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Si el BCE adormece las primas de riesgo, despertará a las divisas
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Víctor Alvargonzález

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Si el BCE adormece las primas de riesgo, despertará a las divisas

La consecuencia es evidente: si Lagarde sigue de fiesta mientras otros bancos centrales se adelantan a tomar medidas contra la inflación, subirán más los tipos de interés de esos países

Foto:  Fachada del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort (EFE)
Fachada del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort (EFE)

Al opio y drogas similares se las conocía en la antigüedad como “adormideras”. Y actualmente, cuando se habla de lo que está haciendo el BCE con el precio de los bonos europeos, se habla de “dopaje”. Del que produce comprar bonos a mansalva e inflar así la demanda de forma artificial, manteniendo precios altos y en total desconexión con la realidad económica y, sobre todo, crediticia, de muchos países europeos. El ejemplo más claro es el español: España nunca había estado tan endeudada en su historia reciente y, sin embargo, en muchos vencimientos hasta cobra por recibir dinero prestado. Como si fuera Alemania u Holanda.

Vaya por delante que he defendido durante muchos años la política del BCE, entre otras cosas porque no tenían alternativa. Tuvieron que hacer frente a la crisis financiera, luego la del euro, luego los políticos se pusieron de perfil y no hacían nada por dinamizar la economía europea y, finalmente, el confinamiento. Como para no inyectar liquidez en el sistema.

El problema es que ahora hay planes de estímulo económico que garantizan el crecimiento, el riesgo de deflación ha desaparecido y la pandemia ya no tiene casi efecto sobre la economía. De hecho, y como sorprendentemente ha declarado recientemente la señora Lagarde, el motivo fundamental por el que siguen comprando bonos es evitar “que se amplíen los spreads”, es decir, las primas de riesgo (tipo de interés extra que paga un país muy endeudado respecto al que paga un país con mayor calidad crediticia). Y digo “sorprendentemente” porque el único mandato que tiene el BCE es mantener la estabilidad de precios, no dice nada de mantener bajas las primas de riesgo.

Foto: Luis de Guindos. (Reuters)

El caso es que gracias al BCE las primas de riesgo han dejado de funcionar, pero esta mutualización “de facto” de la deuda europea es que iguala por debajo. Y eso puede llegar a afectar a la divisa común, sobre todo si, además, continúa la divergencia entre la política monetaria europea y la de otros bancos centrales.

Empecemos por el efecto bajista sobre el euro de mutualizar la deuda. Me dirán que también se ha disparado la deuda en Estados Unidos, pero es que allí no se ha producido un cambio estructural, puesto que la deuda ya estaba mutualizada. Son un país, no una unión de países que mantienen bastante autonomía a la hora de establecer sus políticas presupuestarias. Especialmente ahora que se han eliminado todos los controles y ya veremos en qué medida se restablecen.

También me dirán que no tiene por qué ser malo para la economía europea que baje el euro. Cierto, pero es que el objetivo de este artículo es plantear la posibilidad de aprovechar el movimiento que se puede llegar a producir en la cotización del euro frente a otras divisas, no entrar en las bondades o defectos sobre la economía real.

Mientras la Fed o el Banco Central de Inglaterra muestran su preocupación por la inflación, el BCE no parece muy preocupado

Porque, al final, el mercado siempre encuentra mecanismos para valorar las cosas. Si el BCE adormece las primas de riesgo, es muy probable que los mercados ajusten la valoración del euro y de la deuda europea por la vía de la cotización de la divisa. Sobre todo si la mutualización de la deuda y el dopaje de las primas de riesgo se hace por abajo, como es el caso. Y habría un “pero” a la bondad intrínseca de esta bajada del euro como consecuencia de igualar por debajo, y es que se pierda el control. Ya hemos vivido una crisis del euro generada por un problema de confianza en la divisa como consecuencia de los excesos de deuda del sur frente al norte.

Y hablando del BCE: mientras la Reserva Federal de los Estados Unidos o el Banco Central de Inglaterra muestran su preocupación por la inflación, el Banco Central Europeo no parece muy preocupado.

La consecuencia es evidente: si Lagarde sigue de fiesta mientras otros bancos centrales se adelantan a tomar medidas contra la inflación, subirán más los tipos de interés de esos países que los europeos, tanto de corto como de medio y largo plazo, atrayendo por lo tanto al dinero internacional hacia ellos y aumentando la cotización de sus divisas frente al euro. Son leyes básicas de la economía: primero, que si aumenta la demanda de esas divisas aumenta su precio y, segundo, que los tipos de interés son el precio del dinero y el dinero va allí donde le pagan mejor.

Foto:  Adam Tooze. (Fotografía cedida)

Cuáles sean las divisas beneficiadas por una política monetaria europea más laxa y una política fiscal hiperexpansiva, y cuánto lo hagan, dependerá de cuál sea la actitud respecto a la inflación de los bancos centrales de esos países y de lo que haga su vez el BCE.

Todavía es pronto para saber si estamos ante un cambio de tendencia o si el BCE tendrá que rectificar. Está por ver si puede seguir con su fiesta con la que está cayendo con la inflación. Y qué harán los gobiernos europeos en función de cómo se emplee esa generosa ayuda que han dado a los países del sur de Europa, que es la que, en la práctica y a ojos de los mercados, mutualiza la deuda. Porque pagar, pagan los del norte. Y si no les gusta lo que ven, podrían cambiar de idea. En ese caso se acabaría la divergencia. La clave está en ver hacia dónde se inclinará la balanza.

Al opio y drogas similares se las conocía en la antigüedad como “adormideras”. Y actualmente, cuando se habla de lo que está haciendo el BCE con el precio de los bonos europeos, se habla de “dopaje”. Del que produce comprar bonos a mansalva e inflar así la demanda de forma artificial, manteniendo precios altos y en total desconexión con la realidad económica y, sobre todo, crediticia, de muchos países europeos. El ejemplo más claro es el español: España nunca había estado tan endeudada en su historia reciente y, sin embargo, en muchos vencimientos hasta cobra por recibir dinero prestado. Como si fuera Alemania u Holanda.

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