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¿Renta fija? Abróchese el cinturón
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Víctor Alvargonzález

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¿Renta fija? Abróchese el cinturón

Donde se estaba generando una burbuja de proporciones desconocidas era en la renta fija, no en la variable

Foto: Istock
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Estaba dudando sobre si sucumbir o no a la tentación de empezar este artículo con el típico “ya lo dije”. Finalmente y teniendo en cuenta que no soy de los que se tira años advirtiendo de la explosión de “la burbuja” o la llegada de “la crisis” a ver si un día suena la flauta y me apunto al tanto, voy a sucumbir y voy a decirlo: “mira que lo dije”.

El otro motivo es que llevo tiempo viendo como me miraban raro cuando insistía que donde se estaba generando una burbuja de proporciones desconocidas era en la renta fija, no en la variable. Puede que la tecnología este cara, cierto – o al menos parte de ella -, pero el resto de los sectores no lo están. Sobre todo si se piensa que dentro de seis meses habremos vuelto a la normalidad económica y se comparan con los precios surrealistas de los bonos. Y consideren también la enorme cantidad de dinero de los planes de estímulo.

Si tienen alguna duda de que los precios de los bonos son surrealistas, reflexionen sobre el hecho de que un país como España, que jamás ha estado tan endeudado y con mayor descontrol en las cuentas públicas, está cobrando -sí, cobrando - por prestar dinero. Enhorabuena, por cierto, a la Sra. Calviño, que ha visto el hueco y ha colocado bonos a 50 años. Porque no vamos a tener una oportunidad igual en 100 años.

Foto: Vista de la fachada del Banco Central Europeo (BCE). (EFE) Opinión

Pero todo tiene un límite y, como siempre, es el mercado quien nos está diciendo que lo hemos alcanzado. Y tiene una enorme importancia porque el grueso del dinero, tanto de ahorradores e inversores particulares como de los grandes inversores institucionales, está sobre todo invertido en renta fija. Siempre ha sido así, pero es que encima ahora hay en el mundo más de 13 billones de dólares en bonos con rentabilidad negativa. Desde el punto de vista del impacto sobre el ahorro mundial, una corrección bursátil es un catarro comparado con la pulmonía que sería en renta fija. En España, por ejemplo, el 80 % del dinero que hay en fondos de inversión y planes de pensiones está en renta fija.

¿Y porque canto victoria tan rápido y digo que se acabó lo de sentarse cómodamente en un bono o fondo de renta fija y disfrutar de esa curiosa “represión financiera “ que hacía que subieran un día sí y otro también gracias a las compras de los bancos centrales? Pues porque nos lo está diciendo el mercado.

En los últimos meses el tipo de interés del bono americano con vencimiento a 10 años - y no les quiero decir el de 30 años - ha estado subiendo. Eso significa que han estado bajando los precios, porque existe una relación inversamente proporcional entre la evolución de los tipos de interés y los precios de los bonos. Hasta ahora el precio de los bonos solo tenía una dirección: al alza. Los bancos centrales no hacían más que comprar y la ley de la oferta y la demanda también funciona en el mercado de bonos.

Pero hete aquí que, en los últimos meses, aunque los bancos centrales siguen comprando todo lo que se mueve, el precio de los bonos no sólo no sube, sino que más bien baja o se mantiene. Hay excepciones puntuales, como por ejemplo Italia, donde piensan que Draghi va a conseguir más fondos de la Unión Europea, pero en los principales bonos de referencia europeos y norteamericanos hace meses que se acabó la fiesta. Y eso solo tiene una explicación: que quienes venden tienen más peso que quienes compran, que son fundamentalmente los bancos centrales y que, por cierto, con la vuelta a la normalidad económica llegará un momento que reduzcan sus compras.

Foto: mercados-bolsas-draghi-covid-bra

Mi interpretación del mensaje del mercado es que no solo son cada vez menos los inversores que quieren comprar bonos de estados híper endeudados y encima tener que pagarles, sino que, además, muchos inversores institucionales se han dado cuenta de que tarde o temprano los bancos centrales dejarán de comprar y esta es la última oportunidad de colocarle a la Fed o el BCE esos bonos que no dan cupón alguno y que dejarán de dar plusvalía cuando los bancos centrales cierren el local y no sirvan más bebida.

Desde que soy un asesor independiente que no cobra comisiones de los productos recomendados las gestoras han dejado de invitarme a sus eventos – solo invitan a los asesores que cobran comisión por recomendar sus fondos - , pero estoy convencido que la frase que más se oye ahora en los “cofee break” es “tonto el último”.

Para que siga bajando el precio de los bonos y en consecuencia de los fondos de renta fija ni siquiera es necesario que suba mucho la inflación. Basta que por efecto de la oferta y la demanda el bono alemán pase de un tipo de interés negativo del -0,50% al 0 % para hacer un roto espectacular en las carteras de bonos europeos. O que tipo del bono USA pase del 1 % al 1,50 %. Y no les quiero decir si como consecuencia de la normalización económica repunta ligeramente la inflación. En ese caso me va a costar mucho no volver a empezar un artículo con “mira que lo dije “ (pero prometo solemnemente no hacerlo).

Si se confirma que el mensaje del mercado es que finaliza el ciclo alcista de los bonos, al menos temporalmente, y que el chollo de la “represión financiera” que permitía sentarse en fondos de renta fija y ganar un 5 % anual sin hacer nada se ha acabado y que será sustituido por pérdidas, las consecuencias son tantas y tan importantes como el hecho de que donde está de verdad invertido el grueso del dinero del “mundo” es en bonos. ¿Les hablaba de rotación interna de la renta variable? Una broma comparado como la que podría generar un cambio de estas características.

Estaba dudando sobre si sucumbir o no a la tentación de empezar este artículo con el típico “ya lo dije”. Finalmente y teniendo en cuenta que no soy de los que se tira años advirtiendo de la explosión de “la burbuja” o la llegada de “la crisis” a ver si un día suena la flauta y me apunto al tanto, voy a sucumbir y voy a decirlo: “mira que lo dije”.

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