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La excepción española que beneficia al inversor
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Víctor Alvargonzález

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La excepción española que beneficia al inversor

Los ETF son fondos de inversión de tercera generación: mucho más baratos que los tradicionales, de operativa más ágil y, también, de mayor alcance

Foto: IStock
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Los ETF se han convertido en el instrumento de inversión preferido de los inversores del mundo entero. La única excepción es España, donde se ha creado una barrera de entrada para que estos fondos de inversión de tercera generación se queden fuera. Pero ha surgido un beneficiario totalmente inesperado: el inversor de largo plazo.

Frente a la llegada de estos productos, infinitamente más rápidos de comprar o vender que los fondos de inversión clásicos y muchísimo más baratos, ha habido dos posturas: la de Estados Unidos, donde el sector financiero ha preferido sacar partido y ahora, junto con los fondos garantizados, representan ya el 50 % de toda la inversión colectiva, y la española, que consiste en ponerles trabas.

Evidentemente los ETF son fondos de inversión, no solo en el nombre, “fondos cotizados”, sino en el hecho de que son instituciones de inversión colectiva, es decir, vehículos de inversión donde miles de partícipes unen fuerzas para invertir con las mejores condiciones. Y son de tercera generación, porque mejoran todo lo que era mejorable en los fondos tradicionales: son mucho más baratos, la operativa es muchísimo más ágil y llegan donde no llegan los fondos de inversión tradicionales.

Foto: (Pixabay) Opinión
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La postura española ha sido la de conseguir apoyo político para que el tratamiento fiscal de los ETF sea peor que el de los fondos tradicionales, evitando así su expansión. De esta forma los distribuidores, es decir, bancos, sociedades y agencias de valores y asesores financieros no independientes, pueden seguir cobrando comisiones que fuera de España resultarían surrealistas. ¿Para qué cambiar, si el Estado protege tu cuota de negocio y el único perjudicado es el inversor minorista? Si, el minorista, porque los altos patrimonios suelen tener acceso a las clases más baratas de los fondos tradicionales (y aun así son más caras que los ETF)

Pero, como ocurre con todas las cosas creadas contra las leyes del mercado, se generan situaciones extrañas. En el país con las comisiones de gestión más altas del mundo – España - los ETF se convierten en el mejor producto para el inversor con visión a largo plazo, el inversor de “buy & hold” (“comprar y mantener”). Gracias a la llegada de los ETF, ahora puede hacer lo mismo que hacía antes con fondos tradicionales pero pagando un 80 o 90% menos en comisiones.

Porque cuando alguien se plantea invertir con una visión realmente de largo plazo desaparece la ventaja fiscal del fondo tradicional. Si el objetivo es “comprar y mantener” no hay diferencia fiscal con un ETF, ya que si usamos un fondo de inversión tradicional, cuando vendamos pagaremos exactamente los mismos impuestos que cuando vendemos un ETF. Con la diferencia de que con el ETF pagamos muchísimas menos comisiones.

La actitud proteccionista ha conseguido que España sea el único país donde los productos con la operativa más ágil se han convertido en los ideales para el inversor que no se mueve

Pero no acaba ahí la cosa. Con ETFs podemos invertir en subsectores y microsectores a los que no se puede acceder utilizando fondos de inversión, y muchos de los cuales son precisamente los negocios con más futuro.

Imaginemos, por ejemplo, un inversor que se jubila dentro de 20 años y piensa que el futuro está en la inteligencia artificial, el Big Data, la computación en la nube, la tecnología Blockchain, la biotecnología, la energía proveniente del hidrógeno o la industria del turismo aeroespacial.

Pues bien, todas estas ideas sólo se pueden materializar utilizando ETFs. O se puede hacer mucho mejor y mucho más barato que a través fondos de inversión tradicionales. Porque lo de las megatendencias está muy bien, pero se afina menos el tiro y encima se paga un 2 % en comisiones, frente a un 0,20 % del ETF.

Foto: (Imagen: Pixabay) Opinión
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La actitud proteccionista de los distribuidores españoles ha conseguido que España sea el único país del mundo donde los productos con la operativa más ágil se han convertido en los ideales para el inversor que no se mueve. Pero, surrealista o no, si es Ud. un inversor de largo plazo, aprovéchelo: invierta en los modelos de negocio del futuro pagando comisiones muchísimo más bajas que se invirtiera en el Ibex.

Antes de acabar, permítanme aplacar las malas lenguas antes de que se disparen, aclarando que la empresa que dirijo es una empresa de asesoramiento financiero independiente, que ni distribuye ni obtiene comisión alguna de ningún producto financiero. En otras palabras, asesoramos tanto sobre fondos tradicionales como sobre ETF sin percibir comisión de ninguno de ellos. Este artículo trata de dar, lisa y llanamente, un buen consejo, sin intereses comerciales de por medio.

Los ETF se han convertido en el instrumento de inversión preferido de los inversores del mundo entero. La única excepción es España, donde se ha creado una barrera de entrada para que estos fondos de inversión de tercera generación se queden fuera. Pero ha surgido un beneficiario totalmente inesperado: el inversor de largo plazo.

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