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Cuidado, que el precio del “cariñito” también se ha disparado
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Víctor Alvargonzález

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Cuidado, que el precio del “cariñito” también se ha disparado

Si nos fijamos en las estadísticas, lo que le están diciendo los asesores es que lleve su dinero a fondos de renta fija. Pero el escenario es muy peligroso para los bonos europeos

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Foto: EPA/Justin Lane

Hace muchos años tuve que abandonar una empresa que había fundado que, por causas ajenas a mi voluntad, se estaba convirtiendo en algo muy diferente de lo que yo había fundado. Y, como es lógico, llamé a los clientes que llevaban más tiempo con nosotros para despedirme y explicarles los motivos de mi salida.

Para mi sorpresa, hubo algunos que se mostraron molestos de que no les hubiera llamado con más frecuencia. Me llamó la atención que no comprendieran que si me hubiera dedicado a llamarles con frecuencia no me habría dedicado a que ganaran dinero. O a proteger sus ahorros en los momentos difíciles. Si ya es complicado acertar en los mercados y requiere mucho trabajo y dedicación, imagínense si uno se dedica a hacer relaciones públicas individualizadas con cientos de clientes.

Pero hubo otros que si que disponían de tiempo. Y que llamaron. Vaya si llamaron. Con mucha más frecuencia de la que requería la relación profesional. Eran asesores de la empresa que no generaban rentabilidad alguna para los clientes, cuyo objetivo era más bien generar relaciones estrechas con dichos clientes, lo que en el argot de este sector se llama “darles cariñito” (el cariño más hipócrita que he visto en mi vida, por cierto).

Foto: EC

El objetivo era hacerse con la fidelidad de un grupo amplio de clientes y contar con ese “activo” para cuando el asesor decidiera cambiar de empresa. Cualquiera que conozca este sector sabe que es una práctica habitual, especialmente en banca privada. Y como supondrán, el asesor cariñoso se apuntaba todos los aciertos en las inversiones, mientras que los errores eran, como no, del director de estrategia y fundador, ese malvado que no llama a menudo a los clientes para darles cariñito.

Anécdotas aparte – y personalmente lo recuerdo con humor, porque no me quejo en absoluto de la evolución posterior de los acontecimientos - , el problema es que, una vez se consolida el “cariñito”, empiezan los abusos.

Al cliente “fidelizado” se le colocan fácilmente los productos más caros o los fondos “en campaña”, aunque no sean los más adecuados para ese momento de mercado. El cariñito también ayuda para que la gente mantenga fondos de renta variable en la cartera aunque haya empezado una tendencia bursátil bajista que pudiera ser de larga duración. El asesor es consciente de que si el cliente traspasa el dinero a fondos monetarios o liquidez las comisiones del asesor cariñoso se desploman un 80 %. Me refiero obviamente a los asesores no independientes, que son los que cobran comisiones de los productos que recomiendan. En un mercado bajista, ese conflicto de interés con el asesor cariñoso puede llegar a resultar muy caro

Pero cualquiera que sepa algo del mercado es consciente de que el escenario es muy peligroso para los bonos europeos

El problema es que el coste del cariñito cada día es mayor y cada día afecta más a la rentabilidad. Además del ejemplo anterior, este año tenemos otros muy claros.

Cojamos el caso del ahorrador que pide asesoramiento sobre dónde situar su dinero de forma segura en este momento de zozobra generalizada que se vive en los mercados.

Si nos fijamos en las estadísticas, lo que le están diciendo los asesores es que lleve su dinero a fondos de renta fija. Pero cualquiera que sepa algo del mercado es consciente de que el escenario es muy peligroso para los bonos europeos, que es donde invierten esos fondos de renta fija que se están colocando masivamente.

De momento han caído de media un 5 % en lo que va de año, que es una barbaridad para un activo conservador, pero pensemos que el BCE ni siquiera ha empezado a reducir sus compras de bonos - el famoso “tapering” -, por lo que pueden imaginar donde se puede ir el valor de los bonos cuando, como ha ocurrido en Estados Unidos, no solo deje de comprarlos, sino que proceda a reducir su balance, es decir, a venderlos. Y de paso suban los tipos de interés. Y hará ambas cosas tan pronto detecte cierta estabilización en el conflicto de Ucrania. Para que se hagan una idea, el BCE prevé una inflación del 5 % para este año y del 2,7 % para el que viene, pero el tipo del bono alemán con vencimiento dos años está en el 0,28%, así que imagínense cuánto tiene que caer el precio de los bonos para que su tipo de interés deje de dar una rentabilidad negativa. Y el mismo razonamiento para los tipos de interés que están al - 0,4 %. Sí, en negativo con una inflación prevista del 5 %. De locos.

Foto: Foto: Reuters/Andrew Kelly Opinión

Los asesores saben, o deberían saber, que hay alternativas conservadoras al fondo de renta fija, algunas tan sencillas como el fondo monetario de toda la vida. Cierto, de momento no va a “rentar” nada, pero en unos meses tendrá rentabilidad ligeramente positiva cuando se vaya normalizando la situación de los tipos de interés (si se sabe elegir el producto adecuado). Además, siempre será mejor perder un “cero coma” que un - 5 %.

Mi sospecha - y conozco muy bien este mercado - es que el motivo de este sinsentido es que las comisiones de los fondos de renta fija son cuatro veces superiores a las de los monetarios. Y que además es fácil venderlos: como en los últimos años han ido muy bien, se le enseña al inversor la rentabilidad media de los últimos 5 o 10 años y se le dice que no se preocupe, que lo de estos meses es solo un bache.

El cariñito también está generando un fuerte coste de oportunidad cuando el asesor o banquero privado trabaja con una entidad que, en lugar de ofrecer a sus clientes arquitectura abierta, ofrece lo que se conoce como arquitectura “guiada”. Arquitectura abierta es cuando una entidad ofrece fondos de un gran número de gestoras (además de los de “la casa”). Arquitectura guiada es cuando ofrece los de la casa más una selección de gestoras con las que la casa ha llegado a acuerdos ventajosos en cuanto a la retrocesión de comisiones.

El inversor y el ahorrador hacen bien en valorar la confianza y el contacto humano, pero todo tiene un límite

El problema surge cuando, en años como este - y los que vienen -, la rentabilidad se obtiene en productos sectoriales, o que apuestan contra el valor de los bonos, o invierten en materias primas, en divisas o en índices que no son los grandes índices del mercado, es decir, productos que solo se encuentran en las grandes plataformas de distribución.

El asesor que trabaja en arquitectura “guiada - o peor todavía si solo tiene fondos “de la casa” - no podrá recomendar muchos de los activos, sectores y países con mejores expectativas en un cambio de ciclo como el actual. Incluso aunque sepa que son los que más le convienen al cliente. Y algo parecido se puede decir sobre los costes, un problema que no es de ahora, sino que existe desde que se inició la revolución de las comisiones: una entidad que ofrezca clases limpias o fondos indexados permite al asesor reducir las comisiones que paga su cliente, pero, pensándolo bien ¿por qué reducir las comisiones que paga el cliente si el asesor vive precisamente de esas comisiones? El inversor y el ahorrador hacen bien en valorar la confianza y el contacto humano, pero todo tiene un límite.

Hace muchos años tuve que abandonar una empresa que había fundado que, por causas ajenas a mi voluntad, se estaba convirtiendo en algo muy diferente de lo que yo había fundado. Y, como es lógico, llamé a los clientes que llevaban más tiempo con nosotros para despedirme y explicarles los motivos de mi salida.

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