Telón de Fondo
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Se acabaron los conflictos encapsulados, vuelve la guerra
Los mayores riesgos que acechan actualmente al mercado son que repunte - o no baje - la inflación (sobre todo en EEUU) y el riesgo geopolítico, principalmente en Ucrania y Oriente Medio
Antiguamente, cuando dos países se enfrentaban, elegían un determinado terreno para enfrentar sus ejércitos y dirimir diferencias. Era un método bastante "eficiente" y organizado, ya que todo se decidía dentro de unas coordenadas muy concretas: dos ejércitos, un campo de batalla, un ganador y un perdedor. Fin de la historia.
Luego llegaron la guerra de guerrillas y el terrorismo, fórmulas muy diferentes a las de la antigüedad. También se fueron complicando los enfrentamientos. Por ejemplo, el principal financiador y proveedor de armas de Al Qaeda y Bin Laden era EEUU, que utilizaba a este grupo para la guerra de guerrillas contra el ejército de la antigua Unión Soviética. Años después, ese mismo grupo cometería el mayor atentado terrorista de la historia y el más duro que ha sufrido Norteamérica.
El caso es que últimamente, sea de forma natural o premeditada, parecía que los estados se habían puesto de acuerdo para volver al modelo antiguo. EEUU/OTAN y Rusia: decidieron medir sus fuerzas en el campo de batalla de Ucrania. Los primeros ni siquiera han puesto el ejército, sólo las armas, los que pelean son ucranianos. Irán e Israel: parece que hubieran llegado al acuerdo tácito de enfrentarse en el Líbano, Siria y la franja de Gaza, para así no agredirse directamente. A su vez Israel representa a los enemigos jurados de Irán, es decir, a los países árabes agrupados en torno a Arabia Saudí, el gran rival geopolítico de Irán en Oriente próximo.
Hasta que se ha producido el ataque de Irán a Israel, se había vuelto a la práctica de establecer un campo de batalla concreto y además fuera del país de los verdaderos protagonistas en la lucha por el poder. Eso permite reducir las probabilidades de error, dado que un enfrentamiento directo siempre tiene más probabilidades de acabar mal. No es lo mismo que Israel ataque a Hezbolá en el Líbano que si ataca directamente a Irán. Y no es lo mismo financiar a Hamás que atacar directamente a Israel. O que se enfrente Ucrania a Rusia, en lugar de que sea un país de la OTAN.
El ataque directo de Irán a Israel ha cambiado las reglas del juego. Al menos en Oriente Medio. Pero cuidado, porque cuando cambia el paradigma comúnmente aceptado, alguien puede pensar que puede replicar/provocar el cambio en otro sitio.
Es posible que a estas alturas del artículo se estén preguntando que hace un asesor financiero como yo hablando de cosas como esta. La respuesta es bien sencilla: una de nuestras misiones es detectar y calificar según nivel de probabilidad los riesgos a los que se enfrentan los inversores. Para que sus clientes estén preparados en caso de que sea necesario tomar medidas de protección. No solo hay que detectar oportunidades de ganar dinero, también hay que saber donde pueden estar el riesgo de perderlo.
En nuestra opinión, los mayores riesgos que acechan actualmente al mercado son que repunte - o no baje - la inflación (sobre todo en EEUU) y el riesgo geopolítico, principalmente en Ucrania y Oriente Medio. Si repunta la inflación o se queda "pegada" por encima del 3% impediría que se materialice el proceso de bajadas de tipos que da por descontado el mercado. Sería una sorpresa muy desagradable que no está descontada en los precios.
Los mayores riesgos que acechan actualmente al mercado son que repunte - o no baje - la inflación
El segundo riesgo, el geopolítico, es que se descontrole alguno de los dos conflictos militares “encapsulados” (Ucrania – Oriente medio), lo cual obviamente tendría consecuencias nefastas para la economía y los mercados.
Hasta ahora el hecho de que esos conflictos estuvieran encapsulados los situaba en segundo lugar frente al riesgo de la inflación. Era el segundo porque en el primero ya se están publicando datos que generan dudas, mientras que hasta ahora la guerra de Ucrania o el conflicto de Oriente próximo se mantenían dentro de unos parámetros locales muy claros.
Ahora la situación ha cambiado. El riesgo tipos de interés sigue vigente – lo que no significa que tenga que materializarse, y menos en Europa -, pero el riesgo geopolítico ha subido un nivel o dos en la escala de riesgos. Se ha puesto como mínimo a la misma altura que la famosa "inflación pegajosa". Esto no significa que mañana vaya a declararse una guerra abierta entre Irán e Israel (a la hora de escribir este artículo todavía esperamos la posible respuesta israelí al bombardeo iraní), sino que las reglas del juego han cambiado y hay que tenerlo muy en cuenta.
Ahora el campo de batalla se ha ampliado. Y afecta directamente a los principales contendientes, no solo a los contendientes "proxy" (los "apoderados"). Puede que Israel agradezca el apoyo de Biden respetando su petición de no estropearle las elecciones disparando el precio del petróleo, pero el precedente ha sido creado. Y será utilizado. Si un contendiente se puede permitir hacer una cosa, otro también. Y no es lo mismo atacar una fábrica donde se enriquece uranio o incluso una embajada que lanzar una lluvia de misiles y drones sobre la población civil. No habrá "funcionado", pero el precedente está sentado.
Es más: visto lo bien que la ha "funcionado" a Hamás la estrategia de agitar el avispero (nos parece evidente que aquel fue un primer movimiento planeado para desencadenar todo lo que ha venido después) ¿quién nos asegura que no se pueda agitar en otros lugares para generar una cadena de acontecimientos similar? Habrá que estar muy atentos al ruido de la primera ficha de dominó que "casualmente" caiga sobre otra y luego sobre otra, etc.
El riesgo geopolítico ha dejado de estar encapsulado. Hay que ser conscientes del cambio y vigilar dónde y cómo puede pasarse de conflicto localizado y a través de terceros a conflicto generalizado y directo. Por eso hoy escribo de geopolítica, aunque sea asesor financiero.
Antiguamente, cuando dos países se enfrentaban, elegían un determinado terreno para enfrentar sus ejércitos y dirimir diferencias. Era un método bastante "eficiente" y organizado, ya que todo se decidía dentro de unas coordenadas muy concretas: dos ejércitos, un campo de batalla, un ganador y un perdedor. Fin de la historia.
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