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Los fondos de “private equity” y los nuevos “mariachis”
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Víctor Alvargonzález

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Los fondos de “private equity” y los nuevos “mariachis”

Mientras la UE incrementa la vigilancia sobre los fondos de capital privado, España facilita su acceso, atrayendo inversores por ventajas fiscales más que por rentabilidad comprobada en estos productos

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Justo cuando la UE empieza a preocuparse por los riesgos de los fondos de "private equity" (capital privado) es cuando España abre la mano para que todo el mundo pueda invertir en ellos.

Como publicó ayer en portada el Financial Times, el regulador europeo está preocupado por los riesgos que puedan implicar tanto los fondos de gestión alternativa como los de capital privado. Hasta el punto de que, siguiendo los pasos del Banco de Inglaterra, la UE ha decidido realizar test de estrés similares a los se le que hacen regularmente a la banca. Y conociendo a la UE, lo más probable es que el resultado sea mayor vigilancia y mayor regulación.

Coincide esta preocupación con la experiencia acumulada por los inversores en mercados más avanzados que el nuestro, que muestra los aspectos positivos, pero también los negativos, entre los que destaca la falta de liquidez.

El industrial multimillonario Nassef Sawiris, inversor habitual en estos productos, mostraba recientemente su frustración al respecto: "el private equity conoció ya sus mejores días. Ahora las salidas (recuperación del dinero invertido) son cada vez más duras. Los inversores están cada vez más frustrados y dicen: no veo resultados, no han devuelto ustedes dinero en años". Tengamos en cuenta que la mayoría de estos fondos se crean para invertir bajo la fórmula del capital riesgo, es decir, comprar empresas o participaciones en empresas y venderlas al cabo de unos años.

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La práctica de los "fondos de continuación", es decir, que si no se puede liquidar un fondo y devolver el dinero lo que se hace es crear otro, ha colaborado a crear esa sensación de dificultad en la salida. Especialmente cuando se trata de grandes importes.

Mientras tanto, España está viviendo un gran crecimiento en estos productos. Pero no tanto por su historial de rentabilidad, sino porque se han convertido en una forma sencilla de reducir la factura fiscal de las grandes fortunas.

Foto: María Jesús Montero, ministra de Hacienda. (Europa Press/Ruz)

De acuerdo con nuestra legislación, si alguien tiene más del 5% de una sociedad dedicada al capital riesgo, tanto esa inversión como las que se hagan utilizando dicha sociedad tienen importantes ventajas fiscales. Es lo que explica la repentina atracción por el riesgo empresarial, en un país donde los inversores suelen ser muy conservadores. Incluidos los que tienen mucho patrimonio.

Pero ojo, no es lo mismo una gran fortuna que tiene más del 5% de una empresa dedicada al capital riesgo que un particular que invierte su patrimonio directamente en un fondo de capital riesgo. Un fondo de capital riesgo no es una sociedad de capital riesgo: es un fondo de inversión. Quien invierte 10.000, 500.000 o 10 millones de euros de su patrimonio "personal" en uno de esos fondos de capital riesgo que tanto se ofrecen actualmente, no tendrá esa ventaja fiscal. Es cierto que las grandes fortunas están invirtiendo en capital riesgo, pero no porque hayan encontrado un filón financiero, sino porque han encontrado un filón fiscal.

Es algo parecido a lo que ocurre en el mercado inmobiliario: una gran fortuna crea su SOCIMI o su empresa familiar inmobiliaria y está exento del impuesto sobre el patrimonio / grandes fortunas. El inversor medio que realiza directamente su inversión en ladrillo no tiene esa ventaja fiscal.

Foto: Foto: iStock Opinión

Ahora bien, para crear un fondo de inversión, la regulación exige que haya un número importante de inversores. Si una entidad financiera o una gestora quieren participar en este negocio necesitan muchos inversores pequeños para acompañar a los grandes (los que se benefician de la bonificación porque utilizan sociedades de capital riesgo). Y es así como en España ha renacido el concepto del "mariachi".

¿Quién era el "mariachi"? Pues ese inversor de una SICAV que adquiría una participación muy pequeña, pero que, con su participación, se sumaba el número necesario de partícipes que permitía que la inversión por parte de un gran patrimonio se considerará inversión "colectiva" ante Hacienda, aunque tuviera el 98 % del patrimonio del fondo. Luego Hacienda se dio cuenta del truco, se endurecieron las condiciones y la SICAV perdió su atractivo fiscal (que era su único atractivo, porque los resultados financieros no solían ser muy buenos).

El problema de la popularización del "private equity" es que muchos inversores particulares están invirtiendo en fondos de capital riesgo "porque es donde invierten las grandes fortunas", pero no por los mismos motivos que lo hacen estas. No saben que las grandes fortunas no lo hacen solo por la rentabilidad (que no ha sido precisamente espectacular en los últimos 10 años si se comparara con los índices bursátiles), sino por una bonificación fiscal de la que no se beneficia el pequeño inversor que invierte directamente.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Ken Cedeno) Opinión
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Además, el gran cliente suele estar bien informado sobre las limitaciones de liquidez de estos productos, donde invierten, quien es el gestor, etc. Especialmente si cuenta con una sociedad de capital riesgo con profesionales para realizar esa labor de análisis. No suele ser el caso del pequeño inversor, que, salvo que se asesore con alguien profesional y realmente independiente, lo que recibe es la información del vendedor del fondo. Pero una cosa es vender y otra asesorar. De hecho, en Inglaterra y en EEUU - creo que también en Suiza -, para que alguien pueda invertir en sociedades de capital riesgo tiene que estar asesorado por alguien independiente, sin relación de ningún tipo con el vendedor.

No me interpreten mal, no estamos en contra de la inversión en capital riesgo, estamos en contra de que se haga con la idea equivocada. Si un pequeño inversor invierte en un fondo de capital privado tiene que hacerlo porque considere que la inversión en negocios privados es un buen complemento a la inversión en sociedades cotizadas. Y, muy importante (y positivo): cuando se invierte en este tipo de fondos no se está obsesionado con la cotización diaria, simple y llanamente porque no existe (ni mensual, ni muchas veces trimestral o semestral). Eso ayuda a que se invierta con visión de largo plazo, lo cual es lo que suele ser la clave de la rentabilidad en una inversión, sea en capital privado o en sociedades que cotizan todos los días. Pero, como dice el refrán, "al pan, pan y al vino, vino". Que si no, luego vienen los disgustos.

Justo cuando la UE empieza a preocuparse por los riesgos de los fondos de "private equity" (capital privado) es cuando España abre la mano para que todo el mundo pueda invertir en ellos.

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