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Telón de Fondo
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La burbuja benigna cuya explosión podría disparar las bolsas
El exceso de dinero en fondos monetarios en EEUU, impulsado por altos tipos de interés, podría beneficiar a los mercados si la Reserva Federal decide reducirlos, desafiando expectativas actuales
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Siempre que se habla de una burbuja financiera es como algo negativo, porque de hecho suele serlo. Pero hay una que, cuando explota, es como maná para los mercados: la que genera el exceso de dinero en depósitos, fondos monetarios y letras del tesoro.
Sólo se habla de las burbujas financieras malignas, pero resulta que también las hay benignas. De esas no se habla porque no llaman la atención en redes y medios de comunicación, pero son muy importantes para los inversores.
Actualmente, en EEUU hay 7 billones de dólares en fondos monetarios. La media histórica se sitúa entre 3 y 4 billones. En depósitos bancarios hay 17 billones. Hace 25 años había 3,6. Esa cifra solo fue superada durante la pandemia, un periodo en el que se desplomó el consumo. Otro dato interesante: en los últimos 12 meses han entrado 900.000 millones de dólares en fondos monetarios. Es el doble de lo que ha entrado conjuntamente en fondos de renta fija y renta variable. Y hablamos de EEUU, un país de cultura financiera avanzada donde lo normal es invertir más en renta fija y variable que en fondos monetarios.
¿Qué ha creado esta burbuja?: la existencia de tipos de interés reales históricamente altos. En EE.UU. los tipos de interés oficiales se sitúan aproximadamente en el 4,4% de media (los oficiales están entre el 4,25% y el 4,5%). Esto hace que el tipo de interés real sea se sitúe en el entorno del 2%, ya que la inflación es del 2,4% (el 2,1 % si utilizamos el PCE, que es la medida preferida de inflación de la Reserva Federal).
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Si el ahorrador conservador puede batir la inflación sin tomar ningún tipo de riesgo, no se complica la vida invirtiendo en renta fija o variable. Y con esos tipos de interés reales puede batir a la inflación colocando su dinero en activos de corto plazo de máxima calidad crediticia. Y, en el caso de los fondos monetarios, con liquidez total e inmediata.
En Nextep pensamos que estamos ante una burbuja, pero una burbuja benigna. Un claro exceso de dinero sobre lo que es habitual que esté colocado en depósitos y fondos monetarios. Un desequilibrio financiero, pero que, en este caso, podría tener consecuencias positivas. Y en este caso la vuelta al equilibrio natural llevaría dinero tanto a los mercados como a la economía real. La forma de que explote es que la Reserva Federal baje los tipos de interés, es decir, que ocurra justo lo contrario a lo que ha llevado todo ese dinero a los activos sin riesgo.
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El consenso del mercado considera que los tipos de interés norteamericanos no van a bajar o van a bajar muy poco. Y que en todo caso lo harán a finales de año o a lo largo del que viene. También lo piensan muchos miembros de la Fed ¿Y por qué? Porque piensan que los aranceles que se establezcan tras la tregua comercial en vigor serán elevados y, por lo tanto, inflacionistas. Y que, en ese entorno, la Reserva Federal no puede bajar tipos de interés. De hecho, han dicho oficialmente que si no los están bajando es sólo por su temor a que se produzca inflación como consecuencia de los aranceles.
Vayamos por partes. Que el consenso opine que no bajarán los tipos de interés o que puede pasar mucho tiempo hasta que eso ocurra no nos parece una razón de peso. Si algo está demostrado es que el consenso del mercado se equivoca mucho más que acierta. Y también se equivoca mucho la Reserva Federal en sus predicciones. Otra cosa es que luego reaccionen.
¿En qué podrían estar equivocándose el consenso y parte de los banqueros de la Reserva Federal? En primer lugar, en que si finalmente la tregua comercial en vigor acaba en acuerdos, no habría grandes aranceles. Se supone que los acuerdos son amistosos. No se pueden imponer aranceles punitivos a quienes lleguen a acuerdos para que EEUU pueda vender más en otros países y reducir su déficit comercial. No sería justo ni tendría mucho sentido.
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Tendría lógica que haya aranceles, porque, aunque no lo digan, los miembros de la administración Trump los necesitan para equilibrar el déficit fiscal del país. Pero si hay acuerdos amistosos, sería más lógico que los aranceles se movieran en el entorno del 5% al 7% que por encima del 10%. Tengamos en cuenta que, si fueran del 5%, ya serían el doble de lo que había con Biden.
Una media de aranceles sobre las importaciones norteamericanas de entre el 5% y el 7% se puede distribuir entre los distintos participantes de la cadena de producción y distribución sin crear un gran impacto inflacionista. Su efecto sería temporal y de corto plazo.
Otra cuestión que no está teniendo en cuenta el consenso es que China hace tiempo que está en deflación. Está exportando deflación y esa deflación va a seguir reduciendo el precio de distribución de los productos chinos. Y conviene recordar que China es la fábrica del mundo.
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Tampoco está teniendo en cuenta el consenso que, si finalmente Norteamérica no entra en guerra abierta con Irán ni se cierra el estrecho de Ormuz, no va a subir el precio del petróleo. Y el precio de la energía sigue importando a la hora de calcular la inflación.
Si finalmente el consenso se equivoca y bajan los tipos de interés en EEUU, ese exceso de dinero que hay en fondos monetarios relativos a la media histórica tendrá que buscar rentabilidad en bonos y acciones. Y probablemente salgan algunos billones adicionales de depósitos cuando ya no ofrezcan una rentabilidad real atractiva. Con la ventaja adicional del efecto sorpresa, precisamente porque el consenso no se lo espera. Así que atentos a ver en qué quedan los aranceles.
Siempre que se habla de una burbuja financiera es como algo negativo, porque de hecho suele serlo. Pero hay una que, cuando explota, es como maná para los mercados: la que genera el exceso de dinero en depósitos, fondos monetarios y letras del tesoro.