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Hasta en bajar la inflación va a ganar EE.UU. a Europa
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Víctor Alvargonzález

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Hasta en bajar la inflación va a ganar EE.UU. a Europa

La inflación podría bajar a nivel global porque está cayendo el precio de las materias primas y eso se notará en el mundo entero, pero, desgraciadamente, se va a notar mucho menos en Europa que en EEUU.

Foto: Jerome Powell, presidente de la Fed. (Reuters/Elizabeth Frantz)
Jerome Powell, presidente de la Fed. (Reuters/Elizabeth Frantz)

Hace unas semanas comentaba desde estas mismas páginas que nada habrá acabado hasta que la Fed haya acabado. Me refería lógicamente a la tendencia bajista de las bolsas. Y aclaraba que no hace falta que la reserva Federal de los Estados Unidos anuncie que deja de subir los tipos de interés: bastará con que la inflación se oriente en la dirección deseada. Quien decide lo que hace la Fed es la inflación y la Fed decide lo que hacen los mercados. Bueno, también Putin, pero eso es en Europa.

El caso es que se acerca el momento en el que podríamos empezar a ver como baja la inflación en EEUU. Sí, han leído bien: en EEUU, no tanto en Europa. Y me explico: la inflación podría bajar a nivel global porque está cayendo el precio de las materias primas y el petróleo y eso se notará en el mundo entero, pero, desgraciadamente, creo se va a notar mucho menos en Europa que en EEUU.

En primer lugar, porque aunque haya empezado tarde, la Reserva Federal está haciendo sus deberes, mientras que el BCE está esperando a ver si la recesión le hace el trabajo sucio, es decir, si deja sin dinero a los europeos y así consumen menos y, por lo tanto, bajan los precios “solos”, si me permiten la expresión. Obviamente, ese plan tiene muchas lagunas. En segundo lugar, pero no menos importante, la bajada global de la inflación se notará menos en Europa por la debilidad del euro.

Foto: EC
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La debilidad de la divisa europea acapara muchas portadas y todo tipo de comentarios, pero no se habla de lo que, en mi opinión, es lo más importante: su efecto inflacionista. Y digo que es el más importante porque el mayor problema económico que tiene Europa ahora mismo es la inflación.

Pocas cosas más fáciles de entender como que la debilidad de una moneda genera inflación. Es sencillo: si nuestra moneda cada vez vale menos, todo lo que compramos fuera nos sale más caro. Y si encima los componentes más dañinos de la inflación actual son el petróleo, el gas y las materias primas que compramos en el exterior, el efecto inflacionista de la debilidad de nuestra moneda se multiplica.

Esto podría llevarnos a una nueva versión de la euro esclerosis. La inicial hacía referencia a como los excesos regulatorios y burocráticos de la Unión Europea han metido en un traje de cemento a la economía de la Eurozona. Ahora será una mala planificación de la transición energética la que se añada a la euro esclerosis burocrática, en este caso en forma de inflación persistente como consecuencia de la debilidad de nuestra divisa. No nos engañemos: la debilidad del euro no es solo una cuestión de tipos de interés: la imagen de una Alemania teniendo que racionar el agua caliente y la calefacción no es precisamente beneficiosa para la economía europea y, por lo tanto, tampoco para la cotización del euro.

Foto: Estación compresora de gas en Mallnow, Alemania. (EFE/Filip Singer)

Otro componente fundamental en la persistencia y divergencia de la inflación con Estados Unidos será la dependencia europea del gas ruso. A los hechos me remito: están bajando los precios de todas las materias primas, incluido el petróleo, pero el del gas sigue subiendo, entre otras cosas porque Alemania - y el resto de Europa - están desesperados por almacenar la mayor cantidad posible de cara al invierno y todavía les queda mucho espacio en los depósitos. Y el gas es un componente fundamental del “mix” energético de un continente que decidió ponerse en manos de su peor enemigo para hacer la transición energética.

Los tipos de interés también abre las puertas a una divergencia persistente en el terreno de la inflación. En los EEUU. están empezando a notarse las medidas que ha tomado la Reserva Federal. Y digo medidas en general y no solo subidas de tipos oficiales, porque su agresividad verbal previa generó una fuerte subida del tipo de interés de los bonos en todos los plazos de la curva, es decir, en todo el sistema crediticio. Vamos, que la Reserva Federal lleva tiempo haciendo su trabajo mientras que el BCE aún no ha empezado.

Así que, entre que la Fed se puso a hacer su trabajo antes, la brillante idea de nuestros políticos de ponerse en manos de Putin en cuestiones energéticas y sus consecuencias sobre la cotización del euro, podríamos ver como en un futuro próximo baja la inflación en EEUU y se mantiene o baja menos en Europa.

Me dirán ustedes qué no es importante, que al final hay inflación en ambos lados del océano. Y yo les responderé que es importante si son inversores. Si los mercados detectan que la Fed puede empieza a levantar el pie del freno, las bolsas norteamericanas subirán más que las de la eurozona, con la agravante de que antes de la guerra esa tendencia se estaba revirtiendo por primera vez en mucho tiempo. Porque si la inflación empieza a ser más baja en EEUU que en Europa, recordará a los inversores que ahora ya no hay solo una euro esclerosis sino dos: la de la burocracia y la de la inflación.

Hace unas semanas comentaba desde estas mismas páginas que nada habrá acabado hasta que la Fed haya acabado. Me refería lógicamente a la tendencia bajista de las bolsas. Y aclaraba que no hace falta que la reserva Federal de los Estados Unidos anuncie que deja de subir los tipos de interés: bastará con que la inflación se oriente en la dirección deseada. Quien decide lo que hace la Fed es la inflación y la Fed decide lo que hacen los mercados. Bueno, también Putin, pero eso es en Europa.

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