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Liberen de una vez al espíritu de superación europeo
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Víctor Alvargonzález

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Liberen de una vez al espíritu de superación europeo

Los europeos no somos ni más tontos ni más vagos que los norteamericanos. Simplemente vivimos en una cultura y en un entorno donde el emprendimiento ni se premia ni se valora

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La primera vez que escribí sobre la posible “japonetización” de la eurozona no tuve mucho éxito. Para la mayoría de los analistas resultaba tan descabellado que ni siquiera había una palabra comúnmente aceptada para denominar ese escenario, en el que la eurozona entra en un periodo prolongado de deflación y estancamiento. Ahora, que ya no parece tan imposible y se habla más de ello, se le llama “japonización”.

El artículo lo publiqué en septiembre de 2011. Por aquel entonces los tipos de interés de la eurozona estaban en el 1,25 %. Ahora están en el 0%. El BCE pagaba un +0,50% por el dinero que depositaban los bancos en sus arcas. Hoy les cobra un -0,40.% El bono alemán a diez años daba un cupón del 4%. Ahora da un 0,20%. Estos son datos, no opiniones. El mercado de bonos de la eurozona —especialmente el de su núcleo duro— se está “japonizando”. Vamos camino de un “Bund” a diez años con rentabilidad negativa. Y el problema es que el mercado de bonos suele ser un buen indicador adelantado de lo que puede pasar en la economía.

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Según escribo, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, declara estar dispuesto a utilizar todos los medios a su alcance para evitar que en la euro zona se nos ponga cara de japoneses (si bien no utiliza la palabra maldita). Es de agradecer que haya vuelto a la realidad y que no este hablando de subir los tipos de interés este verano, como decía hace un par de meses (y como afirmaba el consenso de analistas). Pero, si bien su rectificación y sus intenciones son encomiables, si no tiene ayuda por parte de los políticos, no va a servir de nada.

La política monetaria puede ayudar a estabilizar los precios y tener cierta influencia en la economía. Pero sirve para curar un catarro, no una pulmonía. Y lo que tiene la eurozona es un auténtico tumor que es la poca importancia que le dan los políticos al empresariado, las PYMEs, la innovación y la remuneración del esfuerzo como motores del crecimiento económico —y por lo tanto del empleo— en una economía de mercado. Nada de lo anterior se genera por decreto, sino apoyando a quienes lo hacen posible.

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Y no me refiero solo a los empresarios. Hablo de apoyar a todos los trabajadores que se esfuerzan y tratan de mejorar e innovar en sus puestos de trabajo. A todos se les fríe a impuestos, gobierne quien gobierne. Dio igual que hubiera un gobierno de derechas en España o que haya un tipo tan moderno como Macron en Francia. Todos “solucionan” las cosas a base de impuestos que, además, no sólo van dirigidos a quienes ganan más dinero —como si eso fuera un crimen— sino también a las clases medias y las capas más desfavorecidas de la sociedad.

No nos engañemos: la protesta de los chalecos amarillos no tiene nada que ver con la del sector del taxi, como he oído decir a algún tertuliano que seguramente viaja poco a Francia. Tiene como origen la subida de impuestos al diésel, a las pensiones y otras tasas similares que instauró Macron y que no afectan precisamente a las grandes empresas. De ahí la ola de comprensión y simpatía inicial del resto de la población hacia los primeros “chalecos”. Son sus desmanes posteriores y su obsesión por echar a Macron sin pasar por las urnas lo que les ha hecho perder apoyo social.

La política monetaria puede ayudar a estabilizar los precios y tener cierta influencia en la economía. Pero sirve para curar un catarro, no una pulmonía

El caso es que el otro día escuchaba a un economista hablar de cómo reanimar la economía china. Decía qué había que soltar la cuerda del sector privado y dejarse de planes públicos. La imagen era muy llamativa. Los que tenemos un perro sabemos cómo sale cuando llega al parque y le sueltas para que juegue con sus colegas. Pues bien, señores políticos: suelten de una vez la correa que sujeta el espíritu de superación de los europeos. Desaten el espíritu de emprendimiento e innovación. Premien el esfuerzo. Faciliten las cosas y no las compliquen. Los europeos no somos ni más tontos ni más vagos que los norteamericanos. Simplemente vivimos en una cultura y en un entorno donde esas cosas ni se premian ni se valoran. Los jóvenes quieren ser funcionarios, no empresarios ni autónomos. Porque eso en lugar de ilusión . Y es lógico. Y es lo que nos impide crecer. Más micro economía y menos BCE.

No es necesario inventar nada. Sólo hay que ser valientes y copiar lo que ya se hizo con éxito en una situación de estancamiento similar en el Reino Unido en los años ochenta. Y en EEUU. Y con Clinton en los 90. Quede claro que, en mi opinión, lo que hicieron Thatcher o Reagan es una solución temporal. No creo en el ultra liberalismo porque, tal y como es el ser humano, la ausencia total de control o unos impuestos demasiado bajos pueden generar situaciones terribles. Pero hay que empezar por ahí. Ya habrá tiempo de reequilibrar las cosas cuando se haya alejado el peligro. Porque si creemos en el vaticinio del mercado de bonos, esto podría empeorar. Y ni Grecia, ni Italia, ni España, ni incluso Francia cuentan con las salvaguardas sociales y económicas que tenía Japón. En la eurozona el estancamiento económico podría llevar a la implosión política.

Sí, señores políticos: es su turno. No miren al BCE. De nada va a servir fabricar dinero si nadie quiere esforzarse en ganarlo porque luego llegan Uds. y se lo llevan en impuestos. Sean valientes: hagan atractivo el esfuerzo y la innovación. Déjense de intervencionismos, de impuestos, de burocracias, de poner barreras. No luchen contra el progreso tecnológico, utilícenlo para progresar y ayuden a quienes les cueste adaptarse. Dejen, en definitiva, de ser el obstáculo y conviértanse en el motor. Y de paso dejen en paz al señor Draghi y liberen al Banco Central Europeo de una carga que no le corresponde porque les corresponde a Uds.

La primera vez que escribí sobre la posible “japonetización” de la eurozona no tuve mucho éxito. Para la mayoría de los analistas resultaba tan descabellado que ni siquiera había una palabra comúnmente aceptada para denominar ese escenario, en el que la eurozona entra en un periodo prolongado de deflación y estancamiento. Ahora, que ya no parece tan imposible y se habla más de ello, se le llama “japonización”.

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