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Consejo para clientes de banca privada que no quieran fondos de renta fija
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Víctor Alvargonzález

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Consejo para clientes de banca privada que no quieran fondos de renta fija

Como llevamos advirtiendo desde hace meses desde estas mismas páginas, la burbuja no estaba en la renta variable, estaba en los bonos (renta fija)

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Hay un consejo que me dejé en el tintero cuando escribí “mi libro”, que si hiciera una nueva edición añadiría. Sería “la banca siempre gana, así que hay que espabilar”. Y añado: esto incluye a la banca privada.

La mayoría de la gente piensa que, a la hora de colocar productos con altas comisiones y baja liquidez (fidelización), el objetivo natural de la banca son los clientes minoristas. Y lo son, pero no son los únicos: tampoco se libran los clientes de banca privada. En esto la banca no establece diferencias.

El caso es que, como llevamos advirtiendo desde hace meses desde estas mismas páginas, la burbuja no estaba en la renta variable, estaba en los bonos (renta fija). Y lógicamente acabó explotando. Los fondos de renta fija acumulan pérdidas – de momento - de entre un 7 % y un 12 % desde sus máximos históricos. Como es lógico, los clientes de banca privada no están contentos y las entidades lo saben. Se huelen la posibilidad de que decidan llevarse ese dinero a una cuenta corriente (donde también se pierde por la inflación pero se nota menos). O directamente al ladrillo, o algo así. Y peor todavía en el caso de los clientes que se han asesorado por fuera y saben que hay soluciones baratas y efectivas para sustituir a los fondos de renta fija.

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El banco también es consciente de que las hay, pero precisamente porque son baratas esas soluciones dejan poca comisión al banco, la sociedad de valores o, en definitiva, el asesor no independiente, cuya cuenta de resultados depende de la retrocesión de comisiones de los productos que recomienda a sus clientes.

Surge así un nuevo dilema y un nuevo ejemplo (otro más) del conflicto de interés que existe entre el asesor no independiente y su cliente. Si el asesor le recomienda las soluciones sencillas y efectivas que le interesan al cliente para esa parte de la cartera (fondos de renta fija), verá reducidas sus comisiones en un 80 %, lo cual obviamente no es algo que le interese al asesor.

Afortunadamente para la entidad - y para desgracia del cliente - además de su demostrada capacidad para colocar cualquier producto, la banca puede presumir de otro atributo: su habilidad para darle la vuelta a una situación potencialmente negativa para su cuenta de resultados. Y en esta ocasión no se han cortado un pelo.

La “solución” consiste en ofrecerle al cliente – o insertar en su cartera gestionada- productos estructurados y fondos de gestión alternativa

A la solución elegida los americanos la llamarían “doble down”, algo así como “doblar la apuesta”, porque no solo van a solucionar el problema (de la entidad), sino que van a “fidelizar” al cliente y, además, – y aquí viene la jugada maestra-, van a duplicar o triplicar la comisión que percibían por los fondos de renta fija. “Chapeau”. ¿O no se dice que las crisis son oportunidades?

La “solución” consiste en ofrecerle al cliente – o insertar en su cartera gestionada- productos estructurados y fondos de gestión alternativa como sustitutos de sus fondos de renta fija. Le dicen que ganará más dinero, que son productos exclusivos para clientes como él, que es lo más exclusivo de la banca privada, etc. Lógicamente no le dicen que las comisiones son dos o tres veces mayores que las de los fondos de renta fija que sustituyen. Eso se pone en la letra pequeña, que no lee nadie.

Así que producto estructurado - hecho a la medida, como si fuera un vino en barrica personalizada - más fondo de gestión alternativa, cuyo gestor conseguirá altas rentabilidades sin gran volatilidad. Esto último, la baja volatilidad, será fácil de demostrar, al menos al principio, porque, casualmente, ambos productos no tienen liquidez ni diaria, ni semanal y a veces ni siquiera mensual, así que ojos que no ven, bolsillo que no siente. Si luego el cliente necesita el dinero tendrá que esperar a las ventanas de liquidez cual minorista en fondo garantizado. Pero el producto ya está vendido. Y salir generará otro aluvión de comisiones. “Double down” (de nuevo).

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Finalmente al vencimiento - o salida sin fuerte comisión de reembolso - llegará la frustración habitual en este tipo de productos estructurados. Como el producto estructurado se crea cuando los tipos de interés son muy bajos y las comisiones que se aplican son muy altas, el resultado final es muy pobre. Con el agravante, en esta ocasión, de que los tipos de interés del mercado van a subir a lo largo de los próximos años, según se vaya normalizando la política monetaria. Así, cuando dentro de tres o cinco años se compare la rentabilidad obtenida con lo que pagó de media un bono o una letra del tesoro será un buen jarro de agua fría.

Respecto a los fondos de gestión alternativa, me limitaré a contarles la famosa apuesta que hizo Warren Buffett con un gestor estrella: Buffett le dijo que se apostaba un millón de dólares a que el SP 500 lo haría mejor en los siguientes diez años que cualquier índice de gestión alternativa. El gestor aceptó la apuesta (lo que hay que reconocer que dice mucho a su favor). Diez años después, Warren Buffett añadió un millón de dólares a su ya abultada fortuna.

Los gestores estrella no fueron capaces de superar al SP 500, y supongo que también ayudo que aplicaran comisiones anuales de entre el 3% y 5% - sí, eso es lo que suman los gastos totales de ese tipo de productos -, mientras que el producto indexado sólo aplicaba un 0,20 %. Sobre este tema también hay una broma en el sector: un inversor va a una convención de gestión alternativa y el organizador le enseña orgulloso los yates de los gestores, ante lo cual el inversor pregunta inocentemente ¿y dónde están los yates de los clientes?

Hay un consejo que me dejé en el tintero cuando escribí “mi libro”, que si hiciera una nueva edición añadiría. Sería “la banca siempre gana, así que hay que espabilar”. Y añado: esto incluye a la banca privada.

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