la debilidad de Trump para darle la vuelta a la tortilla y freírle al fuego lento de la bolsa norteamericana. Y de la economía real, que las tarifas también hacen daño a las empresas norteamericanas. En esta cuestión, la incertidumbre es todavía mayor que con los tipos de interés. Es la mala noticia. La buena es que el beneficio potencial sería muy alto si al final hubiera acuerdo.

Luego está, como siempre, Europa, el patito feo de las bolsas, donde cuando no pasa una cosa pasa otra. ¿Será otra vez el show plañidero de los populistas italianos? ¿Será Grecia? O Francia, donde Macron ha decido parecerse a Rajoy y a Sánchez y arreglarlo todo a base de impuestos, con el agravante de que allí “la gente” no traga tan fácilmente como aquí (de España hablaremos en un artículo monográfico) En resumen: ¿está descontado en los precios el espectáculo anual europeo o podría sorprendernos? Y, de sorprendernos ¿podría ser para bien? (para variar) ¿Pesará más la cuestión del precio que la de la política?

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En cuanto el Brexit, siempre he tenido claro que afecta mucho más a la bolsa inglesa y a la cotización de la libra que al conjunto de bolsas mundiales. Y ahí están los hechos: desde que se anunció la separación, quitando los primeros días el FTSE de la bolsa de Londres tampoco se ha movido de forma especialmente distinta al Eurostoxx. Y la relación de cambio de la libra con el euro tampoco ha tenido movimientos de infarto, como se anunciaba. Así que o bien el mercado cree que al final habrá algún tipo de acuerdo, otro referéndum o incluso que no haya Brexit, o simplemente no afecta tanto a las bolsas como se dice.

Y, finalmente, las coberturas. A mi el año pasado me funcionó muy bien la del dólar, pero cada año cambian los activos que sirven para amortiguar la volatilidad bursátil. ¿Serán necesarias? ¿quiénes harán ese papel? Muchas preguntas, que responderé en el próximo artículo y, con más detalle, en mi próximo informe mensual. Aquí, desgraciadamente, ya no me queda espacio.

Lo que ya está descontado en los precios no mueve los mercados. Es otra de esas reglas fundamentales de la inversión que se no explican en los cursos de capacitación profesional. Pero, aunque no lo digan en las aulas, no la olviden, porque cuando todo el mundo piensa que algo va a ocurrir, esa información ya está en el precio del activo en cuestión y pierde relevancia. Es mucho más interesante estudiar las probabilidades de que se produzca algo inesperado, porque, a más sorpresa, más potente el movimiento del precio. Se podría decir que es la ley física de los mercados.

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