Telón de Fondo
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Inflación, objetivo cumplido
Los agoreros profesionales han encontrado en la inflación la nueva forma de meter miedo para ganar clientes y seguidores, ahora que ha dejado de funcionar el miedo a "la crisis"
Dicen las malas lenguas que de la gran depresión norteamericana de los años treinta no se salió por las políticas keynesianas del presidente Roosevelt, si no simple y llanamente porque llegó la Segunda Guerra Mundial. Resulta tétrico, pero la verdad es que, para estímulo económico, nada como una guerra. El descenso de la cifra de paro es inmediato, ya que la mayoría de los jóvenes - y no tan jóvenes - se van al frente. Y el rebote de la producción industrial es brutal, puesto que hay que fabricar armamento a marchas forzadas y todo lo necesario para una guerra, que no es poco.
Me temo que el Banco Central Europeo tendrá que cargar con la misma duda. En el mes de mayo la inflación se ha situado, por fin, en el objetivo que se había marcado el BCE (2%) y que llevaba años intentando conseguir. Nunca sabremos si se ha debido a su política monetaria o a la catarsis que ha supuesto la pandemia y la salida del confinamiento.
Al llegar la pandemia, el BCE redobló sus esfuerzos y se puso a fabricar dinero a niveles nunca vistos. Asimismo desaparecieron todas las reticencias de los gobiernos del norte de Europa al gasto público, al endeudamiento, a los planes de estímulo e incluso a la mutualización de la deuda. Pero, sobre todo - y en mi opinión es lo más importante -, se produce la catarsis que dije en mayo del año pasado que se produciría: salir de una pandemia es lo más parecido a salir de una guerra y al salir de las dos guerras mundiales se produjo un incremento muy importante de la actividad económica y del consumo. Con la ventaja de que, en esta ocasión, sería más rápido, pues no sería necesario reconstruir los países y las industrias, ya que afortunadamente no ha habido bombardeos.
Alguien podría decir que todavía estamos parcialmente confinados, que la catarsis consumista no se ha producido y que, por lo tanto, no se puede reflejar todavía en la inflación. La respuesta es que en todos los mercados se descuentan eventos futuros.
Si ahora sube el petróleo es porque el mercado es consciente del incremento del consumo que viene. Y si se están produciendo cuellos de botella en el transporte o en la demanda de materias primas es porque transportistas y productores son conscientes de que se va a incrementar la demanda y ajustan sus precios al alza. Y siendo justos, también tiene mucho que ver el hecho de que el BCE haya inundado de liquidez el sistema. Los economistas saben que una oferta monetaria sin precedente tendrá un efecto en el crecimiento, en el consumo y en los precios. Y eso está en el ambiente.
A los inversores lo que les preocupa es que si volvemos a tener inflación sea algo negativo para las bolsas. No es extraño, puesto que los agoreros profesionales han encontrado en la inflación la nueva forma de meter miedo para ganar clientes y seguidores, ahora que ha dejado de funcionar el miedo a “la crisis”, “la burbuja” o a las consecuencias de una supuesta “represión financiera”.
No es por llevarles la contraria, pero creo que, de nuevo, se equivocan. Se equivocaron de burbuja, puesto que cada vez está más claro que estaba - y está - en la renta fija y no en la renta variable. La crisis no llegó, lo que llegó fue un virus. Y los ahorradores están pidiendo a gritos que vuelva la “represión financiera”, ya que ahora como no bajan los tipos de interés, sino que suben, ven como cae el valor de sus fondos y planes de pensiones de renta fija (y es solo el principio).
Para la economía europea lo importante es salir de la 'euroesclerosis'. Dentro del traje de cemento de burocracia y excesos regulatorios en el que la han metido nuestros políticos era imposible volver al crecimiento. Si el precio de salir - aunque solo sea temporalmente - de la 'euroesclerosis' es un cierto nivel de inflación, bienvenido sea.
Además, mientras no se disparen los costes laborales, un aumento moderado de la inflación supone un aumento de los márgenes y, en consecuencia, una mejora de la cuenta de resultados que tanto necesitan nuestras machacadas pymes. Y digo inflación moderada porque, con el paro que hay en Europa, tardarán mucho en subir los costes laborales. Además, en una economía global como la actual, hay muchos países dispuestos a cubrir cualquier demanda de productos y materias primas.
Y lo mismo ocurre en el sector servicios: quien en plena revolución digital pretenda subir mucho los precios se encontrará con una aplicación innovadora que ofrecerá lo mismo, pero además mejor y más barato.
No, aunque algún día la inflación podría dispararse como consecuencia de una oferta monetaria y unos planes de estímulo sin precedentes, en el corto y medio plazo lo más probable es que la globalización y la digitalización lo impidan. Y si el precio de abandonar la 'euroesclerosis' y la japonización es cierto nivel de inflación, bienvenido sea. Es más, creo que las bolsas van a opinar lo mismo.
Dicen las malas lenguas que de la gran depresión norteamericana de los años treinta no se salió por las políticas keynesianas del presidente Roosevelt, si no simple y llanamente porque llegó la Segunda Guerra Mundial. Resulta tétrico, pero la verdad es que, para estímulo económico, nada como una guerra. El descenso de la cifra de paro es inmediato, ya que la mayoría de los jóvenes - y no tan jóvenes - se van al frente. Y el rebote de la producción industrial es brutal, puesto que hay que fabricar armamento a marchas forzadas y todo lo necesario para una guerra, que no es poco.